¡SALUD Y REPÚBLICA!, PERO ESPAÑA ENFERMÓ
Es cierto que España ya no gozaba de buena salud. El Rey Alfonso XIII se había vinculado totalmente con la Dictadura de Primo de Rivera. Dictadura que cayó el 28 de Enero de 1930, porque a pesar de que había conseguido terminar con la guerra en Marruecos y quitarnos la espina del Desastre de Annual con el Desembarco de Alhucemas; de que había modernizado España creando infraestructuras de comunicación e hídricas con un Plan Hidrológico Nacional y que había hecho mejorar sustancialmente la economía de España y de los españoles, el pueblo, pero sobre todo los políticos no perdonaban la falta de juego democrático. Por lo que la presión de la oposición política unido a alguna conspiración militar y al agravamiento de la diabetes del dictador, que le llevó a la tumba poco después de dejar el poder, hicieron que Primo de Rivera presentase su dimisión. El Rey totalmente desprestigiado, en un intento de regresar a la normalidad constitucional, nombró al General Dámaso Berenguer como Jefe del nuevo gobierno. El General Berenguer quiso devolver a la Corona su autoridad moral desvinculándola de la dictadura. Días después disuelve la Asamblea Nacional y los partidos empiezan a operar con total libertad. Berenguer diseña un calendario para la normalidad democrática poniendo fecha a unas elecciones municipales y otras generales para Congreso y Cortes, pero la sublevación contra el Rey ya se estaba gestando.
Y así es como se produce la reunión republicana de San Sebastián, autentico complot para terminar con la Monarquía. El 17 de Agosto de 1930, distinguidos republicanos de distinto signo se reunieron en el Casino Republicano de San Sebastián, bajo la presidencia del líder local de Unión Republicana Fernando Sasiaín. No faltó nadie a la reunión de los que muy pronto llevarían las riendas de la II República. La finalidad de la reunión era elaborar y coordinar un programa y un plan concreto de actuación para derribar a la Monarquía de Alfonso XIII e implantar la II República. En este caso no se aprobaron declaraciones de principios ni se realizaron brindis al Sol. El objetivo estaba perfectamente definido: convocar unas Cortes Constituyentes Republicanas, acometer la reforma agraria (como toda revolución que se precie) y reconocer el derecho de autonomía de las regiones que lo solicitaran. Con respecto al tema catalán, se acordó aceptar un estatuto redactado libremente por los catalanes, ¿no os suena esto al gobierno Zapatero?.
Asistieron según consta en la "Nota oficiosa" hecha pública al día siguiente:
- por la Alianza Republicana: Alejandro Lerroux, del Partido Republicano Radical, y Manuel Azaña, del Grupo de Acción Republicana;
- por el Partido Radical-Socialista: Marcelino Domingo, Álvaro de Albornoz y Ángel Galarza;
- por la Derecha Liberal Republicana: Niceto Alcalá-Zamora y Miguel Maura;
- por Acción Catalana: Manuel Carrasco Formiguera;
- por Acción Republicana de Cataluña: Macià Mallol Bosch;
- por Estat Català: Jaume Aiguader;
- por la Federación Republicana Gallega: Santiago Casares Quiroga;
- a título personal: Indalecio Prieto, Felipe Sánchez Román, y Eduardo Ortega y Gasset, hermano del filósofo. Gregorio Marañón no pudo asistir, pero envió una "entusiástica carta de adhesión".
El lector inteligente puede suponer los motivos por los que no se levantó acta por escrito ni de los temas tratados ni de los acuerdos alcanzados, pero se quedan en eso, en sospecha. Sólo conocemos lo que se habló a través de una "Nota oficiosa" que se publicó al día siguiente de la reunión en el diario “El Sol”, después de señalar la "unanimidad con que se tomaron las diversas resoluciones adoptadas" (sin explicar cuáles eran); en la "Nota oficiosa" se hacía un llamamiento a "las demás organizaciones políticas y obreras" (en referencia implícita al PSOE y a la UGT) para "sumar su poderoso auxilio a la acción que sin desmayos pretenden emprender conjuntamente las fuerzas adversas al actual régimen político". Secretismo para un complot en toda regla.
¿Diseñaron allí “tan democráticos personajes” (nótese la ironía) el fracasado golpe de estado republicano de los capitanes Fermín Galán y García Hernández? ¿Se habló acaso de cómo aprovechar unas elecciones municipales para proclamar la república?, quién sabe; solo conocemos los hechos y son: que sin esperar a las elecciones generales programadas para el 7 de mayo, el 12 de Abril de 1931, en unas elecciones municipales que no ganaron en votos las fuerzas republicanas, deciden tomar la calle y echar al Rey. Unas elecciones municipales no arbitran un cambio de régimen ni legitiman la deposición de un rey, es decir, se consumó un golpe de estado puro y duro.
Todo estaba coordinado: sin esperar al recuento oficial que más tarde se supo que había dado la victoria a los Monárquicos, los partidos republicanos toman las calles y se dirigen a Palacio; consideraron, con su talante democrático (nótese otra vez la ironía), que los votos de las pequeñas ciudades y los pueblos donde ganaron ampliamente las fuerzas no republicanas, no tenían ningún valor. Qué curioso además, que quienes podían defender el Palacio: la Guardia Civil, la Guardia Real y la Policía, se negaron a actuar. Así el Director General de la Guardia Civil, ni más ni menos que el General Sanjurjo, explicó a los ministros que no haría nada para restablecer el orden y que a partir de ese instante pasaba a servir a la República. El Jefe superior de policía de Madrid, el Coronel Aranguren ordena no intervenir en las manifestaciones que se están llevando a cabo y el Capitán de la Guardia Real de servicio le aclara al propio Alfonso XIII que si ordena cargar sobre la gente, los propios guardias irían contra él. En estas circunstancias, con la gente en la calle, los ánimos encendidos, las fidelidades perdidas y el Palacio Real cercado, al Rey no le queda otro camino que huir hacia el exilio, cosa que hace el día 14 de Abril por la noche. Otra singularidad es que, sin esperar a las elecciones generales del 7 de Mayo, los líderes republicanos Alcalá Zamora, Lerroux, Azaña, Fernández de los Ríos, Maura y Albornoz (que curioso, los mismos del Pacto de San Sebastián), se dirigen al Ministerio de la Gobernación y sin ninguna resistencia se les entrega el poder, nombrando a D. Niceto Alcalá Zamora como Presidente de la República. Muchos intelectuales, militares y algunos políticos republicanos como el propio Alcalá Zamora, no tardarían en arrepentirse del caos que estaba cercano a llegar.
Sirva como ejemplo de las libertades que se disfrutaron (otra ironía) en la II República, que el 20 de Octubre de 1931 se aprobó la LEY DE DEFENSA DE LA REPÚBLICA, instrumento muy sencillo de cuatro artículos, pensado para acabar totalmente con la posibilidad de hacer oposición al Gobierno de la República y que podríamos resumir en estas prohibiciones:
- Prohibición de la libertad de prensa
- Establecimiento de la Censura Previa
- Prohibición del derecho a Manifestación y Reunión
- Prohibición de lucir cualquier enseña o símbolo no republicano
- Prohibición de criticar a cualquier institución republicana y a sus representantes
Cualquier manifestación en favor de la Monarquía era considerado delito.
A la hora de emplear la citada Ley, se aplicó la ley del embudo; un ejemplo: según la norma, era una agresión a la República la comisión de actos violentos por motivos religiosos pero esto no se tuvo en cuenta cuando la violencia iba dirigida contra propiedades, personas o signos religiosos, sino cuando las personas religiosas que habían sido atacadas devolvían el golpe.
Por eso no es de extrañar que cuando un partido no republicano, la CEDA, venció en las elecciones generales de 1933, no se le permitió por parte del Presidente de la República Niceto Alcalá Zamora formar Gobierno, nombrando al Jefe de un partido de Centro, pero repúblicano, el Sr. Lerroux, el formarlo y de ahí también que en Octubre de 1934 cuando Lerroux decidió compensar a la CEDA con tres Ministros, se produjera la Revolución de Asturias y por otros motivos, la proclamación del Estado catalán independiente por Francesc Maciá.
Ésta iba a ser una de las grandes trabas de la República: conseguir dominar los desmanes de sus propios correligionarios, abusando de los que de facto estaban ya condenados por no serlo.
Víctor Pascual Viciedo Colonques es Presidente de la Associació de Llauradors Independents Valencians (ALIV)