La hemorragia del PSOE

Siempre produce algo de rubor citarse a sí mismo, también porque la memoria es muy selectiva, y todos tendemos a recordar lo que nos salió bien, o en el caso de los periodistas a evocar comentarios, opiniones o previsiones que “acertamos”.

Haciendo una excepción, en estas páginas publiqué el pasado 27 de julio “Lo menos malo para el PSOE”, en que expresaba mi opinión de que a los socialistas les interesaba abstenerse y permitir un gobierno de Rajoy, en vez de arriesgarse a unas terceras elecciones, y en vez de pactar con Podemos y los partidos independentistas.

En ese artículo exponía la diferencia entre “apoyar” al PP y “abstenerse”, también por los intereses del país. Ahora, en estos días, Javier Fernández, el sensato y hábil presidente de la gestora socialista, está llevando a cabo una labor de pedagogía política para que asimilen sus militantes y votantes la diferencia entre “apoyar” y “abstenerse” para que el PP gobierne. Por el bien del PSOE –que perdería muchos votos y escaños en unas terceras elecciones– y por el bien de España. Está intentando detener la hemorragia del PSOE.

En 15 días habrá gobierno de Rajoy. El PSOE no tiene elección, porque de lo contrario hubiera sido un sinsentido defenestrar a Pedro Sánchez, con su “no es no”, que simultáneamente escondía sus negociaciones para gobernar con Podemos y los partidos independentistas: lo tenía ya ultimado, y precisamente por eso los barones socialistas se rebelaron.

Hubiera sido un suicidio del PSOE gobernar con quien sea con tal de presidir el Gobierno, que era la ilusión y la ambición de Pedro Sánchez. Ahora no le queda una solución fácil, que está suponiendo ya divisiones en las filas socialistas, pero es menos sangrante probablemente para el PSOE que echarse en brazos de Podemos e independentistas.

Las consecuencias de que el PSOE permita gobernar a Rajoy no serán pocas. Por ejemplo, en sus relaciones con Podemos, que amenaza al PSOE en muchos frentes y tiene una línea muy clara de desgastar a los socialistas, para erigirse en el auténtico partido de izquierdas.

Sin embargo, no me refiero sólo a la “amenaza” de ir acercándose o superar en votos y diputados a los socialistas, sino a la amenaza de las consecuencias que puede tener una abstención del PSOE que permita gobernar a Rajoy. Los de Pablo Iglesias pueden “romper la baraja” en diversas comunidades autónomas en que ahora gobiernan juntos, o gobierna el PSOE con el apoyo multiforme –casi todo en Podemos respira una mutación constante y variopinta, a veces incoherente– de la formación de Pablo Iglesias y otros partidos políticos.

Los pactos PSOE-Podemos en diversas comunidades autónomas penden de un hilo, y así lo han hecho saber diferentes líderes. Uno de ellos, Pablo Echenique, no es un líder autonómico solamente, en este caso secretario general en Aragón, sino que también es secretario de organización estatal, por lo que su advertencia tiene más peso. Habla el líder aragonés, y habla el líder nacional.

Ante esa situación, el socialista Ximo Puig, que preside la Generalitat Valenciana, gracias a un pacto -Acuerdo del Botánico– con Compromís y Podemos, ha dejado caer que la abstención para permitir gobernar a Rajoy no debería recaer en el PSOE únicamente, sino en varios partidos políticos. Es ingeniosa la propuesta, pero no parece viable.

Los socialistas están en un atolladero, un cierto suicidio a cámara lenta. Se lo han ganado a pulso, por méritos propios, aunque estén pidiendo perdón por el lamentable espectáculo del 1 de octubre, que acabó con la dimisión de Sánchez.

Por el bien del PSOE y también de España, espero que el PSOE detenga de verdad su hemorragia, recupere las señas de identidad y tenga paciencia. Paciencia deberá tener Rajoy gobernando, pero tanta o más el PSOE: sus nervios sólo beneficiarán a Podemos.

  • Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
    Escribe, también, en su web personal.