El legado de Rita Barberá

 

El martes pasado, tras conocerse el archivo de la causa denominada “pitufeo” contra el equipo de gobierno de Rita Barberá, el PP valenciano manifestó su satisfacción por el sobreseimiento de la causa que afectaba a exconcejales y asesores del gobierno de quien fue alcaldesa de Valencia durante 24 años.

La Audiencia Provincial de Valencia zanjaba en su sentencia, ante la que no cabe recurso, que el hipotético blanqueo de capitales era una “mera sospecha”. 

María José Catalá, secretaria general del PPCV y portavoz actual en el ayuntamiento de Valencia, expresó: “Hoy se ha hecho Justicia. Siempre hemos mostrado nuestro máximo respeto y prudencia a los tiempos de los procesos judiciales. Y lo seguiremos haciendo. El tiempo pone las cosas y a las personas en su sitio. Hay que evitar juicios paralelos que vulneran la presunción de inocencia, como los que se han producido en este caso”.

Así mismo, Catalá lamentó “el sufrimiento por el que han tenido que pasar nuestros compañeros durante estos seis años y las veces que se ha puesto en duda el trabajo y el legado de Rita Barberá y de su equipo. En política no vale todo. ¿Quién va a reparar ahora tanto daño ocasionado? Hoy por dignidad la izquierda debería pedir perdón.”

Al menos hasta el momento en que escribo estas líneas, los partidos de izquierda que tan duramente trataron a la exalcaldesa guardan un mutismo total.

La propia exalcaldesa fue imputada por estos hechos de la campaña electoral de 2015, que acabaron con su carrera política antes de fallecer en noviembre de 2016, dos días después de declarar en el Tribunal Supremo.

La “alcaldesa de España”, como se conocía a Rita, generó durante décadas oleadas de votos al PP, modernizando la ciudad de Valencia. Dos veces le ofrecieron ser presidenta de la Generalitat Valenciana y ser ministra, pero lo declinó por su amor a Valencia y consciente del servicio que así prestaba al PP nacional también. Tenía hilo directo, y viajaba a Moncloa cuando lo estimaba oportuno, con José-María Aznar y Mariano Rajoy.

Toda esa trayectoria se vino abajo a partir de 2015, unas elecciones municipales a las que quiso presentarse pese a las encuestas, porque “no soy una rata que huye cuando ve que el barco puede hundirse”, manifestó la exalcaldesa.

Así, de repente, toda una vida dedicada a Valencia y al PP se vino abajo. Pronto empezó a resentirse su salud, pues el sufrimiento fue grande. No hubo presunciones de inocencia. La gratitud desapareció como un azucarillo. De nada servía la convicción generalizada de que Barberá era honrada y que, en 24 años como alcaldesa, había destacado por su iniciativa, entusiasmo, trabajo inagotable sin ninguna señal de corrupción.

Esta causa dividió al PP, tanto a nivel nacional como autonómico y local, pidiendo que Barberá abandonara el partido, cosa que hizo.

En las Cortes Valencianas, ante la presión de las izquierdas, el PP firmó y votó a favor de la reprobación de Rita Barberá para que renunciara a su acta de senadora.

Líderes del PP, a los que ella aupó o reforzó, le dieron la espalda. Algunos han pedido perdón posteriormente, lo cual siempre dignifica algo, pero se le trató con crueldad, sobre todo valorando todo lo que había hecho por ellos y por el PP. No sirve argumentar que en política rige el “hoy”, que nada importa el pasado y menos el futuro: Rita se había dejado la piel.

La familia de la exalcaldesa expresó en enero de 2019 su “profunda indignación ante el miserable uso electoralista que se está haciendo por parte del PP” de la figura de Rita Barberá “al poner ahora en valor una trayectoria política, flagrantemente ignorada durante los últimos años”, con “elogios interesados y vergonzantes”. La familia recordó en ese comunicado que el partido la “abandonó, maltrató y expulsó”.

Sin lugar a dudas, el sufrimiento mayor de Rita Barberá fue el que le ocasionaron líderes del PP. Ojalá sirva de algo para muchos políticos y se valore más a la persona que a imprecisos desgastes electorales por denuncias de otros partidos políticos. Ojalá mejore la conciencia de nuestros políticos.

Pienso que el espíritu de servicio con que desempeñó Rita Barberá su cargo le llenó mucho en vida, y tendrá ahora su reconocimiento en el más allá. Eso era, en el fondo, lo más importante para ella, por sus convicciones cristianas y su declarado amor a la Virgen de los Desamparados. Tuvo una vida fructífera: es su legado.

  • Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
    Escribe, también, en su web personal.