REY DE REYES

El fin de los Austrias en España, tras la muerte sin sucesión de Carlos II, supuso la llegada de una nueva dinastía: los Borbones. El primero de ellos fue Felipe V, nombrado sucesor en su testamento por Carlos II, el último de los Austrias. En principio no hubo mayores problemas pero ya se sabe los equilibrios de poder resultaron gravemente alterados. La desconfianza de algunas naciones europeas ante la posible alianza entre Francia y España, que si  tenemos en cuenta que el nuevo rey era nieto de Luis XIV de Francia, no era en absoluto descabellada, dio origen a la entrada en escena de otro aspirante al trono: el Archiduque Carlos de Austria, que también se creía con derecho al premio.

Lo cierto es que  tras una guerra, Guerra de Sucesión Española, que no hizo otra cosa que desangrar al pueblo español, en virtud del tratado de Utrecht, se reconoció a Felipe  como legítimo rey de España. Este tratado tuvo nefastas consecuencias para la nación pues perdimos muchos territorios en Europa y, lo más doloroso y humillante, cedimos Menorca y el Peñón de Gibraltar que eran territorio español.

El primer Borbón español no fue precisamente un gobernador ejemplar. Es cierto que aportó mejoras significativas en el terreno administrativo, centralizó el poder del estado y facilitó la llegada a España de la Ilustración, con la consiguiente modernización. El anverso de la moneda es menos edificante. Desde el punto de vista personal pudo sufrir un trastorno bipolar o una depresión. Lo cierto es que su mente no regia como debía.

Era un obseso del sexo y de la religión. Se dice de él que solo necesitaba dos cosas para ser feliz. A saber una mujer y un confesionario. Según su particular criterio pecaba constantemente y para aliviar su conciencia a continuación se confesaba. No deja de ser una forma de optimizar las facilidades que  la fe católica pone a disposición de los pecadores.

Los últimos años de su vida fueron erráticos. Descuidaba su aseo personal. Estaba en la cama constantemente en una situación deplorable. Solo su segunda mujer, Isabel de Farnesio, era capaz de sacarle de esa apatía alternando la satisfacción de sus enfermizos deseos sexuales con el recuerdo constante de sus obligaciones como monarca. Mucho aguante tuvo la reina pero gracias a eso alcanzó sus objetivos como veremos.

De su primera mujer, María Luisa Gabriela de Saboya, tuvo cuatro  hijos de los cuales solo sobrevivieron dos: Luis y Fernando. Con la segunda,  Isabel de Farnesio, mencionada anteriormente, tuvo  siete. El más significativo para nosotros es Carlos.

Cuando la enfermedad y el deterioro de Felipe V fueron  a más abdicó en su hijo Luis, que reinaría con el nombre de Luis I. De poco sirvió el gesto pues unos meses más tarde el joven rey murió a temprana edad.  Este rey suele pasar desapercibido pues su fugaz reinado no dio para más. La primera intención era pasar la corona a su segundo hijo Fernando pero la reina, Isabel de Farnesio, no veía con buenos ojos la nueva situación. Recordemos que Luis y Fernando eran hijos de la primera mujer, María Luisa.

Dada la dependencia de Felipe V de su mujer este  accedió a volver al trono, si bien es cierto que quien gobernaba era ella pues el rey era un pelele maloliente y sin criterio alguno. Paseaba por la corte en camisón sin llevar a cabo el más elemental aseo personal. A pesar de estos serios inconvenientes  siguió reinando hasta su muerte siendo el rey que más tiempo reinó en España, hasta la fecha.

Con su muerte se abre la sucesión. El turno le toca a Fernando que reinará como Fernando VI. Este se casó con Bárbara de Braganza, con quien no tuvo descendencia. Puede que no fuera el más listo de la clase pero tenía otras cualidades que le permitieron tener un reinado fructífero. Tuvo el acierto de elegir excelentes colaboradores, el más conocido el Marques de la Ensenada, y supo pactar con criterio para evitar conflictos. Los últimos años de su vida, con evidente similitud a los postreros de  su padre, transcurrieron en un estado mental muy deteriorado, posiblemente herencia genética. La masa hereditaria  no solo iba a incluir la corona. Al no tener descendencia, cuando Fernando murió, hubo de llamarse a su medio hermano Carlos que era rey de Nápoles.

Carlos, conocido como el mejor alcalde de Madrid, reinó con el nombre de Carlos III. Los sacrificios que sin duda hubo de soportar conviviendo con un maniaco  sexual y la propia ambición de  Isabel de Farnesio, se vieron recompensadas. El trono de España, contra todo pronóstico, estaba en manos de su hijo. No es frecuente que  el trono llegue al tercero en la línea de sucesión. Solo me viene a la memoria el caso de la reina Juana I de Castilla, hija de los Reyes Católicos, con la diferencia que sus antecesores no llegaron a reinar. Nuevamente la muerte traza senderos de gloria inesperados.

La carta de presentación de la nueva dinastía no parecía muy prometedora pues, el primer monarca, firmando  el tratado que le consagró definitivamente como rey impuso condiciones muy gravosas para España  y se pasó medio reinado en la cama eludiendo las tareas de gobierno. Sus consecuencias aún las arrastramos y para que no se nos olvide periódicamente tenemos conflictos con Gibraltar.  

Resumiendo, Felipe V, el primer Borbón,  es el padre de Luis I, Fernando VI y Carlos III.  Todos ellos ejercieron como reyes, con mejor o peor fortuna.  Si obviamos a Luis I, dado su corto tiempo de reinado,  Fernando VI y Carlos III desempeñaron sus labores de gobierno  con cierta dignidad.

Espero que ahora se juzgue con indulgencia el título de estas líneas.

 

Imagen: Ferrrer Dalmau/Archivos de la Historia/Museo del Prado/Wikipedia/ Wikipedia/Wikipedia/Wikipedia

 

  • .Juan Manuel García Sánchez es Licenciado en Derecho.