18 de Julio de 1936: Los verdaderos motivos del alzamiento

Víctor Viciedo el Mié, 18/07/2018 - 08:12

“El 18 de Julio de 1936, unos militares fascistas, sedientos de poder, se levantaron en armas contra el pueblo y contra su gobierno legítimo salido de unas elecciones democráticas, tras derrotarlo en una guerra desigual, sometió al pueblo español a una sangrienta tiranía de casi 40 años, bajo los dictados del Hitler español: el General Francisco Franco”.

Este es el simplón relato de los hechos que la actual izquierda española, aprovechando la incultura del español medio, nos está imponiendo a través de unos medios de comunicación sectarios y una derecha acomplejada, que ante el riesgo de ser calificada de Franquista, prefiere rehuir el debate. Menos lobos Caperucita, ni los militares que se sublevaron eran tan malos, ni el Frente Popular era tan democrático

Los verdaderos motivos que desembocaron en aquella guerra fratricida, cuyas heridas deberían estar cerradas ya que después de 82 años no queda casi nadie con vida de los que la protagonizaron, son bastante más complejos. A modo de resumen hay que buscarlos en:

  1. Una II República nacida de un golpe de Estado el 14 de Abril de 193
  2. Una opresiva Ley de Defensa de la República con una aplicación totalmente sectaria.
  3. Una amplia victoria de las derechas no republicanas en Noviembre de 1933 a las que el Presidente de la República D. Niceto Alcalá Zamora negó el gobierno, cediéndoselo al partido Radical del Sr. D. Alejandro Lerroux que sí era republicano.
  4. Revolución de Asturias de 1934 y levantamientos en otras ciudades de España como consecuencia de haber cedido el Presidente Lerroux tres ministerios  a la CEDA.
  5. Radicalización de los mítines de la izquierda en la campaña electoral de 1936, con discursos anticlericales, golpistas y revolucionarios.
  6. Fraude electoral en las elecciones de Febrero de 1936
  7. Asesinatos, anticlericalismo activo y pistolerismo desde las elecciones hasta el asesinato del líder de la derecha D. José Calvo Sotelo

14 DE ABRIL DE 1931 NACIMIENTO DE LA SEGUNDA REPÚBLICA

El Rey Alfonso XIII se había vinculado totalmente con la Dictadura de Miguel Primo de Rivera. Dictadura que cayó el 28 de Enero de 1930 porque, a pesar de que había conseguido terminar con la guerra en Marruecos y eliminar la espina del Desastre de Annual con el Desembarco de Alhucemas; de que había modernizado España creando infraestructuras de comunicación e hídricas con un Plan Hidrológico Nacional y de que había hecho mejorar sustancialmente  la economía de España y de los españoles; más que el pueblo, los políticos no perdonaban la falta de juego democrático, por lo que la presión de la oposición política unido a alguna conspiración militar y al agravamiento de la diabetes del dictador que le llevaría a la tumba poco después de dejar el poder, hizo que Primo de Rivera presentase su dimisión. El Rey, totalmente desprestigiado, en un intento de regresar a la normalidad constitucional, nombró al General Dámaso Berenguer como Jefe del nuevo gobierno. El General Berenguer quiso devolver a la Corona su autoridad moral desvinculándola de la dictadura. Días después disuelve la Asamblea Nacional y los partidos empiezan a operar con total libertad. Berenguer diseña un calendario para la normalidad democrática poniendo fecha a unas elecciones municipales y otras generales para Congreso y Cortes. Pero la sublevación contra el Rey ya se estaba gestando, las elecciones generales jamás se celebrarían; a los republicanos les valió con manipular las elecciones municipales para terminar con la Monarquía.

El complot se empezó a gestar en una reunión republicana que se celebró en San Sebastián el 17 de Agosto de 1930, donde asistieron, entre otros, los mismos que el día 13 de Abril tomarían el Ministerio de la Gobernación para declarar la II República (Alejandro Lerroux, Manuel Azaña, Fernández de los Ríos, Miguel Maura, Álvaro de Albornoz, Ángel Galarza, Indalecio Prieto y Niceto Alcalá Zamora). La finalidad de la reunión era elaborar y coordinar un programa y un plan concreto de actuación para derribar a la Monarquía de Alfonso XIII e implantar la II República.

El lector inteligente puede suponer los motivos por los que no se levantó acta por escrito de los temas tratados ni de los acuerdos alcanzados. Sólo conocemos de la existencia de la reunión por una "Nota oficiosa" que se publicó al día siguiente en el diario “El Sol”. Secretismo para un complot en toda regla.

¿Diseñaron allí “tan democráticos personajes” el fracasado golpe de estado republicano de los capitanes Fermín Galán y García Hernández? ¿Se habló acaso de cómo aprovechar unas elecciones municipales para proclamar la república?, quién sabe; solo conocemos los hechos y son: que sin esperar a las elecciones generales programadas para el 7 de mayo, el 12 de Abril de 1931, en unas elecciones municipales que no ganaron en votos las fuerzas republicanas, deciden tomar la calle y echar al Rey.  Unas elecciones municipales no arbitran un cambio de régimen ni legitiman la deposición de un rey, es decir, se consumó un auténtico golpe de Estado.

Todo estaba coordinado: sin esperar al recuento oficial que más tarde se supo que había dado la victoria a los Monárquicos, los partidos republicanos toman las calles y se dirigen a Palacio; consideraron, “con su talante democrático”, que los votos de las pequeñas ciudades y los pueblos donde ganaron ampliamente las fuerzas no republicanas, no tenían ningún valor. Qué curioso además que quienes podían defender el Palacio: la Guardia Civil, la Guardia Real y la Policía, se negaron a actuar. Así, el Director General de la Guardia Civil, ni más ni menos que el General Sanjurjo, explicó a los ministros que no haría nada para restablecer el orden y que a partir de ese instante pasaba a servir a la República. El Jefe superior de policía de Madrid, el Coronel Aranguren ordena no intervenir en las manifestaciones que se están llevando a cabo y el Capitán de la Guardia Real de servicio le aclara al propio Alfonso XIII que si ordena cargar sobre la gente, los propios guardias irían contra él. En estas circunstancias, con la gente en la calle, los ánimos encendidos, las fidelidades perdidas y el Palacio Real cercado, al Rey no le queda otro camino que huir hacia el exilio, cosa que hace el día 14 de Abril por la noche.

A continuación, los líderes republicanos Alcalá Zamora, Lerroux, Azaña, Fernández de los Ríos, Maura y Albornoz, ¡qué casualidad!, los mismos del Pacto de San Sebastián, se dirigen al Ministerio de la Gobernación y sin ninguna resistencia se les entrega el poder, nombrando a D. Niceto Alcalá Zamora como Presidente de la República.

LA OPRESIVA “LEY DE DEFENSA DE LA REPÚBLICA”

Sirva como ejemplo “de las libertades que se disfrutaron” (nótese la ironía) en la II República, que el 20 de Octubre de 1931 se aprobó la LEY DE DEFENSA DE LA REPÚBLICA, instrumento muy sencillo de pocos artículos, pensado para acabar totalmente con la posibilidad de hacer oposición al Gobierno de la República y que podríamos resumir en estas prohibiciones:

-   Prohibición de la libertad de prensa

-   Establecimiento de la Censura Previa

-   Prohibición del derecho a Manifestación y Reunión

-   Prohibición de lucir cualquier enseña o símbolo no republicano

-   Prohibición de criticar a cualquier institución republicana y a sus representantes

Cualquier manifestación en favor de la Monarquía era considerada delito.

A la hora de emplear la citada Ley, se aplicó la ley del embudo; un ejemplo: según la norma, era una agresión a la República la comisión de actos violentos por motivos religiosos pero esto no se tuvo en cuenta cuando la violencia iba dirigida contra propiedades, personas o signos religiosos, sino cuando las personas religiosas que habían sido atacadas devolvían el golpe.

Ésta iba a ser una de las grandes trabas de la República: conseguir dominar los desmanes de sus propios correligionarios, abusando de los que de facto estaban ya condenados por no serlo.

ELECCIONES GENERALES DE 19 DE NOVIEMBRE DE 1933: VENCE LA CEDA PERO GOBIERNA LERROUX

En las elecciones de Noviembre de 1933 se produce un vuelco espectacular respecto de las 'constituyentes' de 1931; el pueblo comenzaba a desencantarse del caos y desgobierno de Azaña y sus socios de izquierda, materializados en: la eliminación de la presencia de la Iglesia en la enseñanza; ataques violentos a los lugares de culto católico; procesos a antiguos políticos monárquicos; los sucesos en Castelblanco y Arnedo en Enero de 1932, donde los socialistas provocaron sendos motines armados asesinando a agentes del orden público; sublevación armada Anarquista en el Alto Llobregat; y por último los acontecimientos de Casas Viejas en Enero de 1933 donde, como respuesta al asalto del puesto de la Guardia Civil y asesinato de dos guardias civiles a manos de un intento revolucionario anarquista, siguió una violenta represión y el fusilamiento ilegal de algunos de los anarquistas.

La coalición de la derecha no republicana con la CEDA al frente, se alzó con la victoria con un 40,57% de los votos y en torno a los 202 diputados, mientras que los partidos de Centro con el partido Radical a la cabeza obtuvieron 172 y la izquierda vio reducida su representación a 91 diputados

La moderación de los discursos de la derecha contrastaban con la radicalidad de los de la izquierda. José María Gil-Robles, líder de la CEDA, hizo un llamamiento a la concordia en su último discurso de campaña:

“Estamos como un ejército en el paroxismo de la lucha, en pie de guerra, y sin embargo yo quisiera que el choque no llegara. Paz y cordialidad, a quienes nos voten y a quienes no nos voten“.

Mientras que Largo Caballero empleó un tono golpista durante toda la campaña:

“Los obreros han terminado con el mito republicano. Todos entienden que ya no queda otro camino a seguir sino el de la República socialista. Para nosotros, cuantas más dificultades encuentren nuestros enemigos en la solución de los problemas nacionales, mejor. Estamos dispuestos a no retroceder y a llegar a donde sea necesario. Necesitaremos someter a nuestros enemigos para conseguir la completa emancipación de la clase proletaria“.

¿Cómo iban a aceptar unas izquierdas tan radicalizadas la victoria de un partido, no solo de derechas, sino también no republicano? La República tenía que defenderse. Nadie había violado las leyes, ni había hablado siquiera de cambiar el sistema por una monarquía, pero la República aplicó su particular “artículo 155” y el Presidente de la Republica D. Niceto Alcalá Zamora, cediendo a las presiones que recibía, ordenó formar gobierno al centrista, pero republicano, D. Alejandro Lerroux. El presidente Alcalá-Zamora tiempo después reconociendo dichas presiones escribió:

“Nada menos que tres golpes de Estado se me aconsejaron en 20 días [por las izquierdas republicanas]. El primero a cargo de Botella, el Ministro de Justicia, quien propuso la firma de un decreto anulando las elecciones hechas. Inmediatamente después propuso Gordón Ordás, Ministro de Industria, que yo disolviese las nuevas Cortes. Pocos días más tarde, Azaña, Casares y Marcelino Domingo dirigieron a Martínez Barrio, Presidente del Consejo, una carta de tenaz y fuerte apremio en la que el llamamiento tácito a la solidaridad masónica se transparentaba clarísimo“.

La maniobra golpista de Azaña y sus compañeros fue la más peligrosa, pues presionaron reiteradamente para suspender la reunión de las Cortes salidas de las urnas, formar un Gobierno con los partidos de izquierda y organizar una nueva consulta electoral con garantía de triunfo de los derrotados.

La ERC, nacionalista catalana de izquierda, reaccionó con estridentes amenazas. La Humanitat, periódico de Companys, clamaba:

“¡En pie de guerra! Ha ganado toda la tropa negra y lívida de la Inquisición y el fanatismo religioso, para apuñalar a la democracia. No ha sido la Lliga ni Acción Popular la triunfadora. Ha sido, aquí y fuera, el obispo. Ha sido la Iglesia, ha sido Ignacio de Loyola“. Y concluía: “Es la hora de ser implacables, inflexibles, rígidos. Sin perder la serenidad, sólo hay que escuchar una voz, que resonará, si hace falta, en el momento preciso“.

La CNT replicó a las elecciones con su más sangrienta insurrección hasta la fecha, causando en varias provincias un mínimo de 89 muertos, 20 de ellos en un tren que cayó desde un puente dinamitado por los anarquistas.

REVOLUCIÓN DE ASTURIAS DE 1934

El gran triunfador de las urnas había sido Gil-Robles, con la CEDA como partido más votado, y por tanto con plena capacidad legal para exigir el poder o al menos controlarlo con su mayoría, pero ante la evidencia de una izquierda dispuesta a todo para evitar el merecido poder de la derecha, prefirió esperar a que se calmasen los ánimos. El 1 de octubre de 1934, Gil Robles decidió exigir al Gobierno de Lerroux, tener una pequeña representación en el gobierno y, de esa forma, el 4 de octubre el Presidente del Gobierno nombró tres ministros de la CEDA.

Este “provocador” gesto fue el que justificó a la “democrática” izquierda, que llevaba meses almacenando armas, el lanzar su gente a la calle. Se produjeron revueltas en muchas ciudades de España, pero únicamente triunfaron en Asturias, en donde los sublevados contaron con el apoyo de 30.000 mineros y armas provenientes de las fábricas de armas de Oviedo, de Trubia y de un barco que “casualmente” se encontraba en la Ría Asturiana de Pravia y cuyo cargamento (armas de la URSS de Stalin) había sido desembarcado por orden de Indalecio Prieto (Líder del PSOE) y transportado en camiones a la Diputación Provincial controlada por el PSOE.

La respuesta del Gobierno fue muy clara: el 5 de octubre, el Ministro de la Guerra Diego Hidalgo nombró asesor al General Franco, que ordenó inmediatamente que los legionarios y regulares desembarcasen en Gijón para que marcharan sobre Oviedo.

Los golpistas no perdieron el tiempo y desataron todo el odio contenido, especialmente contra la Iglesia; en diez días que duró la insurrección, asesinaron a 28 religiosos de un total de 115 crímenes y quemaron 58 iglesias además de 26 fábricas, 58 puentes, 63 edificios particulares, 730 edificios públicos, 66 puntos del ferrocarril inutilizados y 33 en las carreteras. En combate murieron 256 militares y más de 900 fueron heridos

Cuando terminó la insurrección se detuvo a 15.000 personas; la mayoría salieron en los siguientes meses, aunque quedaron algunos que excarceló el Frente Popular por el artículo 33 tras su victoria en febrero del 36.

La consecuencia de la revuelta es que la República queda herida de muerte. La radicalidad y la intolerancia de la izquierda se acrecientan y pierde el complejo a decir claramente que con votos o sin ellos tienen que tomar el Poder. Posiblemente, octubre del 34 fue el prólogo de la guerra civil, una guerra civil que empieza a ser deseada por ambos bandos.

RADICALIZACIÓN DE LA CAMPAÑA ELECTORAL DE 1936

Tras el fracaso del golpe de Estado de octubre del 34, la frustración de la izquierda creció y ya no ocultaba sus propósitos revolucionarios. Para comprender estos procesos de odio que llevan a una revolución es necesario comprender cómo, a lo largo de la II República, una sociedad próspera que dejó la dictadura de Primo de Rivera se había ido empobreciendo con un paro creciente y huelgas casi a diario. Ese era el caldo de cultivo ideal para aplicar los métodos que los ideólogos Socialistas Marx, Engels o el Anarquista Bakunin, propugnaban para un cambio radical de la sociedad, en donde se repartieran las riquezas; obviamente, “estos lumbreras” no contemplaban que la riqueza no es un bien constante, sino que igual que se crea, se destruye, y al final no queda nada para repartir. En cuanto al anticlericalismo, que tantas muertes de religiosos causó, procede también de estos “contertulios de café”, y así Marx decía que “La religión es el opio del pueblo” o Bakunin que dedicó todo un libro a la religión “Dios y el Estado”, decía que «Basta un amo en el cielo para que haya mil en la tierra» o "Si dios existiese realmente, habría que hacerlo desaparecer"

Los líderes políticos del Frente Popular español miraban a Rusia, en donde violentamente y en contra de la voluntad de las urnas, Lenin se había hecho con el poder y posteriormente Stalin, con millones de muertes en sus espaldas, aplicaba el comunismo con mano de hierro. Algunos líderes como Largo Caballero  aspiraban conseguir lo mismo para España y prueba de ello son las frases que el Lenin español decía en sus mítines:

“Quiero decirles a las derechas que si triunfamos colaboraremos con nuestros aliados; pero si triunfan las derechas nuestra labor habrá de ser doble, colaborar con nuestros aliados dentro de la legalidad, pero tendremos que ir a la Guerra Civil declarada. Que no digan que nosotros decimos las cosas por decirlas, que nosotros lo realizamos” 19-01-1936 en un acto electoral en Alicante, y recogido en El Liberal, de Bilbao.

“La clase obrera debe adueñarse del poder político, convencida de que la democracia es incompatible con el socialismo, y como el que tiene el poder no ha de entregarlo voluntariamente, por eso hay que ir a la revolución” Mitin en Linares el 20-01-1936.

“La transformación total del país no se puede hacer echando simplemente papeletas en las urnas… estamos ya hartos de ensayos de democracia; que se implante en el país nuestra democracia”, “Si los socialistas son derrotados en las urnas, irán a la violencia, pues antes que el fascismo preferimos la anarquía y el caos” 10-02-1936, en el Cinema Europa.

La campaña fue muy sucia y se cerró con 41 muertos y 80 heridos de gravedad. La violencia se instaló en las calles y los comicios adquirieron un carácter plebiscitario en un ambiente viciado, radicalizado y violento

FRAUDE ELECTORAL EN LAS ELECCIONES DE FEBRERO DE 1936

Fruto de esa radicalización fue la necesidad imperiosa del Frente Popular de conseguir la victoria en las elecciones de febrero de 1936 y para ello, sus partidarios no dudaron la noche del 16 al 17, sin que hubiera finalizado el recuento, en tomar las calles celebrando una supuesta victoria del Frente Popular, asaltando colegios electorales y cambiando o destruyendo actas. Historiadores como: César Vidal, Ricardo de la Cierva, Pio Moa o Stanley Payne, en distintos libros, denuncian las irregularidades de ese proceso electoral en: Cáceres, La Coruña, Lugo, Pontevedra, Granada, Cuenca, Orense, Salamanca, Burgos, Jaén, Almería, Valencia y Albacete. Habrá quien diga que se trata de historiadores poco serios, que son Franquistas o Fascistas; pero no es un asunto de opiniones sino de datos y documentación: ni más ni menos que D. Niceto Alcalá Zamora, el que fuera primer Presidente de la II República, desde su exilio en París, en una entrevista al “Journal de Geneve”, denunciaba las irregularidades de los comicios del 36:

“A pesar de los esfuerzos sindicalistas, el Frente Popular obtenía solamente un poco más, muy poco, de 200 actas, en un Parlamento de 473 diputados. Resultó la minoría más importante, pero la mayoría se le escapaba. Sin embargo logró conquistarla consumiendo dos etapas a toda velocidad, violando todos los escrúpulos de legalidad y de conciencia.
.-Primera etapa: desde el 17 de febrero, incluso desde la noche del 16, el Frente Popular, sin esperar al fin del recuento del escrutinio y la proclamación de los resultados, la que debería haber tenido lugar ante las Juntas Provinciales del Censo en el jueves 20, desencadenó en la calle la ofensiva del desorden; reclamó el Poder por medio de la violencia. Algunos Gobernadores Civiles dimitieron. A instigación de dirigentes irresponsables, la muchedumbre se apoderó de los documentos electorales: en muchas localidades los resultados pudieron ser falsificados.
.-Segunda etapa: conquistada la mayoría de este modo, fue fácilmente hacerla aplastante. El Frente Popular eligió la Comisión de validez de las actas parlamentarias, la que procedió de una manera arbitraria. Se anularon todas las actas de ciertas provincias donde la oposición resultó victoriosa; se proclamaron diputados a candidatos amigos vencidos. Se expulsaron de las Cortes a varios diputados de las minorías (…)”

Recientemente, dos historiadores, Manuel Álvarez Tardío y Roberto Villa García, han corroborado con sus investigaciones lo afirmado por D. Niceto Alcalá Zamora y lo han plasmado en su libro 1936: Fraude y Violencia. No sólo confirman que la derecha se impuso por 700.000 votos en el conjunto de España, sino que explican con pruebas los casos más escandalosos de fraude.

Actas con raspaduras y dígitos cambiados para añadir más votos que los reales a los candidatos del Frente Popular en Jaén, donde hubo urnas con más votos que votantes; recuento adulterado gravemente en La Coruña; fraude en Cáceres, Valencia -con escrutinios a puerta cerrada sin testigos- o Santa Cruz de Tenerife, donde "la victoria oficiosa del centro-derecha se convirtió en un corto triunfo del FP, que se anotó los cuatro escaños de las mayorías; desvíos de votos en Berlanga, Don Benito y Llerena para perjudicar a la CEDA... Al menos el 10% del total de los escaños repartidos (lo que supone más de 50) no fue fruto de una competencia electoral en libertad. Si a los 240 asientos conseguidos por el Frente Popular se le restan los más de 50 que fueron fruto del fraude, las izquierdas no habrían llegado al Gobierno.

ASESINATOS, ANTICLERICALISMO ACTIVO Y PISTOLERISMO DESDE LAS ELECCIONES HASTA EL ASESINATO DEL LÍDER DE LA DERECHA D. JOSÉ CALVO SOTELO

La violencia, el caos y el deseo de guerra civil se incrementaron tras la victoria del Frente Popular. El Gobierno, más que no poder controlar los abusos, era cómplice de ellos. Una confrontación armada con ellos en el poder, dominando las Fuerzas del Orden y el Ejercito, les llevaría a su ansiado tránsito a una revolución socialista.

En la sesión de Cortes del 16 de junio de 1936, José María Gil Robles, líder de la CEDA, expuso: "Entre el 16 de febrero y el 15 de junio inclusive, fueron destruidas 160 iglesias, se sofocaron 251 incendios en templos, hubo 269 muertos, 1287 heridos, 113 huelgas generales, 228 huelgas parciales, 10 periódicos totalmente destruidos (...) amén de innumerables asaltos a tiendas". Todos estos desmanes, que entre otras cosas prueba el odio a la religión de las izquierdas, no se correspondían con detenciones de revolucionarios, más bien al contrario, se detenía a los que respondían ante estas provocaciones, entre ellos al líder de falange José Antonio Primo de Rivera, que fue encarcelado por tenencia ilícita de armas, una única pistola que por otro lado poseían muchos líderes políticos que temían por su integridad.

Ante estos abusos, el Presidente de la República Manuel Azaña era conocedor de ciertas reuniones conspirativas en Madrid de ciertos Generales como Emilio Mola o José Sanjurjo, pero no le preocupaba ya que sería la oportunidad de aplastar definitivamente a la derecha.

En este ambiente llegamos al asesinato del líder de Renovación española D. José Calvo Sotelo el 13 de Julio de 1936 y el intento de hacer lo mismo con el líder de la CEDA  José María Gil Robles, al que no encontraron por encontrarse en Biarritz. El crimen lo cometieron miembros de “La Motorizada”, grupo paramilitar que el líder socialista Indalecio Prieto utilizaba como escolta en sus desplazamientos pero también para ajustar cuentas asesinando a personas molestas para el líder socialista.

Por parte de la izquierda se pretende vender el asesinato de Calvo Sotelo como una venganza de los Guardias de Asalto y amigos del Teniente de la Guardia de Asalto José Castillo por su asesinato, al parecer por falangistas. En principio la historia es creíble sino fuera porque el asesinato estaba ya planeado de mucho antes y el propio Calvo Sotelo, que tuvo noticias de lo que se planeaba a través de sus propios escoltas, que habían recibido instrucciones de inhibirse en caso de atentado a su persona; fue a denunciarlo al Ministro de la Gobernación Juan Molés, sin que este le hiciera ningún caso.

Era tan conocida su ejecución que, un día antes de su asesinato, pronunció un famoso discurso que pareció anticipar su destino "Es preferible morir con gloria a vivir con vilipendio"; Dolores Ibarruri, la Pasionaria, del partido comunista de las Cortes, le gritó: “Este es tu último discurso” y así lo atestigua Tarradellas en una entrevista y el historiador y parlamentario en aquella época Salvador de Madariaga.

Por último, el 15/07 José María Gil Robles en un discurso en las Cortes acusaba al Gobierno de la escalada de violencia y de conocer el Plan del asesinato:  “Desde el 16 de junio al 13 de julio, inclusive, se han cometido en España los siguientes actos de violencia(…): 10 Incendios de iglesias; (…) 61 muertos; 224 heridos de diferente gravedad;(…); 129 huelgas generales; 74 bombas; (…). Esto en veintisiete días.”

¿Es el asesinato de Calvo Sotelo el detonante de la Guerra Civil? En cierta manera sí, aunque la Guerra Civil se venía preparando desde hacía tiempo. Quizá este asesinato, lo que sirvió es para que el General Franco se decidiera a apoyar el golpe, ya que Franco había negado su apoyo al golpe tanto al General Mola, verdadero planificador del golpe, como al propio Calvo Sotelo.

Ante los datos expuestos podemos concluir que la confrontación no podía evitarse; España se polarizó en dos bandos que, desde mucho antes del estallido civil, estaban deseando una confrontación bélica abierta, unos para conseguir una revolución socialista siguiendo el ejemplo ruso y los otros porque se resistían a ser aplastados por el odio y el radicalismo de los primeros. No olvidemos que el comunismo en Rusia costó más de 23 millones de muertes con Stalin, que en la china de Mao, fueron más de 70, que en Camboya Pol Pot exterminó a un tercio de la población y que otros monstruos menores en Europa, África e Hispanoamérica, han encarcelado y asesinado a todo aquel que discrepe del régimen comunista; que nunca llega al poder democráticamente, siempre del mismo modo, como quiso alcanzarlo en España: con una revolución y asesinando a los discrepantes.  Todos estos hechos debiéramos verlos sin pasión; el tiempo transcurrido es el suficiente  para haber borrado las heridas, pero la radicalidad con que la izquierda quiere cambiar el relato, imponiendo el suyo por ley, da que pensar que, desgraciadamente, no han cambiado tanto las cosas. Por la memoria de quienes padecieron el terror rojo anticlerical y por la de quienes lucharon para que el comunismo no se impusiera en España, no debemos tener complejos en debatir con datos su nuevo relato de la historia basado en la imaginación.

Víctor Pascual Viciedo Colonques es Presidente de la Associació de Llauradors Independents Valencians (ALIV)

 

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