Hablemos del Vaticano

En el mundo hay Estados enormes, grandes, medianos, pequeños, microestados y luego hay un Estado especial que es la Santa Sede, la Ciudad del Vaticano. Con una superficie de 0’4 kms2 y una población de 800 habitantes, es el Estado menor del mundo.

Se trata, sin embargo, del núcleo central de una potencia espiritual que incluye a casi medio millón de sacerdotes, que a través de millones de capillas, iglesias y Catedrales, atienden a una feligresía de 1.400 millones de fieles repartidos por el mundo entero, una población superior a la de China o la India. No cabe duda que, en algún sentido, el pequeño Estado Vaticano es una superpotencia.

Al frente de esa enorme institución se encuentra el Papa Francisco I, elegido en 2013, asistido por la Curia y por una reducida, pero prestigiosa carrera diplomática que le representa en la casi totalidad de naciones del mundo.

En los países de tradición católica, como España, el Nuncio de Su Santidad se convierte desde que recibe el placet, en decano automático del cuerpo diplomático con las responsabilidades y privilegios que ello conlleva.

El Papa es una de las figuras más destacadas de la sociedad mundial por lo que todos los países reclaman sus visitas con insistencia y son docenas las peticiones de audiencia que recibe a diario de las que solo unas pocas son aceptadas. Mi familia y yo tuvimos la fortuna de encontrarnos entre ellas en los tiempos de Juan Pablo II.

Todo ello viene a colación para situarnos en dos hechos que se han producido últimamente: la audiencia concedida a la vicepresidenta segunda Yolanda Díaz y la petición de placet para la exministra de Educación Isabel Celaá.

La audiencia a la comunista ministra de trabajo ha ocupado todas las portadas y ha valido encendidas críticas tanto a la señora Díaz como al Papa Francisco ¿Qué se le había perdido a aquella militante comunista, seguramente atea, en el Vaticano?, ¿acaso quería encontrarse con alguien a quien Pablo Iglesias calificó de Papa Comunista y configurar una cumbre ideológica?

Cualquier interpretación es válida excepto la de que a Francisco le metieron un gol y que no sabía a quién recibía. A través de sus consejeros y en este caso, de su inteligente Nuncio en España, monseñor Bernardito Auza, el Vaticano está al corriente de la vida y milagros de doña Yolanda. Y si el Papa la recibió sería porque tendría curiosidad por saber algo más de ese personaje extraño, que está encumbrándose al pináculo político, que se trabuca hablando, que ha adoptado un look teñido y elegante contrastado con su ideología y que se habla de ella como candidata a la presidencia del gobierno pese a militar en un partido minoritario y ni siquiera encajar en el podemismo.

Sin duda el Papa sopesó los pros y los contras de la audiencia y la llevó adelante, cotilleando un poco sobre cómo anda España -que aún no ha visitado oficialmente después de 8 años de papado-, qué ocurre en el gobierno y que es de su vieja amiga Carmen Calvo de la que ni el Papa ni nosotros sabemos gran cosa.

La señora Díaz puede hacerse la interesante guardando secreto de confesión sobre el contenido del encuentro, pero al final tendrá que contar todo cuanto se habló, ya que no se trataba de una visita privada, sino que estaba pagada por todos nosotros y a nosotros debe reportar.

Respecto a la posible futura embajadora española en el Vaticano, se ha mencionado el precedente del exalcalde de la Coruña Paco Vázquez y, sin embargo, el paralelo es mucho mayor con el embajador Gonzalo Puente, Diplomático de carrera, reconocido agnóstico, autor de varios libros sobre el oportunismo de la figura histórica de Jesucristo, lo que no fue óbice para que Roma lo aceptara como embajador. El principal obstáculo a salvar vino del hecho de que Puente Ojea era divorciado y tenía el propósito de ejercer su puesto junto a su pareja de hecho sin haber recibido la bendición de la Iglesia.

El CV de la Sra. Celaá no es el más indicado para ocupar el puesto en el Vaticano. Como Ministra y autora de la ley que lleva su nombre, suprimió la enseñanza de la religión en los colegios públicos, puso todo tipo de obstáculos a la enseñanza concertada, suprimió la enseñanza especial y dificultó el ejercicio pedagógico de los colegios religiosos. Eso sí, ella había estudiado en uno de estos y sus hijas lo habían hecho en exclusivos centros privados.

No se trata ya de que Sánchez hubiera podido encontrar a cien profesionales de la carrera más idóneos que la Celaá para proponerlos a Roma, sino que en el propio espectro político habría podido recurrir a socialistas con un CV menos conflictivo que ella. Los caminos de Sánchez son insondables y solo él sabe qué le debe a esta dama que según las reglas de la jubilación estaría ya en edad de merecer.

Pero Sánchez ha pedido para ella el placet al Vaticano. Ahora la pelota está en el alero del Santo Padre. No dudemos que la Sra. Celaá recibirá su placet. De hecho, cuando este se pide en puestos delicados, tal petición viene precedida de tanteos diplomáticos que vienen a señalar que el candidato (o candidata) no tendrá dificultades para recibir el agrement. No concederlo sería motivo de tensión que ni a España ni al Vaticano le conviene. Otro asunto es que Francisco reciba a esta embajadora con mayor o menor entusiasmo. El plazo de concesión del placet nos dará la pista del grado de satisfacción. Tres o cuatro semanas en el mejor de los casos; varios meses en los casos dudosos.

Solo recuerdo una ocasión en que un compañero vio retirado su placet en Cuba por unas declaraciones del nuevo embajador diciendo que las puertas de la misión en la Habana estarían abiertas para los disidentes. Fidel no quiso recibir a semejante opositor. El candidato acabó sucediéndome al frente de la embajada en Sofía donde fue muy feliz y acabó su carrera al frente de la de España en Brasilia.

Nada que ver con el futuro inmediato de la Sra. Celaá, que se asentará en la embajada más antigua de la historia de la diplomacia, residirá en el Palacio de España con fantasma y todo, a dos pasos de los Spanish steps, estará rodeada de consejeros, mayordomos y sirvientes que le harán la vida fácil. Podrá tomar su capuchino matinal en el maravilloso Caffe Greco en la vecina vía dei Condotti.

Y pasará las horas muertas asistiendo a interminables ceremonias religiosas donde tendrá tiempo para purgar sus pecadillos políticos.

Imagen: France 24/Deutsche Privatjet

  • Jorge Fuentes Monzonís-Vilallonga es Master en Ciencias Políticas y Económicas y Derecho. 
    Diploma de Altos Estudios Internacionales. Embajador de España en Bulgaria en 1993. 
    Primer Embajador de España en Macedonia en 1995. 
    Embajador de España en Bruselas WEU en 1997, entre otros cargos.