ALFONSO SASTRE

Siempre, desde que nuestros dramaturgos recibían premios Nobel a porrillo, se viene hablando de la crisis del teatro. Ello era así en mi juventud, a pesar de que había en Madrid una veintena de salas que disputaban los estrenos de varios talentosos dramaturgos españoles y extranjeros. Ahí estaban Poncela, Mihura, Lauro Olmo, Rodríguez Méndez y en especial Alfonso Paso que durante varios años estuvo copando la mitad de los estrenos.

Eran los días en que Alberto Closas se estrenaba como empresario en el teatro Marquina y era posible ver en los escenarios a Rabal, Rodero, Marsillach, Arturo Fernández, Fernán Gómez, etc.

Pero para los jóvenes universitarios, los autores que esperábamos con ansiedad eran Buero Vallejo y Alfonso Sastre. Buero, hijo de militar republicano, fue encarcelado tras la guerra, condenado a muerte, indultado y tras el estreno de su exitosa “Historia de una escalera” supo reconciliarse con el régimen y mantener una prestigiosa carrera hasta “El concierto de San Ovidio” y “Las meninas”, siendo moderadamente crítico y posibilista, lo que le convirtió en el laureado dramaturgo oficial del franquismo.

Alfonso Sastre, de orígenes proletarios, fue más revolucionario y rompedor. Entendió el teatro como un arma transformadora de la sociedad y se orientó en el frente más radical del panorama político, desde el partido comunista hasta Herri Batasuna aunque siempre negó simpatizar con ETA. Su mujer, Eva Forest cumplió tres años de cárcel acusada de participar en el atentado terrorista de la calle de Correos que costó la vida a doce personas. Sastre la acompaño en la cárcel un año.

Esta deriva radical marcó la carrera del autor que tanto había influido en la juventud  de los años 50 y 60. Sin duda “Escuadra hacia la muerte” fue la más representada por grupos universitarios de la época. Quien esto escribe montó la obra en el Teatro de los Obreros de Valencia a comienzos de los sesenta, contando con un elenco de actores/amigos que más tarde pasarían a ser distinguidos abogados, médicos y filósofos. Amigos que felizmente me duran a día de hoy.

Aparte de la mencionada “Escuadra”, Sastre escribió medio centenar de dramas “La mordaza”, “La sangre de Dios”, “Ana Kleiber”, “Guillermo Tell Tiene los ojos tristes” y “La cornada” fueron las más notables. Su politización le borró de los escenarios durante más de veinte años. Ya a finales del siglo reapareció con “La taberna fantástica”. Pero la mayor parte de su obra nos fue ocultada como también ocurrió con sus dos docenas de ensayos y libros de poemas.

Hoy se da en Madrid -sin duda capital del teatro en España- un extraño fenómeno y es que a la vez que ha prodigado el número de salas hasta alcanzar casi un centenar, ha declinado el censo de autores. Solo me atrevo a citar a Mayorga, pero un nombre no es suficiente para mantener en pie el género. Apenas se ven nuevos dramas o comedias; si acaso reposiciones como “Tres sombreros de copa” o “La muerte de un viajante” que son muy bienvenidas. Eso sí, las salas se llenan de musicales que nos llegan avalados por el marchamo de Broadway.

En ese panorama teatral nos llega la noticia del fallecimiento de Alfonso Sastre a los 95 años de edad. Con él se va parte de mi juventud. Lamento decirlo pero para mí es como si se hubiera ido hace 50 años.

  • Jorge Fuentes Monzonís-Vilallonga es Master en Ciencias Políticas y Económicas y Derecho. 
    Diploma de Altos Estudios Internacionales. Embajador de España en Bulgaria en 1993. 
    Primer Embajador de España en Macedonia en 1995. 
    Embajador de España en Bruselas WEU en 1997, entre otros cargos.