El cuadrado mágico del adoctrinamiento catalanista

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El llamado cuadrado mágico era una ordenación enigmática de números que debían ser interpretados con lecturas en diagonal, a la inversa, en vertical, espiral, etc. Los autores cristianos preferían sustituir cifras por palabras de lectura enrevesada mediante recursos gráficos que, en ocasiones, alternaban latín y griego con lenguas vulgares.

En esta Navidad del 2017, la Generalitat del Compromís de Mónica Oltra y sus palmeros nos ha sorprendido en la prensa con un cuadrado mágico sardanero, de un nivel deliberadamente bajo; alejado de los caligramas poéticos de Apollinarie o los caligráficos persas del s. XVII. Así, en el Información de Alicante aparecía este anuncio-felicitación (que nos cuesta unos 60.000 €, sólo en este medio) que, para mayor inri, chocaba con la dramática noticia del mismo periódico: “La provincia no tiene una sola plaza libre de salud mental. Un millar de personas aguarda un hueco...” (Información, 18/12/2017).

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A la Generalitat no le preocupa gastar el dinero de nuestros impuestos en cuadrados mágicos, siempre que sean para la implantación del catalán (no valenciano). Como Información se usa en la escuela para adoctrinar, el maestro enseña el cuadrado y, maquiavélicamente,  pregunta  al alumnado: Quién es el inteligente capaz de interpretar este enigma? Los indefensos niños leerán y asimilarán morfología arcaica (que coincide con el catalán vivo) y léxico como “vull, vacances, panxa, gener, iaia, putxero, arbre...” (en valenciano: vullc, vacacions, pancha, giner, yaya, puchero, abre...), y lo asociarán para siempre a la Navidad.

El colaboracionista remachará la lengua invasora en la maleable mente infantil, pues tiene patente de corso y, en este ejemplo, ocultará que 'vacacions' era y es la única morfología valenciana, mientras que 'vacances' es moderno galicismo adoptado por el IEC en el siglo XX:

“en lo temps de les vacacions” (Const. Universitat de Valencia, 1611) “vacació: suspensió dels negocis o estudis” (Escrig: Dicc. 1887)
“y el chic... de vacacions. Hui s´en torna” (Barchino: La barraqueta, 1921)

Estos engreídos matones desprecian la ley del Estatuto de Autonomía:

Artículo Sexto: La lengua propia de la Comunidad Valenciana es el valenciano. El idioma valenciano es el oficial en la Comunidad Valenciana, igual que lo es el castellano, que es el idioma oficial del Estado.

Estos funcionarios abusan diariamente de nuestros menores, con la aquiesciencia de Mónica Oltra  y el dinero nuestro. No tenemos una Justicia que los juzgue por prevaricar y gastar caudales públicos en el adoctrinamiento para lograr la Gran Cataluña hasta Orihuela ¿Cuándo serán procesados y se les obligará a devolver al Estado lo que ganan por aniquilar el valenciano? Hace falta ser mezquino para sembrar autoodio y confusión, pues son conscientes del mal que hacen.

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Auténticos descuideros de la lengua, tratan de adoctrinar al lector con la inclusión de topónimos valencianos asociados a injertos catalanes, para que crean que son propios del lugar. Así, el que ha diseñado el cuadrado mágico de pacotilla muestra el sust. “joguina” asociado a Ibi, población especializada en juguetes. La maldad es que “joguina” no existe en valenciano, ni nunca ha existido, hasta la llegada de los colaboracionistas del siglo XIX. Los que adoctrinan a los niños lo saben, pero sembrar autoodio es su medio  de vida. Acabo de venir de Ibi. He estado en el Museo del Juguete y, a la encargada, le he preguntado:

  • ¿Vostés com diuen en valenciá al castellá juguete?
  • Mosatros sempre li ham dit joguet.

No obstante, al comentarle que la Generalitat usa la voz “joguina”, hace una mueca de desconcierto y, con poca convicción, murmura: “Es... es, es una voz antigua, creo que de Valencia y...”. ¡Otra vez el truco de la falsa ubicación! Esta treta ya la usaban hace 30 años los filólogos del autoodio al valenciano, en un comportamiento opuesto al de los sabios como Menéndez Pidal, que mostraba inmenso respeto hacia cualquier pequeña variable léxica, sintáctica o morfológica que ofreciera singularidad a un idioma.

En valenciano podríamos usar 'juguete' como arcaísmo, al ser clásico: “ornaments o juguetes de criatures” (Esteve: Liber Eleg. 1472) “chiulells, juguetes, baceroletes... de chic” (Roig: Espill. 1460), pero nuestros antepasados se decantaron por joguet > choguet, singularidad que produce espanto a los colaboracionistas. Nosotros podemos presentar documentación del uso de 'joguet, choguet' en valenciano, pero los de la Generalitat no pueden ofrecer textos valencianos donde  figure 'joguina', salvo algún floralista o lexicógrafo del XIX que engordaba diccionarios con léxico catalán y castellano:

“este joguet es graciós” (Ros, Carlos: Romans dels jochs, c. 1730)
“repichs arme en lo choguet” (Orti, J. V.: Fiestas Centenarias, 1740, p. 216)

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Ibi, ciudad mozárabe del Juguete

Esta capital del juguete conserva el topónimo prerromano Ibi, anterior a la llegada de los cruzados ágrafos de Jaime I que, previamente, habían entrado en Alcoy, otro topónimo de origen mozárabe que pasó al castellano. Los valencianos del 1230 podían estar islamizados superficial o profundamente, factor que no afectaba al romance prevalenciano. No era un hecho insólito. Los actuales coptos han conservado  su idioma desde siglos antes a la invasión islámica hasta nuestros días. Las crueles persecuciones a que fueron sometidos no fueron motivadas por usar una lengua distinta a la árabe, sino por su religión. En territorio valenciano sucedió lo mismo que en cualquier otro sometido al Islam. Parte de la población siguió con su romance y, en la vida privada, seguiría con sus creencias, aunque exteriormente aparentara ambigüedad o incluso se islamizara, pero no tenían motivo para abandonar el bilingüismo. Hay un interesante testimonio del benedictino Diego de Haedo sobre ciertos cristianos que, en territorio musulmán, se islamizaron paulatinamente:

“los moros Azuagos, distantes de Argel sesenta millas; los quales Azuagos, y sus mugeres y hijos suelen traer una Cruz hecha y tallada en la carne, en el carrillo de la mano derecha. Quedóles esta costumbre dende el tiempo de los Vándalos y Godos, los quales, para conocer los Africanos que eran Christianos, mandaban que todos los tales andasen señalados en el carrillo con una Cruz (…) ellos dicen que la traen porque son descendientes de christianos antiguos; las mujeres son más blancas” (Diego de Haedo: Topographia e Historia de Argel, Valladolid, 1612, f.8)

La población cristiana en territorio islámico, aunque sometida a cautiverio, guardaba costumbres y lengua. En otro relato, el fraile Matías de San Francisco nos habla de un convento africano en  1643, y que los cristianos cautivos iban “a Salé o Tetuán o otros puertos de moros a comprar un sacerdote cautivo”1. Es decir, que disponían de cierta libertad para desplazarse e incluso comprar a un religioso. También habla de mercaderes cristianos libres como Francisco Roque, propietario de una “casa y criados” entre los moros; y la lengua valenciana se oía por las calles africanas:

lo moros decían 'fugir, fugir', esto es, que huíamos” (Relación, f.24)

La visita de religiosos a los cautivos o a quienes vivían libres en territorio islámico, aunque pagando un impuesto que diriamos de religión, era una realidad; y así debió suceder con la llegada al reino moro de Valencia de los trinitarios Juan de Mata y Felix de Valois hacia el 1200. Dedicados a mejorar la vida de los cautivos y, si tenían dinero, a liberarlos, dejaron recuerdo de su estancia entre nuestros antepasados, con algún que otro milagro consustancial a la literatura hagiográfica:

S. Iuan de Mata... honró a esta ilustre Ciudad de Valencia, viniendo a ella, que aunque era de los moros, y aquí le sucedió al Santo un prodigio raro...” (Fiestas a S. Iuan de Mata y S. Felix de Valois,Valencia 1668, p.364)

 

Certificado de pureza de sangre y, ahora, de pureza idiomática

La condición de cautivo no suponía la pérdida de idioma o costumbres; aunque, generalmente, acarreaba pérdida de privilegios. De su vida miserable queda un derivado del latín captīvu, -īva en el valenciano 'acaptar', pedir limosna o mendigar. En fin, los mozárabes de Ibi o Alcoy pudieron comunicarse con voces parecidas a las del léxico mozárabe valenciano que ofrece el DECLLC de Corominas, los acafollar, afonar, aganchar, aina, albarda, albarsana, alltendre, andivia..., barraca, barranc, fardacho, sangonera, etc.

Las lenguas, e incluso las creencias, tenían capacidad de subsistir en ambiente hostil. En el Archivo Histórico Nacional encontré, con gran sorpresa, juicios a islamistas como “Pedro Maciá de Alicante” (AHN, Leg. 2022-45, año 1628), e incluso judaizantes “Leonor Aparicio de Elche. Abjura de Levi” (AHN, Inquisición, Leg. 2022, año 1587); y hasta en pleno Siglo de las Luces: “judaizante: Jerónimo García de Elche” (AHN, Leg. 2851, año 1721).Una gota de sangre judía suponía el colapso social. Ante tal exigencia, los certificados de limpieza de sangre eran solicitados por valencianos como Feliciana Bosch de Alicante , año 1663; Satorre de Alcoy, 1588; Rovira de Alicante, 1662, los Belda de Bocairent, los Baeza.... (AHN, Inquisición, Leg. 753).

Ahora, entrando en el 2018, el fascismo expansionista catalán nos exige limpieza de sangre idiomática. Hay que doblegarse para conseguir el requisito lingüístico o no se accederá al funcionariado, y quien no estudie catalán (no valenciano) estará excluido de la vida social.

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1 Relación por Matías de San Francisco, guardián al presente del Convento de su Orden en Marruecos, Madrid, 1643, f.7.

  • Ricart Garcia Moya es Llicenciat en Belles Arts, historiador i Catedràtic d'Institut de Bachillerat en Alacant.