Enseñar Religión

Me impactó este hecho de hace unas semanas, en un hospital de la provincia de Castellón. Una mujer de mediana edad acompañaba a su marido que estaba a punto de fallecer, mientras las dos hijas cogían con gran cariño a su padre de la mano en esos trágicos momentos. “¡No es justo!”, repetía la esposa. Un médico le ofreció si quería que un sacerdote le diera la Unción de los Enfermos. La esposa le dijo: “Es que no tenemos ningún seguro”. Este médico le explicó que se trata de un Sacramento, que se imparte gratis y que no va unido a gastos del sepelio. Es una muestra de hasta dónde está llegando la ignorancia religiosa, que me produce pena cultural y moral.

Hace unos días, Vicent Marzà, conseller de Educación, expresó su opinión de que lo mejor sería sacar la Religión de las aulas. Yo le he ofrecido argumentarle por qué me parece muy conveniente que exista la asignatura de Religión, con esta óptica: forma parte principal de la cultura de la humanidad, y es distinto a que se practique o no, se tenga fe o no. Simplemente, un mínimo de formación cultural reconoce en las civilizaciones más antiguas manifestaciones perennes de la religión, como dimensión del hombre hacia Dios, un Ser superior que explica racionalmente incógnitas que nos planteamos siempre los hombres, como es la inmortalidad del alma y una moral que es objetiva con nuestro ser, no fluctuante ante caprichos-subjetivismos-autoritarismos.

Para Marx, la religión era el opio del pueblo. Hubo filósofos que lo repitieron y se lo creyeron, y líderes políticos que lo pusieron en marcha en sus países. ¿Resultado? Pervive la religión en Rusia, revive en la Europa del Este, sobrevive a la persecución en China. En España y en los países que nos rodean, la religión está en retroceso. Sin embargo, hay que analizar las causas, y con frecuencia no es solución eliminar lo que flaquea sino fortalecer sus raíces, sin sectarismos que buscan manipular a las personas.

La Religión como parte de nuestra cultura tiene un lugar más que merecido en la enseñanza. Para comprender nuestra historia, nuestras tradiciones, nuestro arte. En un plano académico y natural, sin buscar directamente la conversión de los alumnos o la práctica de la religión católica en sus vidas: que aprendan, reflexionen y decidan. Siempre ofrecer la práctica religiosa en un clima de libertad, que es el propio de la fe, de la Iglesia. ¿Es atractiva para los alumnos la Religión? Si se explica bien, pienso que mucho más que la mayoría de las asignaturas, y clave en la formación humanística. Habría tal vez que estudiar cómo se imparte la asignatura y los temarios.

  • Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
    Escribe, también, en su web personal.