EL GLOBALISMO que IMPONE BRUSELAS y sus consecuencias: BREXIT

Dado que estamos en la UE, nuestra política económica está condicionada por los dictados de Bruselas y no podemos olvidar que Europa es nuestro mercado natural, necesariamente tenemos que tener en cuenta el desafortunado contexto en el que nos movemos.

La primera consideración es que Bruselas impone su agenda globalista a los países que la componen y esto no es un secreto para nadie.

Como consecuencia, Inglaterra se ha ido. Y no es un país cualquiera. Es uno de los pilares de la civilización y del mundo occidental. Sin embargo, Inglaterra ha dejado de pertenecer a esta UE y es evidente que esto genera unas consecuencias:

  1. La primera es que por primera vez, desde la fundación de la UE, un socio deja la Unión. Hablando claro: la salida de Inglaterra deja la puerta abierta a otras salidas. ¿Van a haber más socios que dejen la Unión?. Quizás todo dependa de cómo le vaya a este.
  2. La segunda consecuencia es también muy evidente. Que un socio tan importante deje la Unión, evidencia la existencia de una serie problemas profundos y sustanciales en el funcionamiento de esta UE. Nos podemos preguntar cuáles son esos problemas tan graves.

 

PROBLEMAS ACTUALES DE LA UE:

Empezando por el principio: todas las decisiones de Bruselas están pensadas para favorecer a Alemania, un país que funciona merced al globalismo, como más adelante veremos.

Alemania es el líder, el país que domina la Unión Europea, por ejemplo, la presidenta de la UE es Alemana; el BCE tiene su sede en Franckfurt; todos los cargos relevantes en la administración de la UE están copadas por los países del norte y supervisados y elegidos por los alemanes; sólo en el parlamento europeo, el dominio alemán es aplastante, con el secretario general Klaus Welle y el Secretario General adjunto Marcus Winkler, todos ellos alemanes.

Sin embargo, como líder, nos podemos preguntar si Alemania es un dirigente comprometido con sus socios, o, al contrario, se comporta con altivez, dispuesto siempre a exigir; y que, llegado el momento de necesidad, no duda en ser desleal para con sus socios. Respecto a esto último, haremos referencia a lo ocurrido últimamente con el coronavirus, cuando Alemania cerró sus fronteras a cualquier exportación de material sanitario en una situación en la que Italia se encontraba en un momento crítico. Si esto ocurre en un momento de máxima necesidad, cuando uno de sus socios más lo necesita… ¿qué pasará en una situación normal?.

Siguiendo al líder, se impone desde Bruselas a toda europa políticas globalistas que favorecen a Alemania y perjudican de manera inevitable al resto de países.

Resumiéndolo mucho, la política globalista de Bruselas supone, en la práctica, que Alemania vende en todo el mundo sus productos con un alto valor añadido brutal y mientras tanto, entran en Europa, a través de Holanda, todo tipo de productos, producidos a precio irrisorio en países terceros, que dejan fuera de mercado al resto. Bravo por los economistas y burócratas de Bruselas!!!.

La conclusión es que vivimos en una UE globalista, que impone esta política económica, absolutamente desastrosa para España y que favorece únicamente a Alemania y Holanda, su socio en una especie de reedición moderna de la LIGA HANSEATICA.

Esto nos ha llevado a la situación que tenemos ahora mismo, en la que en España no se puede producir nada pues todo se produce más barato en cualquier país de fuera de la Unión, sea China, Pakistan o India, o Corea, y se introduce, sin aranceles, en Europa, destrozando irremisiblemente a la industria local.

Lo mismo pasa con nuestra agricultura, el mercado europeo es invadido con productos producidos a precios irrisorios por países terceros, por ejemplo, Egipto, Sudáfrica, Marruecos, Perú… productos producidos merced a salarios de semiesclavitud, utilizando pesticidas prohibidos en la UE, y destrozando el medioambiente, con la contaminación en los viajes transoceánicos a la que más adelante nos referiremos.

Todo ello tiene una serie de consecuencias:

Las políticas globalistas de la UE tienen el efecto de cercenar y amputan nuestra capacidad como productores, con todas las consecuencias nefastas que de ello se derivan. Tanto, que se nos limita a ser meros consumidores:

Con ello, nos convertimos, únicamente, en UN MERCADO PASIVO de los países del norte, de sus productos y de los que importan desde países terceros.

El globalismo impuesto desde Bruselas provoca que, después de 40 años de UE hayan ganadores y perdedores de esta Unión.

La renta percapita en Alemania se ha disparado hasta los 50.000 euros por habitante, lo mismo que en Holanda. Y se ha cuadruplicado en Luxemburgo.

Sin embargo, en España no llegamos ni a la mitad de esa renta percapita alemana.

Se ha roto, así, la COHESIÓN EUROPEA, con un norte cada vez más rico y un sur cada vez más pobre. A la larga, esta situación va a ser insostenible. Si no rompen ellos, romperemos nosotros.

Por otra parte, este globalismo supone una vulneración evidente de todos los principios que inspiraron la formación de la Unión Europea. Sintéticamente, podemos comprobar que esta situación traiciona los principios fundadores de la UE:

Recordemos que en su creación, la UE tenía tres principios básicos:

  1. La unidad de mercado europeo, es decir, la inexistencia de fronteras entre los países de la Unión. Con los países terceros evidentemente las fronteras se mantenían.
  2. El principio de preferencia comunitario que obligaba a los países de la UE a consumir sus propios productos antes que cualquier otro importado de países terceros.
  3. Solidaridad en los gastos que el mantenimiento de esta UE comportase.

Actualmente nos hemos quedado sólo con el tercero de estos principios, el último año, la pertenencia a esta UE nos ha costado a los españoles 13.500 millones de euros.

Sin someterlo a votación o plebiscito alguno, de forma secreta y taimada, sin preguntarnos si estábamos o no conformes con ello, el mercado único europeo, se ha transformado en otro global, delante de nuestras narices, favoreciendo así a los particulares intereses de los países globalistas del norte.

Por tanto, no se respeta el principio de preferencia, todos los productos de todo el mundo, entran en la UE, a través de los puertos holandeses, rompiendo el mercado único europeo, permitiendo así que Holanda viva y se enriquezca simplemente con la reexportación de productos que obtiene a precios irrisorios en países terceros.

Así, Holanda se convierte en el segundo mayor exportador de agroalimentarios del mundo, sin tener un solo campo cultivado en su territorio, por delante de nosotros, que somos el octavo. Su puerto de Rotterdam es el más importante del mundo occidental y la principal actividad del país, como decimos, es la reexportación que citamos: reciben mercancías de todo el mundo, las reetiquetan, incluso con nombres de empresas holandesas, y las exportan a toda Europa

Además, mientras todo esto ocurre ante nuestros ojos, estamos soportando un fariseísmo europeo que se muestra en los siguientes hechos:

1.- Hay una actitud claramente farisaica en las políticas de Bruselas: con este globalismo se nos da a entender que las fronteras no sirven para nada, que los estados nación han dejado de existir, dado que cualquier puede traer y vender productos a Europa.

Sin embargo, cuando se trata de recordarnos nuestra deuda soberana, si tenemos o no fondos de reserva, cómo tenemos nuestros créditos, parece que para esto sí vuelve a existir el concepto de nación.

Ahora lo hemos visto con el Covid 19, al parecer no existe una unidad europea, los enfermos también son patrimonio de cada nación, así como las deudas que la situación genere.

Y esto no se acaba aquí,

2.- Por un lado se nos impone como objetivo la lucha contra el cambio climático, y por otro se nos oculta que este globalismo que denunciamos, impone traer todas las mercancías que se consumen en Europa de cualquier parte del globo con buques ULTRACONTAMINANTES.

Recordamos que el famoso artículo del The Guardian: 15 buques mercantes contaminan tanto como 750 millones de vehículos.

Actualmente, la contaminación marina supone un 40% del total. Nos podríamos ahorrar tanto desplazamiento de 30.000 kilómetros y destrozar el mar de esta forma, pero los intereses globalistas prevalecen.

3.- En tercer lugar, esta actitud farisaica se conjuga con otra incoherencia temeraria: todos sabemos que Europa tiene una normativa estricta respecto a fitosanitarios. Es decir, respecto a pesticidas dañinos para la salud. En Europa no se pueden utilizar, prácticamente, sin embargo, en los países terceros son la regla general, no existe límite alguno, se utilizan los más baratos y eficaces.

Los productos así tratados son altamente cancerígenos, y son los que finalmente, merced a estas políticas, acabamos consumiendo en Europa.

Por tanto, tenemos una UE globalista, sometida a los intereses del norte y en la que sólo somos sus consumidores pasivos.

Bruselas trabaja para Paises Bajos, Alemania y sus grandes corporaciones y multinacionales.

En España, nuestros políticos nunca han dado problemas dado que nunca han sabido dónde estaban y, debido a su ignorancia y negligencia, nos hemos convertido en una especie de patio trasero de Alemania, despilfarrando, despreciando y destrozando toda nuestra riqueza.

 

FRUSTRACIÓN EUROPEA

Por tanto, se da la circunstancia, de que a fecha de hoy, la UE ha fallado en su objetivo de generar prosperidad, empleo, solidaridad para sus países miembros. Se ha destruido la cohesión europea, con un norte cada vez más rico y un sur cada vez más pobre, y las políticas globalistas de la UE están traicionando a Europa, desconociendo sus propios valores fundacionales

Se ha destruido la sociedad del bienestar y se la ha sustituido por la sociedad de la incertidumbre. La precariedad reina en todos los países del sur de Europa, empobreciendo y frustrando a sus habitantes.

Inglaterra, con el Brexit, ha dicho basta a estas políticas. Basta de favorecer en una unión de 27 a un solo país.

Se trata de defender Europa. Pero una Europa de los 27, no de uno ni de dos, una Europa con un mercado único europeo, no global, una Europa en la que se respeten a las personas y se las proteja, con libre competencia, pero no un libre mercado salvaje que solo beneficie a las elites.

Lo que no podemos defender es una política europea que solo beneficie a uno y destroce al resto. En este sentido, no se puede si no que lamentar el seguidismo y docilidad insultantes del gobierno español, éste y los anteriores, con los mandatos europeos, con el Banco central europeo, con Bruselas y sus Tratados de Libre Comercio Internacional.

Porque, más allá de las grandes celebraciones con la bandera azul europea ondeando al fondo, la realidad es que todos sabemos que hay demasiada gente en nuestro país que sufre este globalismo impuesto a la fuerza

  1. Podemos preguntar a los valencianos que opinan del acuerdo de Sudáfrica y de la ruina de su agricultura a consecuencia de la importación irrestricta de los cítricos sudafricanos
  2. Podemos preguntar a nuestra industria textil, arruinada por las importaciones desde Pakistan e India.
  3. Podemos preguntar a los andaluces lo mismo respecto de las importaciones desmedidas de aceite de oliva africano.
  4. O lo mismo respecto del aceite de girasol, de países terceros, no miembros de la unión europea.
  5. Podemos preguntar también a los productores de miel, arruinados por la que se trae de china, artificial, pero a precio irrisorio, y que les impide seguir en el mercado, provocando su ruina.
  6. O qué decir de los productores de legumbres españolas, de mucha mejor calidad que las foráneas, basta con bajar al super de la esquina, para darse cuenta de que han sido expulsados del mercado.

Este globalismo impuesto, provoca en España un desastre sin precedentes:

  1. Madrid aglutina el 85% de todo el empleo que se crea en España. Es la única Comunidad que genera empleo. En el resto del país, no hay oportunidades, se desertiza, se despuebla. La España vaciada es cada vez mayor. Hay zonas de España en las que la densidad poblacional es inferior a la estepa rusa, y se le denomina ya la Laponia europea.
  2. Nuestra juventud tiene que emigrar para encontrar oportunidades laborales, generándose un desarraigo generalizado.
  3. Dado el bajo nivel de nuestro sector privado, aparecen los NINIS, jóvenes que no estudian y que tampoco trabajan, dado que el mercado no les ofrece oportunidad alguna.
  4. Existen trabajadores pobres que, a pesar de cumplir con sus obligaciones laborales no pueden hacer frente a sus facturas más básicas.
  5. En consecuencia, tenemos a 10 personas que se suicidan todos los días, un tema que se oculta de forma sistemática por los medios de comunicación.
  6. Tenemos el índice de natalidad por los suelos y las previsiones son que la población siga disminuyendo, sin posibilidad de recambio generacional, con unas tasas de nacimiento que nos retrotraen al siglo XVIII.
  7. Ante esta situación, los bancos no conceden hipotecas para la compra de nuevas viviendas puesto que no hay ningún cliente de confianza. Con lo cual, el mercado de alquiler, la alternativa, hecha humo.

En Inglaterra se siente lo mismo que sienten nuestros conciudadanos, desprotección, desprecio, estafa, ruina y miseria; y el Brexit, por tanto, no tiene ningún misterio.

Simplemente, se han cansado de seguir al jefe, mientras éste se enriquece y los demás miran y se arruinan. ¿Cuándo nos vamos a cansar nosotros? ¿Cuánto tiempo va a pasar hasta que toda Europa, entendiendo por Europa Francia, España e Italia, y también Grecia, y Portugal, digan hasta aquí hemos llegado?. Somo más y tenemos más poder, sólo necesitamos una cosa, saberlo.

Lo que es evidente, es que a Inglaterra no le interesa seguir en una unión que solo favorece a Alemania, la gran potencia. Inglaterra vigila sus intereses y es celosa con lo que tiene que defender, a diferencia de nosotros. Y ha tenido la valentía de decir basta.

 

Imagen: Verónica Rosique
  • José Manuel Millet Frasquet es abogado.