PREAMBULO
El propósito de este artículo es “demostrar con datos”, que el General Franco, lejos de ser el genocida que nos presentan, combatió y venció en el campo de batalla a quienes sí lo estaban siendo, asesinando a religiosos y a todo aquel que pudiera ser contrario a su revolución, puesta en marcha en España tras el triunfo del Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936.
Contar la verdad sobre lo que ocurrió y como ocurrió aportando los datos necesarios, no es ser Franquista, es simplemente defender la historia de quienes la profanan. Sin las mentiras, distorsiones y manipulaciones de estos, yo nunca hubiera escrito este artículo y me hubiera apuntado a la manida frase de “todos fueron culpables”. Pero en cualquier guerra los malos son los que asesinan impunemente a inocentes, y aunque los hubo en ambos bandos, en ello se llevó la palma el Frente Popular. Como podremos comprobar en este artículo, con datos reales sacados de los documentos y no de la imaginación, las víctimas de uno y otro bando no fueron iguales ni en cantidad, ni en crueldad, ni en culpabilidad. El odio era tan evidente que se asesinaron miles de religiosos por el mero hecho de serlo.
Desmontar con pruebas la afirmación de que Franco fuera un sanguinario asesino, no significa de ninguna manera defender ninguna dictadura, ni tener carencia de talante democrático, ni ser ningún nostálgico del franquismo. Nadie está defendiendo un sistema político que murió con él, nadie pretende que regrese y no existe ningún riesgo de que regrese; el Franquismo es historia no política.
En cambio, las ideologías Marxistas y sus revoluciones que tantos abusos cometieron siguen estando ahí, jugando en democracia, herramienta de la que se sirven para llevar a cabo sus revoluciones, todas ellas sangrientas, Todas ellas con depuraciones de las personas que pudieran significar un peligro para el triunfo de la revolución: China (82 millones de muertos); Rusia (21 millones de muertos); Corea del Norte (4.6 millones de muertos); Vietnam (3.8 millones de muertos); Camboya (2.4 millones de muertos), Afganistán (1.5 millones de muertos), Yugoeslavia (1.2 millones de muertos), Rumania (435.000 muertos), Checoeslovaquia (263.000 muertos), Polonia (235.000 muertos) y así, en todos los países en que triunfo una revolución Marxista hasta la escalofriante cifra de 130 millones de muertos. El caso más reciente de cómo se evoluciona de una democracia a una dictadura de corte comunista es Venezuela de la que se desconocen aún la cifra de depurados por el estado.

La progresía mediática y política, aprovechando el acomplejamiento de la Iglesia Católica y de ciertos políticos, ha puesto la historia de la Guerra Civil española totalmente del revés. Como si de poner nuevas estrofas a la canción infantil de “vamos a contar mentiras” se tratara, engordan las cifras de víctimas de un lado, mientras silencian o disminuyen las del otro; asignan todos los paseos y muertes en cunetas al dictador, cuando fue práctica habitual de los milicianos del Frente Popular; demonizan la figura de Franco poniéndola a la altura de Hitler, a la vez que ensalzan la de los que quisieron una revolución bolchevique y una dictadura comunista para España con depuraciones de no adeptos y vivas a Rusia incluidos.
El Gobierno socialista, en nombre de la reconciliación, en lugar de pedir perdón por todos los crímenes cometidos por odio a la fe católica y en defensa de una revolución marxista llevada a cabo por el Frente Popular, (coalición electoral donde estaba integrado el PSOE), pretende reescribir la historia vengándose de aquel que la evitó, humillándole una vez muerto y culpándolo de un genocidio que no cometió. No puede haber reconciliación si el ánimo es el de venganza, nunca puede haberla si no hay voluntad sincera de perdón y de ser perdonado.
Las viejas heridas de la confrontación civil del 36, tras más de 40 años de democracia y cuando ya no queda nadie de los que participaron, debieran estar completamente cerradas. Si el relato de la historia hubiera sido el correcto y se hubiera contado la verdad sin politizaciones de ningún tipo, ningún partido actual querría identificarse con los partidos del pasado; incluso aquellos que conservan las siglas las hubieran cambiado por vergüenza y dignidad. Pero mientras que unos se desvinculan totalmente del pasado, otros toman posicionamiento histórico; mientras la mayoría de los españoles preferíamos no hablar del tema o admitir generosamente el empate en maldad y crueldad, otros se han erigido como los buenos y en cuanto logran el poder dan pasos hacía la victoria moral de aquella guerra. Nuestra izquierda actual se siente, y esto es muy preocupante, heredera de aquel Frente Popular que tantas personas inocentes asesinó y tanto patrimonio de la Iglesia destruyó.
Así las cosas, sin ninguna oposición social o política, toda una potente maquinaria propagandística dirigida desde el propio estado se ha puesto en funcionamiento: medios de comunicación, pseudo historiadores, organizaciones por la memoria histórica, jurídicos y políticos, nuevas leyes mordaza y adoctrinamiento en la enseñanza, están construyendo un relato imaginario en donde unos fascistas desalmados con sed de poder les robaron una democracia idílica, que obviamente no lo era; y en donde un genocida sin escrúpulos asesinaba a millares de españoles por el único delito de ser demócratas y que como veremos tampoco fue así.
Para más información sobre las verdaderas causas de la Guerra Civil española véase mi artículo publicado en El Club de Opinión y de Estudios Históricos Jaime I, “18 de Julio de 1936: Los verdaderos motivos del alzamiento”
En aquella república se inyectaron los odios necesarios para que estallara el enfrentamiento civil, imprescindible para desembocar en una victoriosa revolución al estilo soviético. Me preocupa que quienes más debieran callar son los que más interés tienen por hablar; me preocupa sobremanera que esos odios del pasado los estén rescatando para nuestro presente, ¿con qué finalidad?
Una socialdemocracia moderna renegaría de ese pasado sangriento, se desvincularía de quienes cometieron más de 75.000 asesinatos sin juicio alguno. En cambio, en España, nuestra supuesta socialdemocracia sigue mirando hacia atrás, sigue cantando “La Internacional” el himno de un marxismo que, como hemos visto, causó más de 130 millones de muertos en el mundo, sigue admirando aquella defectuosa república y a aquellos hombres envenenados con tal odio que eran capaces de asesinar a un religioso por el mero hecho de serlo. Pero no importa, nadie se opone, nadie critica, su relato es el único que se escucha, su pasado ha quedado blanqueado y el de los que nos libraron de su revolución está ya ennegrecido. No ha sido buena estrategia callar, la victoria moral conseguida con el nuevo relato les es electoralmente rentable, por eso rescatan esta historia y la convierten en política. Sin darnos cuenta nos van amordazando y si no reaccionamos pueden llegar a construir su democracia, aquella que Franco no les dejó. Por eso, a fin de que el pasado deje de serles rentable, hay que demostrar la verdad, si continuamos callados, en algún momento las huellas de la historia serán borradas y no existirá otra verdad que la que ellos construyan.
A pesar de que muchos pseudohistoriadores, contadores de cuentos y leyendas, y muchos tertulianos empachados de odio, todos ellos lacayos del marxismo, atribuyen, sin base documental alguna, centenares de miles de víctimas al franquismo, los fallecimientos de todas las víctimas de uno y otro bando fueron registrados en los registros civiles, y los nombres y motivos de los fusilamientos, se encuentran documentados en “La Causa General”, (recopilación de toda la documentación relativa a víctimas y verdugos), en la que me he basado para escribir este artículo. Para consultar documentos de la causa general os dejo este video donde os explica cómo hacerlo:
https://www.youtube.com/watch?v=hsRwcVflB_s
Para más información sobre las cifras de víctimas en la guerra civil, léase mi artículo en El Club de Opinión y de Estudios Históricos Jaime I:
https://clubjaimeprimero.org/index.php/content/franco-la-historia-frente-la-memoria-i-ii
Una de las escusas para rescatar el pasado es “resarcir la memoria de las victimas del Franquismo”, pero para reparar dicha memoria es necesaria la condición de víctima, porque si lo que reparamos es la memoria de asesinos lo único que estamos haciendo es ofender a los familiares de las víctimas. ¿Repararíamos la memoria de algún etarra condenado por asesinato? En el caso de la Guerra Civil, podríamos considerar victimas a todos los ejecutados sin juicio alguno. En estas circunstancias nos encontramos con parte de los fusilados por los nacionales en los primeros compases de la guerra, pero sobre todo a todos los ejecutados por los milicianos del Frente Popular en cualquier parte de España.
Todos los expedientes judiciales de los Consejos de Guerra de los ejecutados por el Franquismo se conservan en el Archivo General e Histórico de Defensa, y para comprobar la culpabilidad o inocencia de alguno de los encausados no hay más que revisarlos, no desde el punto de vista actual y las leyes en vigor, sino con el ordenamiento jurídico de entonces, que no era otro que el de la república.
Se pueden conseguir copias de los expedientes judiciales bien solicitándolos directamente al Archivo General e Histórico de Defensa o también en algunas delegaciones de defensa provinciales, en alguna universidad o pidiendo copias de expedientes concretos en la WEB:
https://www.combatientes.es/ListadodeProcedimientosTMT1AZ.html
En los listados de víctimas que aporto al final del artículo, podemos comprobar cómo, de la ciudad que he escogido como muestra, absolutamente todos los fusilados por el Franquismo disponen de expediente judicial y la mayoría son milicianos armados o miembros de comités revolucionarios, en cambio, ninguna de las victimas ejecutadas por los milicianos del Frente Popular fueron juzgadas y muchas de ellas eran simples religiosos. Quiero destacar, que este detalle de deseo por parte de Franco de darle cierto carácter legal a la represión, no es algo común en las guerras y en las postguerras de la época. En Polonia la represión sin juicio previo de Stalin alcanzó a casi 300.000 personas fallecidas en Gulags, campos de concentración o masacres como la del bosque de Katyn. También en Polonia, en el denominado “éxodo ignorado o silenciado”, los aliados decidieron la entrega a Polonia de las provincias alemanas de Danzig, Posnania, Pomerania, Pomerelia, la Alta Silesia y Prusia Oriental, cuya población, alrededor de 4 millones de personas, serían expulsadas de forma inhumana de sus hogares y alrededor de 170.000 personas de origen alemán fallecieron durante el éxodo, de hambre, sed o inanición sin que ningún país aliado pidiera un poco de orden en este genocidio. En la Italia de posguerra y hasta 1947, los partisanos italianos de ideología socialista y comunista, al más puro estilo marxista (ejecuciones sumarísimas, sin juicio y con tortura previa), no solo asesinaban a cuantos fascistas o nazis cayeran en su poder, sino también a sacerdotes, democristianos y en general a gentes no marxistas, alcanzando la represión a 50.380 asesinatos documentados. De Gaulle, en Francia, no pudo o no quiso controlar a las milicias marxistas, que se adueñaron del terror en lo que se denomina “La Depuración”. El historiador norteamericano residente en París Herbert Lottman, cifra la depuración francesa en 10.000 ejecuciones sin juicio y 6.763 condenas a muerte. Otros autores elevan esta cifra hasta los 30.000 represaliados. Para más información sobre este tema léase:
En el próximo capitulo, “Benicarló: La Prueba”, abordaremos la demostración documental de que la represión Franquista alcanzó sobre todo a quienes estaban manchados de sangre. Al final del artículo relaciono en un listado las víctimas de la ciudad tomada como ejemplo y un resumen de la historia de cada uno de ellos, donde se demuestra todo lo afirmado. Y, por último, en un tercer capítulo desmontaremos las exageraciones de las muertes en cunetas y las fosas comunes.
Víctor Pascual Viciedo Colonques es Presidente de la Associació de Llauradors Independents Valencians (ALIV)