¿Cambio climático o MANIPULACIÓN CLIMÁTICA? (III)

En los capítulos anteriores hemos sugerido la hipótesis de que en España se estaría manipulando el clima de forma artificiosa, de manera que cada vez lloviera menos, tuviéramos más horas de sol y nos convirtiéramos rápidamente en un desierto.

Estamos seguros de que la formulación de tal hipótesis, a pesar de venir contrastada con hechos y testimonios, será vista con cierto escepticismo por gran parte de los lectores, y, por qué no, hasta con espanto.

¿Cómo es posible controlar el clima?, se preguntará el lector poco informado, y es cierto que a priori suena a ciencia ficción. Al fin y al cabo, solo somos hombres, no dioses. El recelo ante tal teoría es más que razonable y está más que justificado. Sin embargo, mucho nos tememos de que hay malas noticias para los incrédulos, no sólo es posible si no que tal posibilidad de manipulación climática está ya tan adelantada que tiene ya el carácter de ciencia, e incluso se han preocupado ya de ponerle nombre: GEOINGENIERIA.

Lo podemos comprobar en internet. Se la define como la modificación deliberada y gran escala del clima terrestre. Esto es lo que nos dice la Wikipedia. Se suele añadir a esto que sus objetivos son combatir el calentamiento global. Pero podemos preguntarnos ¿realmente sus fines son tan bondadosos y altruistas?, ¿o más bien obedecerán a otros intereses más terrenales e inconfesables?...por ejemplo: ¿qué tal el control del planeta mediante el clima por alguna superpotencia?.

De hecho, existen ya antecedentes en cuanto a la utilización de esta ciencia medio siglo atrás:

 

OPERACIÓN POPEYE

La operación tenía nombre de cómic, pero iba muy en serio. A finales de los sesenta, USA se había enfrascado en su peor guerra, una de las que no se ganan: el avispero de Vietnam. Todo el prestigio y autoridad norteamericana en juego. Una serie de atrocidades publicitadas por la prensa…, un enemigo correoso e invencible…un conflicto que se alargaba en el tiempo y amenazaba con destruir toda el aura carismática de gran potencia de USA, su orgullo como nación, su dignidad como pueblo, en un escenario infernal de guerra injusta y cruel.

Lo cierto es que a pesar de los esfuerzos norteamericanos en el sudeste asiático, la determinación y valentía del pueblo vietnamita, amparados por lo intrincado de su territorio, hacían presagiar que USA, aún con todo su potencial y sus esfuerzos, no iban a correr mejor suerte que Francia en aquella parte del mundo unas décadas antes, en la conocida entonces como guerra de Indochina.

La realidad era que Vietnam del Sur, la zona de conflicto, eliminada toda posibilidad de abastecerse por mar por el bloqueo de la poderosa flota americana, presente en sus aguas, recibía diariamente todos sus pertrechos bélicos a través de la ruta Ho Chi Minh, llamada así en honor de un político que en su momento ya había luchado contra los franceses. De manera que era esta ruta la que oxigenaba a Vietnam del Sur desde el norte, pasando por Laos y Camboya de todo tipo de material bélico, la que le permitía seguir luchando.

La ruta tenía nada menos que 16.000 km, ahí es nada, y las mercancías que no podían llevarse en camión eran transportadas a hombros por los sacrificados vietnamitas. Las condiciones del transporte, debido a la orografía del terreno, era duras y terribles, pero los vietnamitas lo soportaban y luchaban con la absoluta determinación de un pueblo dispuesto a todo para conseguir su libertad, una motivación de la que evidentemente carecían los nortemericanos y que inclinaba la balanza de forma clara a su favor.

El suministro no cesaba a pesar de los potentes bombarderos B-52, que laminaban la ruta diariamente y que tan sólo conseguían retrasar el suministro. En un momento dado, ante la pobreza de los resultados, el alto mando USA echó cuentas y calculó que necesitaban nada menos que 300 kg de bombas para conseguir eliminar a un solo vietnamita de aquella ruta.

En ese preciso momento, se sugirió utilizar una nueva arma desconocida hasta ese momento: el clima. En teoría, si conseguían ampliar la etapa de los monzones durante un par de meses… bloquearían aquel suministro incesante, dándoles más posibilidades de derrotar a aquel correoso enemigo. De forma que la idea era conseguir más lluvias, más torrenciales y durante más tiempo, solo de esta manera se esperaba arruinar carreteras, convirtiéndolas en impracticables, atascar ríos, provocar inundaciones…convirtiendo en intransitable la ruta y paralizando los suministros. El segundo objetivo que se esperaba conseguir era inundar toda la red de túneles que utilizaba el vietcong, impidiendo su utilización.

Científicamente, la operación se sustentaba en un descubrimiento hecho unas décadas atrás por un tal Vincent Schaefer, un químico apasionado de su trabajo que trabajaba en aquella época para General Electric.

Según el descubrimiento de Vicent, los núcleos de condensación de las nubes, es decir, las partes de estas alrededor del cual se creaba el agua, podrían ser generados de forma artificial.

En una palabra, se podrían crear nubes que descargaran lluvia, agua, granizo, nieve…para ello se empleaba el yoduro de plata. Este penetraba en la nube, cristalizaba y creaba pequeños núcleos de condensación a los que se iban adhiriendo las gotitas, hasta que estas se hacían más gruesas y luego se precipitaban en forma de lluvia.

A este proceso de creación artificial de nubes, se le llamó “siembra de nubes”.

Según reza la leyenda, Vicent "Fue aclamado como la primera persona en hacer algo sobre el clima y no solo hablar de ello".

Es evidente se pensó en utilizar de este descubrimiento inicialmente para fines beneficiosos para la humanidad, se pensó en evitar sequías, ayudar a la agricultura…sin embargo, ciertos estrategas militares del ejército vieron en aquel hecho otras aplicaciones menos pacíficas.

El 1 de septiembre de 1966 el Departamento de Estado y el Departamento de Defensa de los Estados Unidos, aprobaron el “Proyecto Popeye”. Donald F. Hornig, un asesor presidencial en ciencia y tecnología supervisaría la operación, para la que se habían procurado una serie de aviones tales como tres Hércules C-130 y dos Phantom F4C, con base en Tailandia y que oficialmente sólo realizarían misiones de reconocimiento o elaboración de partes meteorológicos. Las operaciones de geoingeniería estaban codificadas con el código “Motorpool”.

De forma que un 20 de marzo de 1967, se inició la “Operación Popeye”. En realidad nadie sabe quién le puso nombre, pero los pilotos americanos se pusieron a volar inmediatamente sobre determinadas regiones de Vietnam con yoduro de plata o plomo como método para condensar el agua. En cualquier tormenta que avistasen, se liberaría desde los aviones humo rico en estas partículas de forma que provocaran precipitaciones de gran intensidad.

Las zonas en las que se actuaba, incluían Laos, más tarde, también al norte del paralelo 20, una zona de Vietnam del Norte y el noroeste de Camboya.

Los efectos se fueron multiplicando, y unos años después la situación llegó a ser caótica, en concreto, en 1.971: el clima estaba enormemente alterado, de forma que comenzaron a registrarse fuertes tifones y lluvias anormalmente torrenciales que acabaron asolando no sólo la ruta, si no también todo Vietnam del Norte. Según las crónicas, la violencia de aquellos cataclismos meteorológicos fue sorprendente y generó un clima de enorme tensión.

Las primeras tormentas comenzaron el 8 de enero de ese año 71, sucediéndose, don diferentes niveles de severidad, hasta el 30 de diciembre. Nunca antes se había conocido una temporada de tormentas, ciclones, huracanes y grandes tifones como aquellos. A 18 de las tormentas, dada su severidad, se les dio nombre. Se formaron doce huracanes, de los cuales seis tuvieron rango de severos dado que alcanzaron la categoría 3 o superior en la escala Saffir, con seis entradas en tierra de los denominados Agatha, Bridget, Katrina, lirio , Olivia y Priscila, siendo el mayor número de ciclones tropicales que tocan tierra del Pacífico en una temporada con vientos récord de 285 km/h, con las consecuencias y efectos de devastación sobre el territorio que nos podemos imaginar.

Si contabilizamos tormentas, huracanes, tifones, ciclones…en 1.971, el resultado es que nada menos que cada tres días había una perturbación meteorológica, con distintos grados de severidad.

Como decimos, el norte del país quedó asolado y en Vietnam había cierto escándalo en el ambiente sobre lo sorprendente de lo que estaba aconteciendo, cuando un periodista, Jack Anderson, consiguió unos documentos secretos que evidenciaban la existencia de una operación secreta del ejército americano para modificar el clima, documentos que publicó. A raíz de estas informaciones, miembros del Congreso presionaron al Pentágono, a fin de que informara qué había de cierto en lo publicado. En concreto, el Senador Pell exigió que se informara sobre las maniobras secretas para modificar la meteorología.

Rápidamente, en los mentideros políticos de Washington se expandió el rumor de que un nuevo tipo de guerra estaba en marcha, del cual se desconocían qué efectos podía tener. El Pentágono tardó más de cuatro meses en responder los requerimientos de Pell, y cuando lo hizo eludió cualquier respuesta concreta, alegando que estaba en juego la Seguridad Nacional. Sin embargo, Pell no se rindió, y presentó ante el Senado la Resolución 281 según la cual:

“el Gobierno de los EE.UU. debería buscar el acuerdo de otros gobiernos a la propuesta de un tratado que prohíba el uso del medio ambiente o la modificación de la actividad geofísica como arma de guerra, o la realización de cualquier investigación o experimentación con respecto a ella”.

Pell siguió insistiendo y la resolución presentada, con algunas pequeñas añadiduras o variantes, fue finalmente aprobada un año después como la Resolución 71, con fecha de 11 de julio de 1.973.

Finalmente, un año después, en 1.974, comenzó a saberse la verdad: Martin Laird, uno de los asesores de Nixon, admitió la existencia de un programa de modificación climática en Vietnam y que su desmentido sobre la existencia del mismo solo un año antes se debía a que en esos momentos era Secretario de Defensa y la protección de la seguridad nacional le condicionaba para aceptar la verdad.

En mayo de 1.974 la operación se dio a conocer a la opinión pública.

En esta situación, altos cargos militares, a requerimientos de los medios de comunicación, realizaron una comparecencia en la que intentaron minimizar el impacto de dicha operación alegando inexistencia de resultados. Sin embargo, la estrategia no tuvo éxito y se elevaron voces críticas incidieron en lo falsario de la respuesta dado el absurdo de mantener durante cinco años una operación sin resultados, como pretendía el alto mando.

El alto mando se excusó en los problemas de aceptar la existencia de una operación que afectaba también a países que no estaban en el conflicto.

Los datos se publicaron. Suponían que se habían hecho nada menos que un total de 2.602 misiones en las que se habían “sembrado” nada menos que 47.409 nubes y con un coste para los contribuyentes de 22 millones de dólares de la época.

Finalmente, el Senado norteamericano se pronunció mediante la Resolución de 11 de julio de 1973, estableciendo la "prohibición del uso militar de cualquier técnica de modificación ambiental o geofísica".

El escándalo llegó incluso a la ONU, en la que, en 1.977 se firmó el Convenio de Modificación Ambiental (ENMOD), en vigor inmediatamente y que establecía en su artículo 1:

Artículo 1. Los Estados Partes en la Convención se comprometen a no utilizar técnicas de modificación ambiental con fines militares u otros fines hostiles que tengan efectos vastos, duraderos o graves, como medios para producir destrucciones, daños o perjuicios a otro Estado Parte.

Artículo 2. A los efectos del artículo 1, la expresión "técnicas de modificación ambiental" comprende todas las técnicas que tienen por objeto alterar -mediante la manipulación deliberada de los procesos naturales- la dinámica, la composición o estructura de la Tierra, incluida su biótica, su litosfera, su hidrosfera y su atmósfera, o del espacio ultraterrestre.

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  • José Manuel Millet Frasquet es abogado.