Desierto demográfico o Tsunami demográfico: EL FUTURO YA ESTÁ AQUÍ

Es un tema tabú, del que no se habla en los canales oficiales, pero todo el mundo sabe, a estas alturas que España se ha convertido en un “desierto demográfico”. Es un hecho que se oculta y se camufla, sin hacer nada para remediarlo. Este hecho no es casual, si no la consecuencia de una serie de circunstancias que vamos a citar.

Empecemos por suministrar un dato importante que condiciona este hecho: según un art. de “Libre Mercado” de 28/12/2020, la riqueza de los jóvenes españoles (menores de 35 años, los que supuestamente debieran de estar teniendo hijos en estos momentos) ha sufrido un “proceso de evaporación sin precedentes” en estos últimos quince años. Más aún, se puede afirmar que, simplemente, no tienen dinero. Sufren una de las tasas de desempleo juvenil más elevadas de Europa, con lo cual, se encuentran sin dinero y sin futuro, así que no les queda otra que desplazarse en patinete por la vida (no pueden ni comprar ni mantener un coche) y como extra se compran hamburguesas; malviven con sueldos de miseria y comparten piso junto con otros desdichados de su generación, o ni siquiera eso, la falta de medios les impide independizarse por lo que continúan en casa de sus padres.

Sumergidos en España como estamos en medio del globalismo radical impuesto por Bruselas, generador de paro y pobreza, una auténtica fábrica de millones de parados… si esto es así para los adultos (las tasas de paro para los mayores de 50 años son igualmente escalofriantes), personas que llevan años incorporados al mercado de trabajo, con experiencia, no necesitamos mucha imaginación para saber que ocurre con los que intentan entrar por primera vez en un mundo laboral cada vez más exiguo y exigente. O bien son directamente rechazados, o tienen que aceptar unas condiciones laborales penosas, desconocidas desde hace decenios.

Esto nos lleva a la situación actual, los jóvenes españoles están desnortados, arruinados y aterrorizados por un futuro que no vislumbran, esto se refleja incluso en la moda, visten con prendas oscuras, maltratan su cuerpo con piercings y circulan en patinetes con mochilas al hombro, como colegiales; la moda dominante es vestir como si fueran mendigos o adolescentes perpetuos.

Sin trabajo y sin economía, no pueden abandonar las casas de sus padres. Por otra parte, sus empleos, caso de que los consigan, son siempre precarios y mal pagados. Varias generaciones perdidas ante un marasmo de falta de oportunidades, inseguridad financiera y dócil aceptación inconsciente de una distopía sorprendente. Por increíble que parezca, además de la deplorable situación económica, ellos, con sus mochilitas y patinetes, están alienados con las ideas que vende infatigablemente el sistema a saber: que ya somos muchos en el planeta, que el problema del mundo somos las personas; que el cambio climático no nos permite tener más hijos; que nos van a invadir los inmigrantes con lo cual no hay problema de relevo generacional…?

Finalmente, ninguna luz se vislumbra al final del túnel. Por parte desde los “mass media” se les incita a que defiendan el sistema a capa y espada, y que cualquier atisbo de rebelión vaya contra las generaciones anteriores, por ejemplo los “boomers”, como acaparadores de gran parte de las expectativas que aún sobreviven en el mercado.

En estas circunstancias, el supuesto paraíso globalista se ha transformado en España en un verdadero infierno local, especialmente para los más jóvenes.

Por Twiter circula un mensaje advirtiendo de lo que está pasando enviado por D. Julio Anguita en el que expresa:

“Chavales que me estáis viendo: no tenéis futuro alguno. Salvo que cambiéis, no que os cambien los demás ¿eh? Que luchéis para que os lo cambien”.

“Eso está dicho desde el año 96. Si queréis entrad en internet y pulsáis: informe Petras. Es un informe que se hizo en 1996 por un sociólogo. El Gobierno español se lo encargó. Cuanto terminó y se lo presentó al Gobierno español el gobierno español le pagó y lo guardó en un cajón”, asegura.

“El profesor Petras, que era amigo mío, me dio un ejemplar y ahora está en internet. Se dijo en el año 96: estamos ante las primeras generaciones de jóvenes que van a vivir peor que sus padres. Pero dijo otra cosa terrible: pero es una generación criada entre algodones, no está acostumbrada a la lucha. Y este es el problema. Este país no tiene ningún futuro, salvo lo que dure el sol, lo que duren las playas. El turismo. Y punto”.

Anguita sigue después dirigiéndose de forma muy dura a los jóvenes: “Los que estéis en vuestra casa y paséis de política, empezad a leer otras cosas. Soltad vuestro rollo. Creéis que sois rebeldes. No sois rebeldes. El rebelde es el que se cuestiona lo que hay. Porque le contestéis mal a vuestro padre o a vuestra madre eso es falta de educación, pero eso no es rebeldía”.

“Así que rebeldes de pacotilla, leche. Lo puedo decir de otra manera, ya está bien. Porque los pantalones estos son los que molan. Déjate de historias. Podemos cambiar esto, pero así no lo vamos a cambiar nunca. Y hay que saber escuchar a otros, poner por delante la unidad aunque sea renunciando a cosas, días muy amargos, días muy tristes os esperan, pero es así”.

“A mí la pose rebelde me sienta muy mal. Estos que dicen... yo soy anarquista. Digo si te vieran los anarquistas de verdad te hubieran pegado ya tres hostias, perdón por la expresión, pero tres hostias porque te las mereces. Anarquista era Durruti, pregúntale si pasaba de todo”.

Anguita tenía razón, se ha conseguido destruir el ciclo vital de las personas, dado que se nace casi ya de casualidad, pues a pesar de que tampoco se publicita este dato, nada menos que uno de cada cuatro niños es abortado; si se tiene la suerte de nacer, se puede crecer con problemas, en familias desestructuradas, algo que igualmente se ha conseguido normalizar; o con dificultades económicas, ya que el dato es que nada menos que tres millones de niños en España tienen problemas económicos en su familia, graves o muy graves. Y Finalmente, como decimos, cuando son jóvenes, no pueden irse de casa, con lo que tampoco se pueden plantear, siquiera, el tener hijos.

Fondo de imagen: esquire

  • José Manuel Millet Frasquet es abogado.