Procesiones

procesionCientos de miles de españoles participan estos días en las procesiones, Vía Crucis, Horas Santas y actos en torno a la Semana Santa. No sé si algún año alguien habrá calculado la cifra de participantes en España, pero salta a la vista que son cientos de miles. Y millones de personas los que asistirán a las procesiones y demás actos como “público”. El silencio sobrecogedor de algunos pasos o momentos de estas celebraciones; el sonido atronador de tambores y bombos; los gritos emocionados de no pocos al pasar el Nazareno, la Dolorosa o Cristo Crucificado: devotos y curiosos se suman a las celebraciones. Son un imán que atrae también el “turismo religioso”, que los municipios fomentan, sean del partido político que sean los gobernantes, por su popularidad, arte, espectacularidad y emoción. Borriol, Torreblanca, Alcora…

Esta realidad de fervor religioso en Semana Santa, creciente, choca con la disminución de la práctica religiosa en nuestro país, y no hace falta recordar la disminución de Bautismos, el descenso de matrimonios por la Iglesia o la baja práctica dominical. Desde luego, varía según las zonas geográficas, pero constituyen un denominador común innegable.

Hay quien piensa que es una incoherencia tanto fervor religioso en Semana Santa respecto a la disminución de la práctica religiosa. Incluso se critica a miembros de Hermandades y Cofradías, que se vuelcan en las procesiones y actos de Semana Santa, y el resto del año son entidades sin vida o sin actividad, aunque habría que ser justos: hay Hermandades y Cofradías que sí tienen vida todo el año. Y en esa crítica se engloba a las personas que pertenecen a esas entidades o participan activamente en las procesiones de estos días, pero que el resto del año viven alejadas del catolicismo. ¿Superficialidad? ¿Sentimentalismo? La devoción es libérrima, merece un respeto.

Es un fenómeno sociológico interesante. También porque el fervor no va necesariamente unido a la calidad artística de las imágenes. Y la variedad que ofrecen la severidad de las celebraciones castellanas, o la Semana Santa Marinera de Valencia, o la de Sevilla, o los tambores del Bajo Aragón, o la bella imaginería de Salzillo en Murcia, reflejan una sensibilidad distinta en las diversas zonas de España, y un común denominador de participación masiva: se revive el núcleo central del Cristianismo.

Aunque moleste a algunos, es una prueba palpable de que el catolicismo está enraizado en la cultura española. Otra cosa es su hondura, pero tenemos un tesoro.

  • Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
    Escribe, también, en su web personal.