
Días atrás fui testigo de una conversación entre un amigo y una conocida, ambos miembros de un determinado partido político:
- Ella: “¿Sabes si ya hay lista en el partido?”
- El: “No sé nada”.
- Ella: “Es que resulta que los del PSOE ya tienen lista.”
- El: “Estupendo”
- Ella: “Ya, pero, que ya la han subido al Facebook, con fotos.” (detecté que en realidad lo que le preocupaba era la notoriedad que facilita el Facebook)
- El: “Pero”… (Intentó protestar…)
- Ella: “Están con las fotos y todo en el Facebook.” (Le noté que lo de que las fotos estuvieran allí le generaba una ansiedad insospechada).
El resto de charla no la voy a reproducir; es trivial y no viene al caso que nos ocupa. Pero cuando aquella conversación acabó, me di cuenta de la realidad que escondían las fotos en el Facebook. Detrás de las tensiones sociales prefabricadas por los propios partidos políticos que nos mantienen tensionados, preocupados e incluso alimentándonos odios del pasado que en nada son la solución a ninguno de los problemas reales a los que nos enfrentamos todos los días; hay un ejército de niñatos. Unos: monísimos, queriendo aparentar seriedad, repeinados, engominados y bien vestidos; y otros: muy cutres, despeinados, casi sucios y desarrapados, queriendo aparentar cercanía al pueblo y falta de recursos económicos; pero todos ellos, preocupados únicamente por sus aspiraciones y fortuna personal, y que tratan de servirse de la política, todo lo que esta pueda dar de sí, con Falcons y coches oficiales incluidos, y a los que lo que más les va, es hacerse fotos para subirlas al Facebook, con gafas de sol incluidas.
La cruda realidad es que los tradicionales enfrentamientos económicos entre la población ya no existen; ya casi todos somos igual de pobres: los obreros han desaparecido al haberse instalado las fábricas en países tercermundistas; a nuestros pequeños y medianos empresarios les es imposible producir a precios de estos países, donde la mano de obra es esclava y se arruinan al mismo tiempo que lo hacen nuestros trabajadores; la clase media, garantía de estabilidad y riqueza social, está desapareciendo; los salarios cada vez más bajos; los autónomos apenas pueden pagar los impuestos que la administración le reclama para seguir manteniendo un sistema que se nos cae a pedazos; y por último el campo que, como todo el mundo sabe, está herido de muerte por unos Tratados comerciales internacionales que impone Bruselas. Los escasísimos empresarios que funcionan, tres o cuatro, están a otro nivel, casi sobrehumano; lejos de los mortales comunes, logran aprovechar todas las ventajas que les ofrece la globalización, para ir alcanzando cada vez más riqueza, de modo que todos nos convertiremos, más pronto que tarde, en sus esclavos.
Las promesas electorales, por si alguien no lo sabe, son falsas: ¿Cómo van a mantener las pequeñas y medianas empresas un SMI (salario mínimo interprofesional) de 1000€ o incluso 1200€ sin que terminen librándose de algún trabajador y mandándolo al paro?; ¿Cómo va a soportar nuestra Sanidad Universal, más atenciones con menos cotizantes?; ¿Cómo vamos, no a subir, sino simplemente mantener las pensiones, con un creciente envejecimiento de la población, con pocos nacimientos y con menos gente trabajando?; ¿Cómo se van a subir más los impuestos si los cotizantes ya están secos y si aprietas a los 4 ricos, aprovechando la globalización, cambiaran su sede social a otro país?
En este orden de cosas, la supuesta tensión política viene de la mano de: manías personales, prejuicios, creencias, viejos adoctrinamientos, tópicos, manidos folklores, tradiciones familiares… ¿Pero es todo esto suficiente como para movilizar a la gente y que esta vote? Según el CIS no. Al menos, no para un 40% de los ciudadanos.
¿Se discute realmente en estas elecciones locales, autonómicas, generales y europeas lo que preocupa a los ciudadanos? Evidentemente no; tan solo nos ofrecen promesas que no podrán cumplir, porque estos guapísimos, jovencísimos, peinadísimos y vestidísimos líderes políticos han entrado al sistema para vivir de él; incluido el feísimo, desaliñado y desarrapado líder comunista de “UNIDAS PODEMOS”, curioso nombre para ser liderados por un macho alfa de pasado muy machista, cuyas pintas nada tienen que ver con su progresiva mejora económica a costa del sistema.
Se hace patente con ello que aquel glorioso día de 1.989 en que cayó el muro de Berlín fue un gran día para la libertad, pero dio el pistoletazo de salida para la bestia en la que actualmente se ha convertido el capitalismo moderno: “el Neoliberalismo”, “Ultraliberalismo”, o simplemente “Globalización”.
Curiosamente, el mundo anglosajón, que genera la mayor parte de las corporaciones que hoy día manejan el mundo, ha sido el primero en reaccionar rebelándose contra el sistema, llámese Trump o Brexit.
En Francia, el problema se insinúa y se muestra en cada manifestación de los chalecos amarillos. Y en España, un poquito retrasados, como siempre, en ese 40% de indecisos y en aquellos que buscan una solución en partidos que el sistema tilda de extremistas, pero que aún está por demostrar si de verdad desean revertir la situación o son solo un freno del sistema para que no lleguen otros más a la derecha.
Porque la gran pregunta es, al margen de los que se posicionan en un comunismo ya fracasado, si existe algún partido político que realmente cuestione el neoliberalismo al que nos someten o, por el contrario, utilizando la ignorancia de una población sumisa a la que se le adoctrina todos los días desde los telediarios, los partidos compiten por ser más ultraliberales, como si todo consistiera en eso, en ser cuanto más liberal mejor.
Sumergidos en una Europa que apuesta por la globalización más salvaje, dominada por los grandes bancos y las oligarquías comerciales que imponen a la política los mal llamados “Tratados de Libre Comercio”, España, y por ende los españoles. Nos encontramos entrampados. No es una cuestión de cambio de sistema económico; el comunismo ya demostró, no solo su crueldad depurando millones de desafectos, sino su fracaso económico, llevando a la población al hambre y a la miseria. Se trata, de que por encima de ser liberal, conservador, socialdemócrata o cualquier otra etiqueta político- económica, los políticos defiendan los intereses de los españoles, y si el ultraliberalismo y la globalización europea nos están llevando a ser esclavos de cuatros poderosos, hay que darle la vuelta al mundo y regresar a la Europa de los 27, pero con fronteras que nos protejan de invasiones humanas, económicas y culturales, que terminarán por derribar el sistema que habíamos denominado del bienestar, si no las cerramos.
Y lo cierto es, que hasta que no cuestionemos el modelo que se nos ha impuesto, las elecciones no pasarán de ser el teatrillo para despistados en que se han convertido, y ninguna de las grandes cuestiones que nos afectan se podrán solucionar, como: tener a la tercera parte de la población por debajo del umbral de la pobreza; o a la mitad de los jóvenes en el paro conviviendo con sus padres porque la calle no les da ninguna oportunidad; o la pobreza infantil; o la ruina del campo; o la fuga de las industrias …; de forma que, a lo máximo que llegan nuestros políticos, si seguimos como vamos, es a eso: a preguntar en la peluquería si ya han subido las fotos de los candidatos al Facebook.
Víctor Pascual Viciedo Colonques es Presidente de la Associació de Llauradors Independents Valencians (ALIV)