La oratoria de Fray Vicente Ferrer

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Este año para celebrar el VI centenario de su fallecimiento la ciudad de Valencia acogerá un congreso internacional sobre el santo valenciano Vicente Ferrer (Valencia, 1350-Vannes, 1419). La Facultad de Teología junto con la Archidiócesis de Valencia, la Universidad Católica San Vicente Mártir, la Universidad Cardenal Herrera-CEU, está preparando el Congreso “San Vicente Ferrer, mensajero del Evangelio. Ayer y hoy”. Otras instituciones culturales, también están preparando ciclos de conferencias en este año vicentino sobre este insigne dominico que ocupa un lugar destacado dentro de la historia valenciana, no sólo por sus escritos, sino también por la influencia religiosa y política que ejerció en su época. 

Fue uno de los predicadores más eminentes de la Europa bajomedieval. Tomó parte activa en el Cisma de Occidente y en las deliberaciones del Compromiso de Caspe para elegir rey de la Corona de Aragón. Eficaz pacificador, fue llamado para calmar los ánimos e intervenir en los enfrentamientos de los bandos en Valencia y buscar una salida conciliadora. Sus predicaciones y consejos tuvieron como objetivo esencial conseguir la paz y la concordia. Fue consejero de reyes y papas. Desarrolló una gran labor evangelizadora para convertir judíos e inducir a los fieles a la piedad e indulgencia. Sus sentencias reflejan que fue un gran reformador de costumbres. Vivió en los años crepusculares de la Baja Edad Media, cuando se vislumbraba profundos cambios sociales, religiosos y culturales que proclamaban el advenimiento de una nueva concepción de la vida y de las mentalidades.

En la figura de Vicente Ferrer, dominico de formación tomista y hombre realista vigoroso, se conjugaron las facetas de escritor taumaturgo, político y teólogo. Su oratoria le llevó a ser requerido para que predicara en pueblos y ciudades, y dictaminara en cuestiones ciudadanas por ser considerado un hombre ecuánime.

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San Vicente Ferrer, con su encendida oratoria, quiso infundir ánimo para reaccionar contra la extendida degradación moral. Abogaba por la santidad de la vida y la doctrina pura, fundamentándose en contenidos de las Sagradas Escrituras, razonada de manera dialéctica. Destinaba sus sermones a todas las clases sociales: reyes, clérigos; ricos y pobres; cristianos, judíos o moriscos. Pretendía infundir la necesidad de un espíritu de renovación de la sociedad. Hablaba con lenguaje directo, transmitiendo sus propias emociones y recomendando el camino de perfección.

La lectura de los sermones muestra la fuerza persuasora del predicador valenciano y su cálida elocuencia. En ellos se advierte las cualidades descriptivas del orador. Su lenguaje, en ocasiones, no es muy pulido, pero sí expresivo. Fue un maestro de la oratoria y de la dialéctica, así como de la ciencia teológica y la exégesis.

La oratoria del pare Vicent Ferrer se muestra en sus Sermones, que han llegado a nosotros a través de representaciones escenográficas y de algunos oyentes que asistieron a sus intervenciones públicas y pláticas. Constituyen un excelente documento ideológico y social, y ejemplo de literatura de carácter populista, al emplear sugerentes recursos expresivos que proporcionaban vivacidad coloquial a la lengua que empleaba. El valor literario de su obra ha sido la utilización del lenguaje con una gran eficacia misional, gracias a los procedimientos que usa en el arte de la persuasión.

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Fray Vicente Ferrer se nos muestra como un dominador del arte de preguntar y suscitar interrogaciones. Provoca inquietudes e indecisiones, facilita el camino de las confidencias e incita al auditorio a sacar conclusiones y consecuencias para inducirles al camino deseado. En esta metodología recurre, frecuentemente, a la intuición como método de docencia. Maestro consumado de la elocuencia, fuerza, atrae y sostiene la atención a la vez que conmueve el ánimo de los oyentes.

Sus predicaciones fueron hechas mayoritariamente en lengua materna valenciana; “sua valentina ac materna lingua fuerit semper locutus”, y tuvieron más una finalidad apostólica que estética literaria. Sus biógrafos señalan que su lengua materna salpicada del léxico de las áreas geográficas por donde pasaba le servía para hacerse comprender por los fieles a quienes se dirigía. El maestro Vicente Ferrer, predicador itinerante, mezcló su lengua nativa, con occitanismos, castellanismos, italianismos, galicismos, etc. La facilidad de expresión, la vehemencia mímica, la exaltación y un enardecido y entregado auditorio facilitó la comunicación con los oyentes.

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Desde el punto de vista gramatical, Vicente Ferrer, recurre a los diminutivos para expresar ternura y afectividad, y a los aumentativos cuando desea denunciar un escarnio. Hace derivar muchos adjetivos con sufijos desacostumbrados: purgatorial, martirial, sofistical, etc. El predicador dominico hace gran uso de los pronominales-adverbiales “hi” i “en” y de los pronombres personales.

Respeto al léxico empleado, se observa que infiltra latinismos y castellanismos en sus discursos. En su vocabulario popular introduce vulgarismos. Hace uso de un léxico rico y con modismos. En los diálogos intercala personas reales y ficticias, con cambios emotivos. Utiliza como recursos expresivos interjecciones, exclamaciones, onomatopeyas y fórmulas de juramento para dar gran viveza a sus sermones. Desde el punto de vista de la sintaxis, su prosa no obedece a los cánones cancillerescos de la época. En ella se detecta ciertos desajustes sintácticos.

En síntesis, un análisis del inventario del léxico de Vicente Ferrer nos demuestra que hacía uso de un vocabulario popular, vivo, concreto y rico en sus predicaciones, y que fue un buen tomista y gran conocedor de las Escrituras.

En la persona de Vicente Ferrer se identifica la virtud y la predicación, la santidad y la ciencia, la universalidad y su valencianidad.

Las Provincias. 26 de enero de 2019, p. 30

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  • José Vicente Gómez Bayarri es Licenciado en Filosofía y Letras, Doctor en Historia, 
    Catedrático de Geografía e Historia, Académico de número de la RACV y Medalla de 
    Plata de la Ciudad de Valencia.