CANALLADA VECINAL

Ha sucedido en Castellón, el pasado domingo, 1 de septiembre. Hay una denuncia presentada ante la Policía Nacional, y es de esperar que se aclare cuanto antes, por el bien de la persona perjudicada y de todos los vecinos de ese inmueble muy céntrico de la ciudad. Por segunda vez, alguien ha colocado una sustancia blanca pintura o silicona en la cerradura de una persona que vive sola, enferma de alzheimer e incapacitada, que no puede moverse por sus medios, ayudada en tareas domésticas. Lo ha hecho alguien cruel, que es un peligro para todos: en dos días festivos, cuando no había nadie en la casa o que pudiera oponerle resistencia, y sólo en ese piso. Por las circunstancias en que se ha producido, no tiene otra explicación que una acción de un vecino harto de las molestias, que ha decidido asustar y dañar a la persona enferma.

En ciertos grados del alzheimer el enfermo tiene descontroles, grita ante circunstancias imprevisibles, como fruto de un sufrimiento que es difícil conocer en su profundidad a quien no lo padece. Los que hemos vivido con personas con alzheimer en ese grado sabemos que es duro para quienes conviven o tratan a ese enfermo, pero nunca había oído que algún vecino pusiera pintura o silicona en la cerradura y en el timbre, teniendo que llamar a un profesional en ambas ocasiones para acceder a la vivienda o evitar que se solidificara y evitar desgracias mayores. No es justificable bajo ningún punto de vista reaccionar de esa manera ante un enfermo, que aunque sea molesto tiene una dignidad, es muy vulnerable y esos mismos hechos deleznables pueden aumentarle la tensión y producir un desenlace imprevisible. Falta o delito, ya se verá. Esa persona enferma nunca produce molestias por la noche, sólo de día.

Es canalla la persona despreciable por su comportamiento vil, como es el caso que relato, un ser ruin, malvado. Desde luego, es cruel, porque no tiene compasión ante el sufrimiento ajeno, sólo piensa en las molestias que ocasiona con sus descontroles. Entre los vecinos hay indignación y deseos de colaborar con la Policía Nacional para encontrar a ese canalla. Por supuesto que tener como vecino a una persona con esas manifestaciones del alzheimer, o también a un bebé que llora a cualquier hora del día, son hechos que molestan, pero la solución no es vengarse contra un enfermo o los padres del bebé, como si voluntariamente el enfermo deseara perturbar a los vecinos. Con un poco de corazón y humanidad, se sobrellevan esas situaciones, y no hay que descartar que nosotros seamos en el futuro un enfermo de alzheimer. Penoso.

  • Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
    Escribe, también, en su web personal.