Actitudes políticas conciliadoras de FRAY VICENTE FERRER (I)

Resumen:

El prestigio intelectual y la ecuanimidad del predicador dominico fray Vicente Ferrer (1350-1419) le llevaron a ser requerido por grandes personalidades de la época para intervenir como conciliador y hombre de paz en grandes conflictos políticos y religiosos de la Europa bajomedieval como fueron los enfrentamientos y luchas de los bandos sociales en Valencia; el Compromiso de Caspe para elegir rey de la Corona de Aragón; el dar solución al Cisma de Occidente, y en las “Disputas teológicas de Tortosa-Sant Mateu” o “controversias judeo-cristianas” y favorecer la conversión de judíos.

Palabras clave: Vicente Ferrer eficaz pacificador de los conflictos de su época.

 

Abstract:

The intellectual prestige and equanimity of the Dominican preacher FrayVicente Ferrer (1350-1419) led him to be required by great personalities of the time to intervene as aconciliator and man of peace in major political and religious conflicts of late medieval Europe as were the clashes and struggles of social groups in Valencia; the Commitment of Caspe to choose king of the Crown of Aragon; the solution to theWestern Schism, and in the “Disputes theologicals of Tortosa-Sant Mateu” or “Judeo-Christian controversies” and favor the conversion of Jews.

Key words: Vicente Ferrer effective pacifier of the conflicts of his time.

 

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1. Introducción

El año 2019 se celebró el VI centenario de su fallecimiento. La ciudad de Valencia acogió un congreso internacional sobre el santo valenciano Vicente Ferrer (Valencia, 1350-Vannes, 1419). La Facultad de Teología junto con la Archidiócesis de Valencia, la Universidad Católica San Vicente Mártir, la Universidad Cardenal Herrera-CEU, organizó el congreso “San Vicente Ferrer, mensajero del Evangelio. Ayer y hoy”. Otras instituciones culturales, como la Real Academia de Cultura Valenciana, también han impartido ciclos de conferencias en este año vicentino sobre este insigne dominico que ocupa un lugar destacado dentro de la historia valenciana, no sólo por sus escritos, sino también por la influencia religiosa y política que ejerció en su época y dedicó el número 95 de sus Anales (2020) a analizar su figura y obra.

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Nuestro Santo, patrono del antiguo reino de Valencia, fue una personalidad comprometida. Fue uno de los predicadores más eminentes de la Europa bajomedieval. Eficaz pacificador, fue llamado para calmar los ánimos e intervenir en los enfrentamientos de los bandos -bandositats- en Valencia y terciar en la búsqueda de una salida conciliadora al conflicto. Tomó parte activa en el Cisma de Occidente y en las deliberaciones del Compromiso de Caspe para elegir rey de la Corona de Aragón. Participó en las famosas “Disputas teológicas de Tortosa-Sant Mateu” para atenuar las “controversias judeo-cristianas”. Sus predicaciones y consejos tuvieron como objetivo esencial conseguir la paz y la concordia. Fue consejero de reyes y papas. Desarrolló una gran labor evangelizadora para convertir judíos e inducir a los fieles a la piedad e indulgencia. Sus sentencias, en un tiempo de extendida crisis moral, reflejan que fue un gran reformador de costumbres.

Desarrolló su apostolado durante 20 años, predicando por tierras del Occidente Europeo. Su mensaje llevaba la paz a los pueblos, reconciliaba a los enemigos, moralizaba la sociedad, convertía a millares de moros y judíos, transformaba al pecador, e inducía a la piedad y a la misericordia.  

Vivió en una época de profundas tribulaciones humanas, en los años crepusculares de la Baja Edad Media, cuando se vislumbraba profundos cambios sociales, religiosos y culturales que proclamaban el advenimiento de una nueva concepción de la vida y cambio de las mentalidades. En 1410 fray Vicente Ferrer creó la institución benéfica del Colegio Imperial de niños huérfanos, destinado a recoger a los abandonados de la ciudad de Valencia.

En San Vicente Ferrer, dominico de formación tomista y hombre realista y vigoroso, se conjugaron las facetas de escritor taumaturgo, político y teólogo. Su oratoria le llevó a ser requerido para que predicara en pueblos y ciudades, y dictaminara en cuestiones ciudadanas por ser considerado un hombre ecuánime. Fue una de las personalidades que mayor influencia tuvo en la Europa de su tiempo.

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La vida de Sant Vicent Ferrer, obra impresa en 1510 y redactada por Miquel Pérez en valenciana prosa, es la primera biografía del Santo. En ella se resaltan las virtudes del predicador y el recuerdo de lo que la tradición había conservado de sus devociones, parábolas, profecías y milagros. El autor nos ofrece, de manera ampulosa, una primera descripción de este insigne valenciano. Sirva de ejemplo este relato que hace del dominico:

“Lo clar sol de justicia Deu Jesus Salvador nostre, per iluminar la escura nit de infidelitat que lo mon enfosquia, volgue fer naxer en la noble y famosa ciutat de Valencia al glorios Sent Vicent Ferrer, per que ab la resplandor de la sua luminosa doctrina bandejas tan escures tenebres. Fon lum clara per virginitat de ardent caritat encesa, guiant a la celestial patria ad aquells que desviats de la Sancta fe catholica, per lo cami de errades obres acaminaven” (1).

Fue un profundo conocedor de las sagradas escrituras y de las diversas corrientes del pensamiento, seguidor de las doctrinas de Santo Tomás de Aquino, defensor de la Iglesia y del papado, profesor competente, teólogo, y extraordinario predicador que llegaba a todas las clases sociales con su rica y variada oratoria como se refleja en sus sermones.

Este dominico valenciano fue un ejemplo de elocuencia, santidad y ciencia; y también de europeísmo y valencianidad. Muchos valencianos deseamos que esta conmemoración del VI Centenario sirva para impulsar a Vicente Ferrer a ser proclamado doctor de la Santa Iglesia (2).

La actitud conciliadora de Vicente Ferrer se pone de manifiesto al analizar la labor pacificadora desarrollada en los diversos hechos políticos y religiosos de transcendencia histórica en los que intervino y en sus mensajes evangelizadores.

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2. Enfrentamiento de los bandos sociales en la Corona de Aragón

En el seno del Reino de Valencia, así como en toda la Corona de Aragón, los enfrentamientos de los bandos sociales era una constante. Las ansias de ocupar los cargos representativos en la gobernabilidad local y regnícola y el deseo de influencia de poder sobre la Corona impulsaron a luchas entre diversas familias nobiliarias.

Los bandos estaban integrados no solamente por nobles y caballeros, sino también por ciudadanos y no pocos menestrales. El 23 de noviembre de 1370 se hizo una “crida publica” ordenando “que algu dels menestrals o altres del poble de la present ciutat no gose o presomexca, sots pena de vida e bens, inmiscuirse en les bandositats urgents entre los magnats, nobles, barons, cavalllers o ciutadans de la present ciutat e Regne ni armarse ab aquells” (3).

Una carta de 2 de agosto de 1379 a los jurados micer Miquel Apiera y micer Domingo Mascó, embajadores de la ciudad de Valencia en la Corte, les transmitía que mosén Berenguer de Vilaragut y mosén Eximen Pérez de Arenós continuaban haciendo los preparativos necesarios para la lucha y aunque tanto el Gobernador como los jurados habían hecho todo lo que habían podido por acabar con los enfrentamientos de los bandos,   éstos no obedecían ni procuraban la paz, por lo que les rogaban que obtuvieran del Rey que mandara al Gobernador y a ellos para que expulsaran a esta gente de Valencia y de su término, pues sabían que unos en Manises y otros en Puzol se preparaban para la guerra y además habían escrito al Rey para que prevalecieran sus respectivos deseos (4).

Un documento de 1 de abril de 1381 testimonia que fray Vicente Ferrer se encontraba en Valencia en esa fecha y a ruegos de los “jurats” de la ciudad y del Gobernador el Santo “havía encomençat a entendre en la pacificacio de les bandositats”, habiendo sido requerida su mediación y la predicación (5).

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La intervención de Vicente Ferrer, la actuación del Gobernador, de los Jurados y del Justicia en lo Criminal y especialmente el cansancio producido por la larga lucha por el control de la ciudad contribuyeron, transitoriamente, a la pacificación deseada para la tranquilidad de Valencia, hecho que coincidió con la venida de los reyes en 1382, después de haberse coronado la reina doña Sibilia en Zaragoza (1381). La llegada de la reina -tercera esposa de Pedro IV el Ceremonioso- por primera vez a Valencia indujo a la celebración de grandes fiestas y que fuera agasajada (6).

Convencidos los “Jurats” de que la única manera de asegurarse la tranquilidad pública en Valencia era alejar a los que podían alterarla, se reunieron el Lugarteniente del Gobernador, el Justicia de lo Criminal, el Bayle y los asesores, y después de una larga deliberación acordaron como última providencia “que tots e sengles de cascuns bandos e lurs escuders e companyons e tots valedors ab armes de cascuns dells sien foragitats de la ciutat e de su terme” según había ordenado el Rey y hecho “crida pública”.

En escrito dirigido al reverendo Padre en Cristo y Señor el Cardenal de Boil, el día 17 de junio de 1398, se solicita al dominico, entre otras cosas, que intercediera ante el Papa para la

(…) pacificacio e conservacio en estament pacifich daquesta ciutat que molt ne fretura senyaladament per aquests malayts bandos que son en peior disposicio ara que james per una occasio novellament esdevinguda (7).

En Valencia, los “jurats” proveyeron muchas órdenes e hicieron propuestas a los reyes para que propiciaran la extinción de las “bandositats”-bandos-, pero unas veces por negligencia de los oficiales que tenían la obligación de hacerlas cumplir y otras porque lo mandado por el rey iba en contra de los “furs i privilegis”; lo cierto es que no encontraban la fórmula adecuada para solucionar los conflictos. El 17 de noviembre de 1401 los jurados de la ciudad de Valencia escribían al rey Martín I el Humano reflejando la triste situación en que se encontraba la ciudad, transmitiéndole que nunca había estado tan mal como se encontraba ahora, pues se combatía en las calles y barrios de sus enemigos y mataban a traición a los que creían que eran sus contrincantes y rogaron al Monarca que castigara fuertemente las desobediencias y sus órdenes que tan gravemente alteran la paz y tranquilidad de la ciudad.

(…) altres delitanse en matar homens, sils venen en avinentea, car en la matinada del present dia es estat atrobat un hom mort fora el mur de la ciutat, vers lo portal dels Tints, et diuse queu han fet dos homens a cavall de un dels bandos, nos sab de qual (8).

Asimismo, los “jurats” se dirigieron a los embajadores de la Ciudad en la Corte diciéndoles que soliciten al Rey que provea medidas si quiere restaurar esta ciudad y que las disposiciones no redunden en prejuicio o quebranten los “Furs e Privilegis de la ciutat e Regne”.

El Monarca cansado y hastiado de la larga lucha, estando en Valencia en 1404, y teniendo miedo del resultado de la elección de nuevos jurados, para evitar que salieran electos partidarios de cualquiera de los bandos, se presentó al Consell celebrado el 11 de abril pretendiendo que le otorgaran veinticuatro “redolins” de los cuales él elegiría seis, sin derogar fueros ni privilegios. A tal petición, el Consell se excusó, por no dar lugar y satisfacer su demanda (9).

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Enterado el Rey de que habían vuelto los bandos a la ciudad recriminó a los “jurats” y estos tuvieron la necesidad de defenderse y demostrar que no habían tomado parte en el hecho, según se refleja en documento de 16 de octubre de 1405 (10).

La Reina no desistía en el deseo de que finalizasen los bandos. El 27 de octubre escribió al obispo de la ciudad para que tratara “entre les dites bandositats pau e concordia o al menys alguna covinent treua” y a los Diputados del General para que ayudaran a cumplir lo que se proponía, dando a conocer su inquietud a los dirigentes de cada bando (11).

La situación conflictiva de la ciudad de Valencia era tan grave que los Diputados del General del Reino de Valencia instaron por carta la mediación de la reina María en este conflicto y ésta, el 18 de enero de 1406, exhortó vehementemente a su marido el rey Martí el Humano recriminándole su pasividad en ir a Valencia para pacificar los enfrentamientos entre los bandos que ponían en peligro a la ciudad.

Molt alt, molt excellent princeps e senyor, marit e senyor meu molt car.

Susare he reebuda una letra de don Ferran Lopez de Luna ab la qual, senyor, me notifica lo perill e lo mal stament an que la ciutat de Valencia es posada, concloent que si vos, senyor, no hi anats prestament e yverçosa, es dubte que la cita ciutat no vingue a total destruccio e extermini final (12).

El monarca Martín I el Humano vino a Valencia en 1407, año que concluyeron unas largas Cortes (1401-1407) con sesiones en Segorbe, Castellón y Valencia. La cuestión de los enfrentamientos de los bandos continuaba sin resolverse. Los “jurats” de la ciudad trataron especialmente con el rey de la paz o tregua entre los bandos, sin que el problema fuera resuelto (13).

Al marcharse el rey continuaron las luchas entre los bandos, y a los pocos días se trató la cuestión en el Consell General, haciendo el Gobernador una “crida” y publicando una “Lletra del rei” pidiendo que cesara el daño a la ciudad.

Los seguidores de los bandos ya no respetaban el edicto real y estaban dispuestos a citarse fuera de los límites fijados, yendo armados, para retarse y enfrentarse, si no lo impedía el Lugarteniente del Gobernador y el Justicia de lo Criminal.  

Los manuales de Letres missives del Archivo Municipal contienen numerosas diligencias que practicaron los “jurats” de Valencia para que fray Vicente Ferrer beneficiara con su santa predicación a los habitantes de la ciudad. El 12 de junio de 1409 (14) los jurados de Valencia le escribieron una misiva relatándole la situación en que se encontraba su amada Patria, Valencia, combatida y perturbada por los bandos entre las nobles familias de los Centellles y Mazas de Linaza, como anteriormente aconteció a principio de 1395 entre los Soler y los Díez. Este enconamiento se produjo también en 1400 en Aragón entre los partidarios de don Pedro de Ximénez de Urrea y don Antonio de Luna, llenando no sólo el Reino de Valencia de atrocidades y muertes violentas, sino la Corona de Aragón. A pesar del requerimiento hecho al dominico, éste no pudo complacer con la venida a sus conciudadanos por sus muchas ocupaciones, pero sí rogar a Dios por su Valencia natal para beneficiarla.

El 28 de agosto del mismo año 1409 los “jurats” de la ciudad de Valencia le remitieron otra carta en la que le manifestaron:

(…) seguns algunes vegades per la dita Ciutat vos stat scrit ab prechs en deute de Caritat, preservacio d’aquest poble posat en pressures per occasio de guerres e bandositats encarniçades entre grans persones, a les quals vos, deus meydants, porets donar bon remey (15).

En términos similares le enviaron otra misiva con fecha de 4 de diciembre de 1409 requiriéndole para que viniera a Valencia, ya que la ciudad lo necesitaba para restablecer la paz, tan necesaria en la ciudad, por las luchas entre los bandos sociales. Los “jurats” confiaban en que su predicación haría gran bien.

El razonamiento, el esfuerzo y la buena voluntad del conde de Denia, que para complacer a la Ciudad aceptó los poderes limitados que le confería el Rey, salvó a Valencia de un verdadero desastre.

Y con periodos de paz y luchas fue pasando el tiempo sin que se vislumbrara el fin de los enfrentamientos. Todas las disposiciones tomadas sólo servían para mejorar transitoriamente la situación, pero no para dar fin al conflicto.

A la muerte de Martín el Humano el 31 de mayo de 1410, los enfrentamientos entre los bandos valencianos tomaron un cariz más político, debido a las circunstancias por las que atravesaba el Reino. Los cabecillas de estos bandos nobiliarios apoyaron la opción que creían que tenía más posibilidades de ser elegido rey de la Corona de Aragón. Fernando de Antequera, representaba la opción de los Centellles, mientras el conde de Urgell fue apoyado por los Vilaragut.

El rigor del virrey y gobernador de Valencia, Arnau Guillem de Bellera, en tomar ciertas decisiones y el efecto de la venida de fray Vicente Ferrer, que llegó el 23 de junio y estuvo hasta el 26 de agosto de 1410, contribuyeron a la tranquilidad del Reino, hecho que sirvió para organizar los preparativos de la reunión del Parlamento valenciano.

El Libre de obres del archivo de la “Seu” de Valencia recoge referencias sobre la predicación del santo en 1410 en la Catedral Valentina (16). La admiración que despertaba Vicente Ferrer se deduce, también, de la documentación de las Letres missives del Archivo Municipal de Valencia que constatan que fue reclamado por los “jurats” para calmar las pasiones excitadas por los bandos que dividían la ciudad.

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El Dietari del capellà d’Anfons el Magnanim refleja, en el capítulo “De mestre Vicent Ferrer com entra en Valencia”:

En lo dit dia de MCCCCX, a XXIII de juny, vespra de sent Johan, entra en Valencia lo reverent mestre Vicent Ferrer, frare del monestir de sent Domingo, lo qual se dia legat “a latere Christi”, e lo dia de sent Joan, sermona en lo mercat de Valencia a les espatles de la esglesia de sent Johan. E tots jorns lo dit mestre dia missa cantada, ab moltes lagremes, e apres misa, sermonava, e los seus sermons heren de tanta gracia que totes generacions de gents l’entenien; e continuament lo seguien mes de CCC persones, entre homens e dones, on havia molts preveres e homens agraduats e de sciencia. E lo dit mestre Vicent hera (sic) natural de la ciutat de Valencia; e atura en Valencia fins a XXVI de agost del dit any (17).  

Acontecimiento que es registrado, igualmente, en los Anales Valencianos al señalar:

A XXIII de juny, dit any -1410-, vespra de Senct Juan entra mestre Vicent Ferrer en Valencia y vingue a dormir a la badia de Senct Juan aquella nit, e lo dia de Senct Juan sermona en lo Mercat, a la part de la Boceria(18).

Mientras se planteaba y resolvía el problema sucesorio el temor a una guerra civil estaba justificado y latente. La sociedad en los diversos territorios de la Corona de Aragón estaba dividida en bandos que apoyaban a Fernando de Trastamara o bien al conde de Urgell, llegando a reunirse en parlamentos opuestos. Los aragoneses, partidarios de los Trastamara, se reunieron en Alcañiz, mientras que los urgelistas lo hicieron en Mequinenza; los catalanes se reunieron en Momblach y después en Barcelona, y a fines de 1411 se trasladaron a Tortosa en busca de la cercanía de los parlamentos de Aragón y de Valencia (19).

La iniciativa del obispo Hugo de Lupia y Bagés en Valencia para reunir a los bandos enemistados resultó infructuosa. Los valencianos no llegaron a un acuerdo en principio, desdoblándose el Parlamento: el “Parlament de dins” se reunió en el Palacio del Real, y representaba la autoridad y la justicia; y el “Parlament de fora”, en Paterna, que tenía la consideración de una junta rebelde, trasladándose posteriormente, el primero, que agrupó a los Vilaragut, a Vinaròs y el segundo, que reunió a los Centelles, a Traiguera y posteriormente a Morella (20).

Habían renacido los poderosos bandos de los Luna y los Urrea en Aragón; los Centelles y los Vilaragut en Valencia (21). Los sicilianos pretendían proclamar Rey al nieto bastardo de Martín el Humano, Fadrique de Luna. Mallorca y Cataluña gozaban de una tranquilidad relativa.

En el reino de Valencia, los Centelles tenían el apoyo de la nobleza y preferían la opción del Trastamara, Fernando de Antequera; los Vilaragut, que se sentían respaldados por la clase popular, mayoritariamente, preferían al conde de Urgell. Ambos bandos representaban el antagonismo, “grosso modo”, del elemento aristocrático y popular respectivamente y pretendían proclamar a su pretendiente a cualquier precio (22). Es un tópico historiográfico mantener que en el Reino de Valencia el pueblo llano, capitaneado por el bando de los Vilaragut y por el gobernador Arnau Guillem de Bellera, era plenamente urgelista.

En el verano de 1411 la guerra entre los dos bandos nobiliarios estaba servida y dificultaba la elección del Rey, vía parlamentaria. El papa Benedicto XIII, el dominico valenciano Vicente Ferrer y el primer obispo de la diócesis de Valencia en el siglo XV Hugo de Lupiá y Bagés intervendrán para pacificar a los Centelles y a los Vilaragut y frenar los enfrentamientos, sin lograr conseguirlo (23).

El antagonismo originó un enfrentamiento civil, en el que, aparte de los bandos existentes en la ciudad, intervendrán don Jaime de Urgell y don Fernando de Antequera. Una batalla decidió la contienda a favor del infante de Antequera. Muerto el gobernador Guillem de Bellera, nombrado por el rey don Martín, que apoyaba la causa del conde de Urgell, el elemento aristocrático valenciano preparó el terreno para que la fórmula del derecho confirmase en Caspe la victoria obtenida en los campos de Morvedre en febrero de 1412.

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Retablo cerámico que representa la figura de Vicente Ferrer intentado pacificar los enfrentamientos entre los bandos de los Vilaragut y los Centelles. Obra de Jaime de Scals (2012)

En lo dit any MCCCCXII disapte, apres mig jorn, a XXVII de febrer, fonch vençuda la host de Valencia per mossen Bernat de Centelles e cavalls de Castella e de Valencia e gent de Morvedre, hon mori en Guillem de Bellera, visrey de Valencia, e foren morts mes de M homens de Valencia e molts presos qui s’agueren a rescatar, la batalla fonch prop la mar, entre Morvedre e Puçol, al Codolar (24).

Tras la derrota de Codolar y la muerte de Guillem de Bellera, gobernador de Valencia, el bando de los Vilaragut quedó diezmado y limitada la capacidad de los seguidores del conde de Urgell en esta confrontación sangrienta.

La noticia de la derrota y muerte del Gobernador cubrió de luto y desánimo la ciudad de Valencia por el número de víctimas que perecieron en el combate y por el desenlace que se preveía en la vida política del Reino. Los Centelles entraron en la ciudad y dominaron en poco tiempo diversos pueblos, no sin vencer la resistencia de los partidarios de los Vilaragut que lograron vencer a los Centelles el 24 de abril de 1412 en las cercanías de Castellón, y tomarse cierta revancha.

Los “jurats” de la ciudad de Valencia viendo el acaloramiento de las pasiones y la situación angustiosa de la ciudad, el 25 de junio de 1412, escribieron “Al molt alt reverend e de gran religio frare Vicent Ferrer, del Orde dels Preycadors, Mestre en sacra Theologia -que estaba- en Casp” para que viniera a poner paz entre los dos bandos (25), finalizando las gestiones iniciadas en 1410 durante la estancia en la Valencia.

Molt reverend Mestre e de gran religio: a vostra humil benignitat plague dies ha passats, visitar aquesta Ciutat d’on prengues naxença humanal, de que aquella crexque en grans e virtuals operacions; entre las quals hi hac que prengueren final perfeccio; e altres que foren començades e no hagueren la fi per tots desijada e aquestes puyen agudament e toquen molt lo benavenir d’aquesta Ciutat e Regne; ço es, la pau, per vos començada, en les bandositats de la ciutat e de son Regne (26).

El dominico llegaría a la ciudad el 29 de noviembre de 1412 y fue recibido por los “jurats” con enorme alegría, expectación y esperanza.

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Después de la batalla de Morvedre, los Centelles convocaron en la ciudad de Valencia una asamblea que tuvo carácter de Parlamento, al que asistieron vencedores y vencidos, y representantes de las clases privilegiadas y del estado llano. Allí se dispuso que en el Reino de Valencia no hubiera dificultades para la declaración de la proclamación del nuevo rey de la Corona de Aragón, Fernando I.

De los documentos cotejados se llega a la conclusión que los jurados de la ciudad de Valencia requirieron con misivas, en diversas ocasiones, la presencia del dominico valenciano para que viniera a predicar a Valencia, dado su prestigio y poder de convicción, con el objetivo de que su palabra contribuyera a frenar los enfrentamientos entre los bandos, lograr la pacificación y que reinase la paz y la concordia (27).

 

NOTAS Y BIBLIOGRAFÍA

1 PÉREZ, Miquel. La vida de Sant Vicent Ferrer. Valencia, 1510. Obra citada por CHABÁS, Roque. “Estudio sobre los sermones valencianos de San Vicente Ferrer”. Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos. Madrid, 1903, p. 2, o bien, Roque Chabás. Opúsculos, Introducción de M. Rodrigo Lizondo, p. 224.

2 La bibliografía sobre el santo valenciano es abundantísima. Nos limitaremos a citar, sólo, algunos de los muchos trabajos publicados sobre el personaje y su obra. Cfr. Fray VICENTE JUSTINIANO ANTIST, La Vida e Historia del Apostólico Predicador San Vicente Ferrer, Valenciano, de la Orden de Santo Domingo. Impresa en casa de Pedro de Huete. Valencia, año de 1565. De esta edición quedan rarísimos ejemplares. Ha sido reimpresa en el volumen Biografía y Escritos de San Vicente Ferrer, bajo la dirección e introducción de los padres Fr. José María de Garganta y Fr. Vicente Forcada. Madrid, 1956. CHABÁS, Roque. “Estudio sobre los sermones valencianos de San Vicente Ferrer”. Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, VI, 1902, pp. 1-6 y 155-168; VII, 1902, pp. 131-142 y 419-439; VIII, 1903, pp. 38-57, 111-126 y 291-295; y IX, 1903, pp. 85-102. SANCHIS SIVERA, J., Historia de San Vicente Ferrer. Valencia, 1896, y Sant Vicent Ferrer. Sermons. Seis vols. Editorial Barcino. Barcelona, 1932 ss. FAGES, H. D. Historia de San Vicente Ferrer. 2 vols. Valencia, 1903. GENOVÉS AMORÓS, V., San Vicente Ferrer en la política de su tiempo. Madrid, 1943. MARTÍNEZ FERRANDO, J. E., El nostre Sant Vicent Ferrer. Valencia, 1952. La obra Anales de la ACV. 2ª Época. Tomo XXIII. Año XVI, 1955, Valencia, 1956, recoge varios artículos dedicados al estudio del dominico valenciano: COLL, J. Mª, de la Orden de Predicadores. “San Vicente Ferrer en Gerona”. ESPÍN RAEL, J., “Predicación de San Vicente Ferrer en Lorca”. FERRÁN SALVADOR, V., “Fervores vicentinos en los nobles valencianos”. FORCADA, V., de la Orden de Predicadores, “El Tratado de Cisma Moderno de San Vicente Ferrer”. GENOVÉS AMORÓS, V., “Algunas reflexiones acerca del temperamento y carácter de San Vicente Ferrer”. MATEU Y LLOPIS, F., “Observaciones paleográficas sobre los manuscritos de los sermones de San Vicente Ferrer en la Biblioteca de la Catedral de Valencia”. MONZÓ NOGUÉS, A., “Casa Natalicia de San Vicente Ferrer”. PASCUAL BELTRÁN, V., “Los setabenses en la historia de San Vicente Ferrer”. RICO DE ESTASEN, J., “Las huellas de San Vicente Ferrer en Vannes”. SANCHIS GUARNER, M., “Dos dominicos coetanis en les antípodes literàries: Antoni Canals i Sant Vicent Ferrer”. La obra Anales de la RACV. Tomo Jubilar. Año XXVII. Núm. 51. Valencia, 1966. APARICIO OLMOS, E. M., “Algunos aspectos inéditos de la visita de San Vicente Ferrer a Valencia en el año 1410”. La obra Anales RACV. Tomo XL. Año XXXIII. Núm. 57. Valencia, 1972. RIQUER, Martí de, “Sant Vicent Ferrer”. Història de la literatura catalana. Vol. III. Barcelona, 1984. TAULET RODRÍGUEZ-LUESO, E., “El laudo del Compromiso de Caspe”. Anales de la RACV. Tomos XLVI-LIII. Año XXXIX-XLVI, 1978-1985. Núm. 63. Valencia, 1986. DESANTES GUANTER, J. Mª, La idea de la Ciencia en San Vicente Ferrer. Discurso de recepción como Académico de Número de la Academia de Cultura Valenciana, leído el día 26 de febrero de 1991. Valencia, 1991, y San Vicente Ferrer, científico. Valencia, 2001. LLOP CATALÁ, M., San Vicente Ferrer y los aspectos socioeconómicos del mundo medieval. Valencia, 1995. BEUCHOT, Mauricio. Pensamiento filosófico de San Vicente Ferrer. Valencia, 1995. ROBLES, Adolfo. Obras y escritos de San Vicente Ferrer. Valencia, 1996. TEIXIDOR Y TRILLES, J., Vida de San Vicente Ferrer, apóstol de Europa. 2 vols. Edición preparada por Alfonso Esponera Cerdán. Valencia, 1999. ESPONERA CERDÁN, A., “L’historiografia entorn a Sant Vicent Ferrer en el sigle XVIII”. Revista de Filología Valenciana, núm. 7. Valencia, 2000. Este número 7 de la revista citada es un monográfico dedicado a la figura del Santo y contiene artículos de Mª D. Cabanes Pecourt, J. Esparza Tolosa, Mª del C. García Herrero, F.A. Roca Traver, además del constatado. También de ESPONERA CERDÁN, A., San Vicente Ferrer. Vida y escritos. Madrid, 2005.                                                         TEIXIDOR Y TRILLES, J., Vida de San Vicente Ferrer, apóstol de Europa. 2 vols. Edición preparada por Alfonso Esponera Cerdán. Valencia, 1999. La obra Estudios sobre San Vicente Ferrer. Valencia, 2001 recoge las conferencias pronunciadas en el ciclo San Vicente Ferrer organizadas por la RACV y que tuvieron lugar en su sede, en el año 2000. SIMÓ SANTONJA, V.L., La ciencia jurídica en San Vicente Ferrer. Valencia, 2004. FUSTER PERELLÓ, S., Timete Deun. El anticristo y el final de la Historia según San Vicente Ferrer. Valencia, 2004. BALLESTER-OLMOS Y ANGUÍS, J. F., San Vicente Ferrer y la ciudad de Valencia. Cartas y Actas municipales medievales. Documentos del patronato sobre la ciudad y el reino. Valencia, 2015 y El Patronato de San Vicente Ferrer sobre la ciudad, archidiócesis y reino de Valencia. Valencia, 2015. DAILEADER, Philip. San Vicente Ferrer, su mundo y su vida. Valencia, 2019. VVA.AA. Anales de la Real Academia de Cultura Valenciana (RACV). Nº 95. Valencia, 2020.

3 Archivo Municipal de Valencia (AMV) Manual de Consells, A. núm. 38. CARRERES I ZACARÉS, S., Notes per a la Història dels Bandos de Valencia. Valencia, 1930, p. 21.

4 CARRERES I ZACARÉS, S., Op. cit., p. 39.

5 AMV. Letres missives, g3. núm. 7. CARRERES I ZACARÉS, S., Op. cit., p. 51.

6 CARRERES I ZACARÉS, S., Op. cit. Documents. Document núm. X, p. 53.

7 CARRERES I ZACARÉS, S., Op. cit. Documents. Document núm. X, p. 52.

8 AMV. Letres missives, g3, núm. 7. CARRERES I ZACARÉS, S., Op. cit., nota 1, p. 17.

9 CARRERES I ZACARÉS, S., Op. cit., pp. 114-115.

10 AMV. Letres missives, g3. núm. 8. CARRERES I ZACARÉS, S., Op. cit., p. 126.

11 CARRERES I ZACARÉS, S., Op. cit., p. 126.

12 ACA, C, reg. 2352, f. 78r-v. Col.lecció documental de la Cancelleria de la Corona d’Aragó (1291-1420), Edició, estudi i índex a cura de M. RODRIGO LIZONDO. Selecció de textos de J. RIERA I SANS. Universitat de València, 2013, vol. 2, doc. 878, pp. 944-945.

13 AMV. Manual de Consell, núm. A-23 de fecha de 19 de abril de 1407.

14 AMV. Letres missives, g3 núm. 6. TEIXIDOR Y TRILLES, J., Vida de San Vicente Ferrer, apóstol de Europa. 2 vols. Edición preparada por Alfonso ESPONERA CERDÁN. Valencia, 1999, vol. I, pp. 300-301.

15 AMV. Letres missives, g3 9, fs. 83v-84. ROBLES, Adolfo. “Correspondencia de San Vicente Ferrer”. Escritos del Vedat, XVII. Valencia, 1987, p. 186. O. bien TEIXIDOR Y TRILLES, J., Op. cit., pp. 301-302. “(…) según que algunas vezes la dicha Ciudad os lo ha escrito con ruegos en debito de caridad y preservación de este Pueblo, constituido en premuras de guerras y bandos de algunos grandes Personages, a los quales, con ayuda de Dios, vos podéis dar remedio”.

16 APARICIO OLMOS, E.M., “Algunos aspectos inéditos de la visita de San Vicente Ferrer a Valencia en el año 1410. Anales ACV. Tomo XL. Año XXXIII. Núm. 57. Valencia, 1972.

17 Dietari del capella d’Anfons V el Magnanim. Edición e índices de María Desamparados CABANES PECOURT. Textos Medievales, 85. Zaragoza, 1991, p. 110.

18 Anales Valencianos. Estudio preliminar, edición e índices por María Luisa CABANES CATALÁ. Textos Medievales, 61. Zaragoza, 1983, p. 24. AMV. Manual de Consells, A-24, fs. CCLVIIv-CCLVIIIr, en la sesión de 3 de junio se toman diversos acuerdos sobre la venida de San Vicente Ferrer.

19 CANELLAS ANOZ, B., “Actas de los parlamentos de Cataluña y Aragón tras la muerte de Martín el Humano y del Compromiso de Caspe y elección de Fernando de Antequera”. La Corona de Aragón en el centro de su Historia 1410-1412. El Interregno y el Compromiso de Caspe. Congreso celebrado en Zaragoza y Alcañiz, los días 24, 25 y 26 de noviembre de 2010. Director científico Ángel Sesma Muñoz. Colección Actas, 75. Zaragoza, 2011, pp. 11-40.

20 Las Cortes se reunían por convocatoria del Monarca o, en su caso, del Lugarteniente. Cuando no se procedía así y los representantes de los estamentos celebraban asamblea por motivos extraordinarios recibía el nombre de “Parlamento”.

21 Los conflictos entre familias nobiliarias eran frecuentes en la sociedad medieval. Las rivalidades acaban, en ocasiones, en enfrentamientos urbanos. En Valencia, las disputas entre los Centelles y los Soler en el reinado de Martín I el Humano nació de unas diferencias entre Jaime Soler y Gonzalo Díaz, amigo del linaje de los Centelles. En el año 1403 Gilabert de Centelles hirió de muerte a Jaime Soler. Este hecho hizo que el bando de los Vilaragut apoyara la causa de los Soler. En el combate de Llombay fue muerto Eimeric de Centelles. Unos años más tarde, en 1405 el enfrentamiento se produjo en la calle del “Palau” de la ciudad de Valencia. En 1407 fue muerto el Gobernador Boil. Estos enfrentamientos obligaron al Monarca y al dominico Vicente Ferrer a intervenir para apaciguar los ánimos y frenar las “bandositats”. El linaje de los Vilaragut ganará fuerza y protagonismo, y sustituirá a los Soler en el período de Interregno en las rivalidades nobiliarias del Reino de Valencia.  

22 Para un análisis de las rivalidades y enfrentamientos de los bandos en el Reino de Valencia, cfr. CARRERES I ZACARÉS, S., Op. cit. Valencia, 1930, y el artículo de NARBONA VIZCAINO, R., “Las élites políticas valencianas en el Interregno y el Compromiso de Caspe” La Corona de Aragón en el centro de su Historia 1410-1412. El Interregno y el Compromiso de Caspe. Colección Actas, 75. Zaragoza, 2011, pp. 191-232.

23 GÓMEZ BAYARRI, J.V., “Planteamiento del problema sucesorio: el Reino de Valencia en Caspe”. Perspectives del Compromís de Casp. Valencia, 2013, p. 38.

24 Dietari. Textos Medievales, 85. Edición e índices de Mª D. CABANES PECOURT. Zaragoza, 1991. “Camp de Morvedre”, p. 112. A. Chabret Fraga describe como se desarrolló la batalla. “Resentidos los Centelles de que el conde de Urgell se había echado en brazos de los Vilaragut, se declararon abiertamente por don Fernando de Castilla, y pidieron le un refuerzo de tropas (…) Unidos los Centelles con las tropas aragonesas y castellanas, cuyo número ascendía a trescientos cincuenta caballos, situaron se en los campos de Burriana para impedir el paso de las tropas del de Urgell, a las que trataba de unirse el gobernador Bellera (…) Trabada la pelea, ambos partidos lucharon con extraordinario valor, pero las huestes de Valencia fueron arrolladas en toda la línea y muerto el gobernador Bellera con grandes pérdidas (…) Tal fue la batalla que el 27 de febrero de 1412 llenó de consternación y de espanto a Valencia, y decidió la victoria del bando que favorecía al infante don Fernando de Antequera”. CHABRET FRAGA, A., Sagunto. Su Historia y sus monumentos. Tomo. I. Barcelona, 1888, pp. 307-309.

25 Previamente, los “jurats” de la ciudad de Valencia, el 23 de junio de 1412, ya habían escrito a los mensajeros del General Parlament en la población de Caspe para que rogaran e influyeran en fray Vicente Ferrer y viniera a Valencia “per finar la pau per ell comencada entre les bandositats d’aquesta Ciutat e Regne per queus placia fer-li daccio aquella maior instancia que parega a vostra saviea”. BALLESTER-OLMOS Y ANGUÍS, J. F., San Vicente Ferrer y la ciudad de Valencia. Cartas y Actas municipales medievales. Documentos del patronato sobre la ciudad y el reino. Valencia, 2015, p.45.

26 AMV. Letres missives, g3 11, f. 43. ROBLES, Adolfo. “Correspondencia de San Vicente Ferrer”. Escritos del Vedat, XVII. Valencia, 1987, pp. 192-193. O bien, BALLESTER-OLMOS Y ANGUÍS, J. F., Op. cit., pp. 41-42.

27 MARTÍNEZ ORTIZ, J., “Relaciones entre San Vicent Ferrer y el municipio valenciano. Colección Documental”. IV Congreso de Historia de la Corona de Aragón. Mallorca, 1955. Vol. II. Barcelona, 1970, pp. 571-631.

  • José Vicente Gómez Bayarri es Licenciado en Filosofía y Letras, Doctor en Historia, 
    Catedrático de Geografía e Historia, Académico de número de la RACV y Medalla de 
    Plata de la Ciudad de Valencia.