La hipoteca independentista de Pedro Sánchez

Cataluña sangra estos días, y España entera, porque Cataluña es España. Aunque repitan lo contrario los independentistas, aunque Pep Guardiola se aproveche de su privilegiado puesto deportivo para afirmar lo contrario.

Pedro Sánchez presentó una moción de censura contra el entonces presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y fue la primera moción de censura en la democracia española en prosperar. Sucedió hace menos de año y medio, el 1 de junio de 2018.

Pedro Sánchez, alentado por su gurú Iván Redondo, vio su oportunidad. La sentencia de la Audiencia Nacional sobre el “caso Gürtel” y la corrupta financiación del PP le abrió las puertas.

A él  y a los partidos que apoyaron a Sánchez nada le importaron los millonarios fraudes socialistas en Andalucía con motivo de los EREs, el “caso Plaza” en Zaragoza, o las millonarias comisiones de la familia Pujol. El objetivo de echar a Rajoy  y aposentarse en la Moncloa estaba al alcance, y lo logró. No le importaron los medios, echándose en brazos de partidos políticos que, a todas luces, le pasarían factura, entre ellos los independentistas.

Junto al PSOE, Podemos, Esquerra Republicana de Cataluña, PDeCat, Compromís,  PNV, Euskal Herria Bildu y Nueva Canarias: 180 votos a favor, contra 169. Con 8 partidos en su apoyo, nació Frankestein. Prometió convocar elecciones generales cuanto antes.

Los partidos independentistas catalanes, con Carles Puigdemont a la cabeza, habían roto la baraja en 2017, y se sabía que el Tribunal Supremo dictaría sentencia condenatoria contra los líderes, como así ha sido, conocida oficialmente el pasado 14 de octubre, dos años después de la “quimera independentista”, como lo ha calificado el Supremo.

Rebelión o sedición daba igual para que el independentismo catalán siguiera campando hasta la sentencia. Pedro Sánchez era presidente del Gobierno gracias a los apoyos de Esquerra Republicana de Cataluña y de PDeCat, y en algo tenía que notarse.

El independentismo catalán se ha ido fortaleciendo en este año y medio con Pedro Sánchez. Quim Torra ha hecho y dicho lo que ha querido. Ahora dice: “Lo volveremos a hacer”.

En Navarra preside, desde hace dos meses,  el gobierno foral  la socialista María Chivite, y gobierna con Geroa Bai, Podemos e Izquierda-Ezquerra, con la abstención de parte de EH Bildu. Los partidos constitucionalistas no han cesado de criticar ese gobierno, pero es que Chivite ha repetido lo que Pedro Sánchez hizo.

Ha llegado la sentencia del Tribunal Supremo y continúan los graves desórdenes en Cataluña, avisando que no tendrán término y que la independencia es para ellos objetivo irrenunciable. Podemos ha rechazado la sentencia y también Compromís, incluso acudiendo algunos de sus líderes a manifestaciones independentistas contra la sentencia en diversas ciudades.

Los independentistas sabían que sus objetivos eran mucho más fáciles con Pedro Sánchez en el poder. Se lo dieron. Es inevitable recordar el refrán de “Dime con quién andas y te diré quién eres”. Los independentistas sabían lo que hacían, y Pedro Sánchez también: ambos intentarían aprovecharse de los otros.

Y ahora Sánchez se refugia en PP y Ciudadanos para encontrar un clima airoso, con el único fin de seguir de presidente tras el 10-N: luego, si es que lo consigue, dirá que gobierna para todos, cuando en realidad sólo gobierna para sí mismo, aunque la unidad de España –y en particular  la tragedia social que está viviendo Cataluña– se resquebraje en aumento.

Para Sánchez es prioritario exhumar a Franco. Es parte de una Ley de Memoria Histórica nefasta, auspiciada por Zapatero y reforzada por Pedro Sánchez. La pregunta de cualquiera es por qué no lo hizo Felipe González, que llegó al poder en 1982 y las heridas de la Guerra Civil estaban muy recientes. Esta es una cuestión también para recordar ahora.

  • Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
    Escribe, también, en su web personal.