La imagen de Pablo Iglesias

Andan preocupados, y con motivo, por la imagen de su líder, Pablo Iglesias. La valoración que recibe es cada vez menor y el calificativo de “partido emergente” empieza a adquirir tintes de “partido decadente”, probablemente por deméritos de Iglesias.

La imagen de Pablo Iglesias es agresiva, rupturista, brusca, prepotente, con aire de superioridad permanente, con azotes parlamentarios y extraparlamentarios que le hacen distante en vez de cercano a los problemas reales de los españoles. Grave error el suyo cuando se presentó como vicepresidente de un gobierno con Pedro Sánchez. Graves errores sus salidas de tono en el Congreso, aunque le jaleen quienes desean “dar palos” al poder político sin salidas viables y razonables. En diversas ocasiones, Iglesias ha sido maleducado.

Un primer interrogante es saber hasta qué punto es una imagen prefabricada porque piensa que así atraería a los votantes. O por el contrario si responde a un fondo agresivo y repelente al diálogo normal en las instituciones. O incluso puede ser una suma de ambos factores: un “ego” extralimitado con unas formas exageradas.

Si nos atenemos a las formas, hay que profundizar en lo que realmente son las “formas”. En la sabiduría popular, se dice que la cara es el espejo del alma, que en la mesa y en el juego –tampoco es exagerado el calificativo de “circo” a lo que hace con frecuencia Iglesias– se conoce al caballero. En definitiva, que las formas repetidas denotan algo que responde al interior de una persona, una punta del iceberg de una realidad sólida, que las formas meramente exteriorizan.

Iglesias puede y debe mejorar las formas, por el bien de todos. A mí lo que me inquieta más es lo que expongo como parte de la sabiduría popular, que atribuye a las formas algo más que “formalismo”. El autoritarismo de Iglesias no sólo es cuestión de formas, y así lo estamos comprobando en la trayectoria de Podemos: sitúa a su novia de número 2 en detrimento de Iñigo Errejón, y luego arremete contra personalismos e imposiciones.

Si, como parece, las formas en Iglesias revelan una cuestión más importante de forma, poco podrá hacer un lavado de cara, aunque los líderes de Podemos están convencidos de que urge que lo haga.

  • Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
    Escribe, también, en su web personal.