Civismo veraniego
El verano parece terreno abonado para el descuido y la dejadez: el calor es la excusa o el motivo para justificar una retahíla de actuaciones que son nocivas para las relaciones sociales, o la educación a la hora de vestir, viajar, comer, bañarse en el mar o en una piscina. Pienso que el verano, y de modo especial el mes de agosto, es la época en que, probablemente, más se descuida el civismo, invocando el socorrido calor o que se está disfrutando de vacaciones. El civismo supone pensar en los demás y no ampararse en la zafiedad, el egoísmo o la pereza. Me viene a la cabeza el refrán de “en la mesa y en el juego se conoce al caballero”, que me permito ampliar a las vacaciones, y de modo especial al descanso veraniego. Al escribir estas líneas, recuerdo cómo se comportan familiares, amigos, colegas, y he de reconocer que se aprende mucho de los demás…, también cuando nos llama la atención la zafiedad, el abandono.