EL 7 DE NOVIEMBRE DE 1936 DIO COMIENZO LA MAYOR MASACRE DE LA GUERRA CIVIL LOS FUSILAMIENTOS DE PARACUELLOS
El nombre de Paracuellos del Jarama ha quedado ligado para siempre a la mayor matanza perpetrada en la guerra civil española.
La izquierda actual está muy interesada en mostrarnos un bando republicano, bueno, democrático y legal, que puso las víctimas asesinadas por unos militares malos, golpistas, fascistas y crueles, y por tanto les gustaría borrar este episodio de la guerra civil española que aunque el más numeroso, por desgracia no fue un caso aislado, sino más bien lo habitual en la retaguardia de ambos bandos , y que en el caso del terror rojo son testigos de ello las 301 víctimas asesinadas en Castellón, las 126 asesinadas en mi ciudad Villarreal y hasta un total de 4240 personas con nombre y apellidos asesinados en toda la provincia y las 73297 en toda España según el historiador Ramón Salas Larrazabal.
El odio y la radicalidad infundida por políticos irresponsables como Francisco Largo Caballero, Indalecio Prieto o Juan Negrín con aspiraciones a una revolución del proletariado siguiendo el modelo de Rusia, desembocó en una cruenta Guerra Civil donde los odios ideológicos se plasmaron en millares de asesinatos sin juicios, donde el único delito era la ideología política o las creencias religiosas.
La matanza de Paracuellos comienza tras la huida del gobierno republicano a Valencia, ante el temor de que la derecha pudiera actuar ante el cerco del ejército nacional a la capital como una quinta columna que ayudara desde dentro a la conquista de Madrid.
Tras la liberación de El Alcázar de Toledo el ejército nacional se encaminó hacia la capital. Ante el temor de quedar aislados y de que cayera la capital, el 6 de noviembre el Gobierno republicano cogió las maletas y se marchó por la carretera de Valencia. El gobierno lo presidía Francisco Largo Caballero (PSOE), apodado por partidarios y detractores el «Lenin español». Largo Caballero dejó al general José Miaja Menant con la misión de defender Madrid y organizar una Junta de Defensa de Madrid.
La Junta de Defensa de Madrid se reúne por primera vez a las 18 horas del 7 de noviembre. El veterano general Miaja la preside y la distribución de consejerías queda de esta guisa: Secretariado Fernando Frade (PSOE), Guerra Antonio Mije (PCE), Orden Público Santiago Carrillo (Juventudes Socialistas Unificadas, PCE), Industrias de Guerra Amor Nuño (CNT), Abastecimientos Pablo Yagüe (UGT), Comunicaciones José Carreño (Izquierda Republicana), Finanzas Enrique Jiménez (Unión Republicana), Información y Enlace Mariano García (Juventudes Libertarias), Evacuación Francisco Caminero (Partido Sindicalista).
El mismo 7 de noviembre que se constituye la Junta de Defensa de Madrid, arrancan los asesinatos de Paracuellos. Frente a la cárcel Modelo, aguardan entre siete y nueve autobuses de dos pisos, pertenecientes al servicio público urbano, más dos autobuses grandes de turismo. En seguida (a las 4 de la madrugada según César Vidal, por la tarde según Ian Gibson) empiezan las temidas «sacas» de presos. El ordenanza conmina a los reclusos a asomarse a las balconadas para que todos escuchen la retahíla de nombres que van a pronunciar a continuación, exigiendo a los nombrados que bajen «con todo» lo que posean al centro de la galería y se coloquen en orden de llamada.
Aunque no todas las sacas de presos de las cárceles madrileñas tuvieron su desenlace en los aledaños del pueblo de Paracuellos, su nombre reúne y resume el conjunto de fusilamientos masivos que tuvieron lugar en Madrid a lo largo del mes de noviembre y diciembre de 1936, Militares tachados de fascistas, religiosos por el delito de serlo, políticos no revolucionarios, intelectuales no alineados con la causa revolucionaria, ciudadanos acusados de ir a misa o ser creyentes… Eran los enemigos de la revolución, personas que estorbaban en el camino al objetivo último de los autores de estas masacres: la dictadura del proletariado.
Por entonces los presos acusados de fascistas se agrupaban en cuatro prisiones, la cárcel Modelo, la de San Antón, Porlier y Ventas. El número total se aproximaba a una cifra comprendida entre ocho mil y diez mil presos.
Los autobuses, con unos sesenta detenidos y una decena de milicianos cada uno, son conducidos a las inmediaciones de Paracuellos de Jarama. Allí han cavado, con ayuda de lugareños, unas zanjas a modo de fosas donde caerán los asesinados. Maniatados con bramante de dos en dos o con las manos a la espalda, los dividen en grupos de entre diez y veintincinco. Les obligan a caminar hacia las fosas comunes y, una vez situados al borde de los agujeros, un pelotón de entre treinta y cuarenta milicianos les ametralla.
Sólo el 7 de noviembre fueron ametrallados en Paracuellos alrededor de un millar de presos «sacados» de la Modelo. Esta era una cárcel diseñada para albergar precisamente a mil presos, pero en aquellos días de la guerra civil se hacinaban en ella 5.000 hombres.
Y el terror en las cárceles se prolongó hasta que el 4 de diciembre cuando tomó posesión como director general de prisiones una persona digna de tal cargo, el anarquista sevillano Melchor Rodríguez García, apodado el «Ángel Rojo», que con su actuación protectora salvó miles de vidas.
Antes del 7 de noviembre las fuerzas de la República ya habían asesinado a miles de enemigos a través del sistema de checas. Las checas eran centros de detención, tortura y condenación importados de la Rusia revolucionaria. En Madrid llegaron a existir al menos 226 checas, controladas por los partidos y sindicatos que encarnaban el Frente Popular. La más temida de todas estas checas era el llamado Comité Provincial de Investigación Pública (CPIP), también conocido como la checa de Bellas Artes y luego de Fomento. Esta checa fue creada en agosto por el Director General de Seguridad, Manuel Muñoz Martínez,
El nombre de Paracuellos de Jarama ha quedado ligado para siempre a un nombre, Santiago Carrillo Solares, como titular de Orden Público. Es, sin duda, el más famoso de los responsables de aquellos horribles crímenes, pero ni mucho menos el único. Nombres como Manuel Muñoz Martínez, Segundo Serrano Poncela o Mihail Koltsov merecen una cuota de protagonismo próxima a la de Carrillo. Asesinatos en masa como los que nos ocupan no pueden ser obra de un solo hombre, y el «genocidio» de Paracuellos tuvo una indiscutible inspiración comunista, procedente de la Rusia soviética de Iosif Stalin e importada a Madrid a través del Partido Comunista de España (PCE). Podemos discutir durante años en que flanco comunista se decidió o se propuso la matanza. Si fue en el buró Político del partido, si fue Codovila o si fueron “los rusos” que no olvidemos tampoco, se reunían muy a menudo con Cazorla a finales de octubre. Tal vez algún día se pueda responder a estas dudas, con nuevos documentos y testimonios hasta hoy ignorados, pero en cualquier caso es más que evidente que fueron “los comunistas” los que planearon las sacas de noviembre y Santiago Carrillo y José Cazorla los encargados de ponerlas en marcha. Otro personaje siniestro, el hombre de los nombres falsos, reconoce en su Diario de la guerra española haber instigado continuamente el exterminio de los presos de Madrid, con el pretexto de su posible liberación por Franco y la unión a su causa. Para ello tuvo que convencer (con gran éxito, a la vista de los resultados) a los comunistas del PCE (que entonces lideraba José Díaz) de lo conveniente de sus diabólicos planes. Se trata de Mihail Koltsov (su nombre verdadero, según Ian Gibson, era Mihail Fridliand y su segundo nombre falso era Miguel Martínez). Los historiadores coinciden en señalar que, además, debía ser un influyente jerarca de la maquinaria soviética y un agente en nuestro país del monstruo Stalin.
Las cifras de la matanza de Paracuellos aún hoy no son unánimes entre los historiadores. Las mas fiable por acompañarla de un listado con nombres y apellidos son las dadas por César Vidal, en su ensayo Paracuellos – Katyn, en donde ofrece una relación de 4.021 asesinados. En cuanto a los asesinados en Madrid Cesar Vidal habla de unos 11000, mientras que el también prestigioso historiador Ricardo de la Cierva, que con diez años sufrió el asesinato de su padre en Paracuellos, señalaba una cantidad global de 10.000 asesinados en esta población. Algo menos apuntaban Antonio de Izaga (8.354) y Ramón Salas Larrazábal (8.300).
Para aquellos que siguen pensando que la guerra civil fue una contienda de buenos contra malos… Para aquellos que siguen pensando que todos los que luchaban con la República defendían la libertad y la democracia… Para aquellos que siguen pensando que el comunismo es una esperanza para la humanidad… Todas estas son las mejores pruebas de que están equivocados.
En el Cementerio de los Mártires de Paracuellos se puede visitar, en los horarios oportunos, a los grandes castigados por este despropósito criminal, brutalmente silenciosos bajo un mar de cruces, y encomendados por la gigantesca cruz blanca que mira al Cielo desde el cerro de San Miguel.
Víctor Pascual Viciedo Colonques es Presidente de la Associació de Llauradors Independents Valencians (ALIV)