La arbitrariedad del mando

Me informo a través de «esdiario», de que la ASOCIACIÓN UNIFICADA DE LA GUARDIA CIVIL (AUGC), denuncia un hecho gravísimo: a los guardias civiles en prácticas, destinados en la zona norte de la Comandancia de Madrid, se les manda a patrullar sin chalecos antibalas. Es decir, van bastante menos blindados que el coche del ministro, cuando la vida del más modesto guardiacivil tiene infinitamente más valor que la de cualquier ministro.

Dicho esto, quiero resaltar un detalle, por si acaso pasara desapercibido. Los guardias a quienes se les niega el chaleco, minusvalorando su vida, son los que están en prácticas, es decir, que todavía son guardias alumnos, en la fase final de su formación. Por lo tanto, todavía no han recibido sus reales despachos. En consecuencia, la estabilidad en su empleo no está conseguida, lo que les convierte en el eslabón más débil de la cadena y, por lo tanto, es el más propenso a sufrir la arbitrariedad del mando. Vamos, que un gobierno socialista, el de los parias de la tierra  el de la famélica legión y el del fin de la opresión, se ensaña con los más débiles

Sobre las consecuencias de la arbitrariedad del mando, sería muy recomendable leerse el discurso, pronunciado por su General Director, con ocasión de la clausura de la Academia General Militar por el Gobierno de la II República. Ese General era el Excmo. Sr. General  D. Francisco Franco Bahamonde.

La Guardia Civil es un cuerpo militar, en cuyo mando y dirección deben ser muy tenidos en cuenta los factores morales y el ejemplo de sus mandos, sometidos siempre a la autoexigencia de solicitar el puesto de mayor riesgo y fatiga (decíamos en la OJE, que las palabras convencen, pero el ejemplo arrastra), porque, como cuerpo militar que es, ha de estar sometido a una estricta disciplina, basada en el ejemplo del superior y absolutamente incompatible con la arbitrariedad y el capricho del mando.

Y es precisamente de esa disciplina y de la rigurosa y justa actuación de los cabos, suboficiales, oficiales, jefes y generales, sazonadas con el inigualable espíritu de sacrificio del que siempre ha hecho gala la Benemérita, de donde la Guardia Civil ha extraído su eficacia.

Y como esos valores son contradictorios con los que quiere imponer el nuevo orden mundial, hay que cargárselos.

E incidiendo sobre la arbitrariedad del mando, en este momento no estaría de más traer a colación el suceso protagonizado por. D. Francisco Javier Girón de Ezpeleta  Las Casas y Enrile, II Duque de Ahumada y V Marqués de las Amarillas, descendiente de Moctezuma, fundador de la Guardia Civil, quien presentó su dimisión como Inspector General del Cuerpo, por negarse a incumplir una orden arbitraria del Presidente del Consejo, General Narváez (el que a la hora de su muerte no tenía enemigos con los que reconciliarse, porque los había fusilado a todos), orden que consistía en arrestar a un Cabo que había cumplido estrictamente con su deber.

Pues bien, no estaría de más que los mandos directos de los alumnos desprotegidos, hiciesen algo al respecto, estableciendo claramente la diferencia que existe entre ser un hombre de honor y ser un ministre. Entre ser un Guardia Civil y ser un funcionario con pistola.

La Patria os lo agradecerá y, si no, os lo demandará como indignos hijos de ella, de acuerdo con la fórmula mediante la cual, el 23 de marzo de 1975, quien suscribe prestó Juramento de Fidelidad a la Bandera.

Se me puede decir que soy un romántico y un antiguo. Cierto, pero no es menos cierto que, en los momentos decisivos, la Patria siempre se ha visto obligada a recurrir a tipos así.

           

¡¡¡POR ESPAÑA, SIEMPRE POR ESPAÑA, VIVA ESPAÑA!!!

  • Miguel José Alabort Jiménez es licenciado en Derecho y Graduado Social.