De Nueva Canarias a Nuevo Teruel

Gracias a Pedro Quevedo, el único diputado de Nueva Canarias, tendremos presupuestos aprobados, al sumar 176 diputados. Pero los millones que ha arrancado para Canarias son objeto de comparación y críticas por otras zonas de España que se quejan de ser olvidadas por el Estado.

Las quejas me han llegado de mi tierra, de Teruel. Una provincia que tiene 135.000 habitantes, 3 diputados en el Congreso, que comprueba su continua despoblación y el olvido de inversiones que ayuden a sacar a flote una provincia tan extensa, tan olvidada, y que ahora ve que tal vez la solución es crear un partido que se llame Nuevo Teruel o Foro Teruel, poner un ejemplo, y quién sabe cuántos diputados sacaría de los 3 que le corresponden, pudiendo ser en algún caso decisivos para algunos presupuestos o decisiones.

Suponer que la comunidad autónoma de Aragón vela por los intereses de una provincia como Teruel es demasiado suponer. Aragón, en la práctica, es Zaragoza, una estupenda ciudad que acapara todo: el nuevo centralismo de las comunidades autónomas.

Por supuesto, podríamos hablar del caso de la provincia de Soria, la menos poblada de España, con 90.000 habitantes, en iguales o peores circunstancias que Teruel. Soria tiene 2 diputados en el Congreso.

El “Teruel existe” ya se ha convertido en una reivindicación frecuente, la última con motivo de las comunicaciones ferroviarias entre Valencia y Zaragoza, que relega a Teruel, pese a ser provincia de paso entre ambas ciudades, que son la tercera y la quinta en población de toda España. Ni con ese argumento logra Teruel unas comunicaciones dignas, si se salva la autovía mudéjar, construida con retraso. Las líneas férreas son esperpénticas y más propias de hace un siglo en la provincia de Teruel: como me comentaba un paisano, “hay tramos que puedes bajar del tren, ir andando, y volver a subirte”. Por no hablar de tramos peligrosos que no se arreglan. En fin, olvido total.

Cabe la resignación de considerar que es “ley de vida”, la despoblación y el potencial económico de unas comunidades autónomas o provincias, pero el caso del disputado voto del diputado Quevedo hace reflexionar. También es “ley de vida” la aritmética parlamentaria, por lo que cada uno ha de pensar lo que está en sus manos para ser tenido en cuenta en inversiones y planes económicos, y no hay que pensar sólo en obras públicas –que es un gran error con frecuencia– sino en planes de empleo, incentivos a los emprendedores, etc.

Se queja Teruel de infrafinanciación, se queja la Comunidad Valenciana de infrafinanciación, se queja mucha gente. Desde luego, no se quejan vascos, navarros, canarios, catalanes, castellanoleoneses ni andaluces. ¿Cómo cambiar el sistema de financiación para que sea justo, y no dependa del disputado voto de Pedro Quevedo?

No es fácil la solución. La lógica, en mi opinión, es una financiación “per cápita”, es decir, que todos los habitantes de las autonomías reciban la misma financiación. Pero ahora se hace en función de diversas variables, como la extensión del territorio –en eso Teruel y Soria tendría mucho que ganar-, la edad…, de manera que no predomina la igualdad que la Constitución defiende para todos los españoles.

Hace poco, José-Andrés Sánchez Pedroche, miembro del Consejo Económico y Social del Estado, se mostraba muy pesimista en Valencia con la posibilidad de un cambio en la financiación autonómica en los Presupuestos Generales. Y lo dice alguien que participa habitualmente en las reuniones del Consejo de Política Fiscal y Financiera, y ve que nadie pretende racionalizar el sistema.

Si es la situación la que es y las soluciones las que son, cada uno tendrá que buscar lo mejor para él, como sucede ahora. No se descarta un futuro partido llamado Nuevo Teruel o Nueva Soria, porque nadie va a defenderles: puede ser un nuevo factor de fragmentación parlamentaria, pues los diputados de PP, PSOE, Podemos o Ciudadanos defienden lo que les dicen desde Madrid, por un supuesto “interés de Estado”.

En una sociedad globalizada se fomentan los localismos si no se gobierna con coherencia y justicia. Es ley de vida también.

  • Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
    Escribe, también, en su web personal.