Dudas postelectorales

Las recientes elecciones han dejado a España sumida en un estado de confusión y duda y ello tanto en unos partidos como en otros, aunque unos sepan digerirlo mejor que otros.

Hay un hecho evidente y es que el vencedor de las elecciones ha sido el PP que no solo ha superado al PSOE en 14 escaños sino que se ha superado a si mismo con 45 más que los alcanzados en 2019. Le ha sabido sin embargo a poco puesto que contaba con alcanzar la mayoría absoluta.
Tampoco tendría que estar exultante el PSOE, que se ha visto rebasado por el PP y que ha resultado perdedor. Decepcionada está Yolanda Díaz que pese a haber aglutinado a 15 partidos, ha quedado lejos de alcanzar el número de diputados que obtuvo Podemos en 2019. Lo mismo ocurre con Vox que ha encogido su fuerza hasta la mitad de la que poseía.

Pero alegría o tristeza son sentimientos relativos y disfrazables, de ahí que ciertas derrotas puedan maquillarse como victorias y viceversa. El PSOE sabe, y nosotros lo sabemos también, esta vez sin necesidad de que intente engañarnos, que sus 122 diputados cuentan con el apoyo de los 31 comunistas, los 6 Bildus, los probables 7 de ERC y los 5 de PNV quedando solo el dudoso apoyo de los 7 indispensables pero impresentables del prófugo Puigdemont.

El PP es consciente de que tras el rechazo a negociar del PNV y la imposibilidad de llegar a una gran coalición, una práctica  poco viable en nuestros pagos, tiene difícil alcanzar los necesarios siete escaños adicionales para alcanzar la mayoría absoluta.

En los próximos días, Sumar va a tener que prepararse a recibir los embates de UP que no se ha tragado las humillaciones a Iglesias, Montero, Echenique y muchos más. Aunque por el momento se siente arropada por la sombra de Sánchez, a medio plazo, el destino del partido puede seguir el camino de tantos otros que fueron feneciendo víctimas del renacimiento del bipartidismo.

Vox se encuentra en parecida situación; su fuerza sólo depende de la debilidad del PP de forma que cuando éste ve crecer sus filas, las de Vox decaen. Y la experiencia nos dice que la derecha solo ha logrado vencer cuando ha competido unida.

Por el momento los medios conservadores muestran su desánimo  entonando el mea culpa por haber basado sus cálculos tan solo en datos demoscópicos;  o concluyendo que lo que iba a ser un plebiscito sobre Sánchez se ha convertido en un plebiscito sobre Vox; recalcando la fragilidad de un PP que no sabe lidiar con su único socio fiable -Vox- variando su juicio respecto a él por días y por lugares (Valencia, Extremadura, Aragón, Murcia). Y pensando que en el fondo nadie ha apoyado a Sánchez más  que Vox en la empresa dedicada a que el PP no lograra la mayoría absoluta. No hay que olvidar que entre ambos partidos obtuvieron más de 11 millones de votos, una cifra semejante a la que valió a Rajoy obtener sobradamente su victoria en 2011.

Como se ve, asoma el pesimismo de la derecha quedando en la sombra la indudable preocupación que para la izquierda debe suponer el haber perdido las elecciones y no tener más consuelo que contar con el apoyo del grupo Frankenstein que ya sabemos lo que fue capaz de hacer en los últimos cuatro años, un grupo al que ahora se sumaría el “refuerzo” del prófugo Puigdemont.

Ante semejante panorama no es a excluir un empate, un bloqueo y unas nuevas elecciones. Los políticos quieren hacernos ver que existe un gran cansancio electoral del votante. Lamento disentir. Probablemente los que tienen un gran cansancio son los propios políticos quienes por lo que pudiera pasar -alcanzar peores resultados en algunos casos, partidos que arriesgarían su disolución etc. preferirán intentar arreglarse con los resultados del 23J. Al menos la mitad de los españoles preferiríamos ir a unas nuevas elecciones antes que tener que soportar cuatro años más de un Frankenstein corregido y aumentado. No sería lógico que un país como España, en que la mayoría de sus Autonomías, sus provincias y sus municipios están regidos por el PP y en que excepción hecha de Cataluña y el País Vasco, el voto se ha decantado claramente a la derecha vaya a tener que seguir regido por el equipo perdedor. Antes que ponernos ya en manos de un nuevo Frankenstein, mejor convocar nuevas elecciones en las que nadie garantiza el resultado y visto lo visto, quizá diera otra vez la victoria a Frankenstein. Pero quedaría aun una posibilidad…

 

  • Jorge Fuentes Monzonís-Vilallonga es Master en Ciencias Políticas y Económicas y Derecho. 
    Diploma de Altos Estudios Internacionales. Embajador de España en Bulgaria en 1993. 
    Primer Embajador de España en Macedonia en 1995. 
    Embajador de España en Bruselas WEU en 1997, entre otros cargos.