PLANES DE PAZ

Hubo días en que proliferaban los planes de paz para para acabar con la guerra en Ucrania. Arrancaron propuestas desde China, India, Turquía e incluso Brasil.

Paradójicamente ni los Estados Unidos ni la Unión Europea encontraron el terreno propicio para avanzar un proyecto concreto. Es probable que en su diálogo con Kiev  habían comprendido que Ucrania no estaba dispuesta a ceder ni un palmo de terreno y en tales condiciones la paz no encontraba espacio para arrancar.

Desde el 7 de octubre, con la agresión de Hamas, la atención mundial se desplazó hacia Oriente Medio pese a que el conflicto en Ucrania no había decrecido ni un ápice.

Aunque la guerra de Gaza no es probable que tenga una larga duración, no es imaginable tampoco que Israel pueda darla por cerrada a menos que logre resolver tanto la recuperación de los rehenes supervivientes como despejar al máximo las filas de los terroristas de Hamas. Ello será tanto más así si tenemos en cuenta que la suerte de Netanyahu, su futuro político y su legado histórico dependerán de cómo sea capaz de cerrar el conflicto.

De ahí que las llamadas desde Washington, desde Bruselas y desde otras capitales mundiales en favor de la tregua, de la moderación en el combate y del respeto a los civiles, sin hablar del final mismo de la guerra, no puedan encontrar eco en Tel Aviv.

Respecto a Ucrania, la búsqueda de la paz avanza ahora por otra ruta diferente. De un lado, la Unión Europea ha decidido considerar a Ucrania como país candidato con lo que en breve comenzarán las negociaciones de adhesión que previsiblemente durarán años. No hay que olvidar que varios países de los Balcanes Occidentales llevan quince años negociando y Turquía, veinticuatro. Solo un trato de favor por la especial situación de Ucrania y también de Moldavia y Georgia podría acortar los plazos respecto a esos países que han sido todos ellos, víctimas de la agresión rusa.

Los proyectos de la OTAN por fuerza deberían ser distintos a los de la Unión. En casi todos los casos de nuevos aliados anteriores, los aspirantes a la integración en la Alianza accedían a ella antes de hacerlo a la Unión. En el caso de Ucrania ello resultaría imposible ya que admitir en este momento a Kiev en la Alianza significaría que ésta entraría de pleno en la guerra, cosa totalmente impensable.

El Secretario General Stoltenberg ha repetido recientemente que Ucrania ingresará en la Alianza tan pronto acabe el conflicto, una afirmación muy arriesgada si se tiene en cuenta la renuencia rusa a ver acercarse los límites de la OTAN a sus fronteras, cosa que acaba de ocurrir en Suecia y Finlandia países tradicionalmente neutrales. En el caso de Ucrania, lejos de favorecer el final del conflicto podría prolongarlo sin límites.

La búsqueda de la paz, por evasiva que resulte, no debe entrar en fatiga. Siendo realistas, sin embargo, no es probable que se alcance en breve en ninguno de los dos casos. Siendo optimistas el final del conflicto en Gaza debe ser cuestión de pocos meses. El de Ucrania, de muchos meses.

Cuanto celebraría equivocarme y ver la firma de la paz en pocos días.

  • Jorge Fuentes Monzonís-Vilallonga es Master en Ciencias Políticas y Económicas y Derecho. 
    Diploma de Altos Estudios Internacionales. Embajador de España en Bulgaria en 1993. 
    Primer Embajador de España en Macedonia en 1995. 
    Embajador de España en Bruselas WEU en 1997, entre otros cargos.