Finalmente Johnson dimitió casi tres años después de su rotundo éxito electoral en 2019. He de decir que me equivoqué al predecir que resistiría mucho menos tiempo como Primer Ministro.
Su carácter estrafalario, su vida personal y familiar errática, su populismo barato y circense, unido a su tendencia a falsear la realidad desde sus tiempos de periodista un campo del que fue excluido por inventarse entrevistas y citas ajenas, no lo convertían en la persona más idónea para conducir la política de un país de la envergadura del Reino Unido. En otros lugares, como vemos, sobreviven y medran.
Johnson ha venido a caer por los pecados más veniales de su vida política: celebrar la despedida de algún colaborador con una copa en el jardín de Downing Street, o encubrir a un consejero con muy feas tendencias sexuales. Lo primero es una práctica habitual en muchos países del mundo incluso en tiempos de pandemia si ésta aflojaba. Respecto a lo segundo, miren a su alrededor y juzguen la cantidad de Chris Finchers que florecen en los más diversos campos.
En el fondo, la dimisión de Johnson prestigia la vida política británica al mostrar que dentro de un mismo partido es posible ver y denunciar los errores de su líder y existe el coraje de distanciarse de él. Más de 50 dimisiones de ministros y altos cargos del propio partido se han producido en pocos días, poniendo en riesgo sus sueldos, sus privilegios y sus futuros. También en ese terreno miren a su alrededor y verán como escasea el gesto.
Sin embargo, la verdadera razón que acabó con la carrera política de Johnson arranca desde el momento mismo de su nombramiento y su encendida campaña en favor del Brexit.
Johnson prometió el oro y el moro para el Reino Unido una vez liberada de la Unión Europea. Creyó que con sus amigos fuera de Europa y sus clientes de la Commonwealth, Londres tendría más futuro que en una UE que se encontraba en sus horas bajas y en la que tenía que contribuir -como muchos otros- con el pago de altas tasas en favor de los socios menos desarrollados.
Se equivocó rotundamente en el terreno económico ya que reconstruir las relaciones comerciales con más de los 150 países con los que Bruselas tiene acuerdos preferenciales era tarea difícil de acometer desde fuera de la UE. La situación económica del Reino Unido durante estos tres últimos años, empeoró más aun que la del resto de los antiguos socios. Por añadidura, la pandemia fue conducida desde Londres de forma errática causando más víctimas de las que le correspondían en función de la población del país.
Lo que es aun más grave, el Brexit llevó al Reino Unido al borde de la ruptura ya que Escocia e Irlanda del Norte se mostraron claramente favorables a su permanencia en la Unión lo que, a medio plazo podría haberles llevado a romper con Londres.
El único terreno en que el país se mantuvo fuerte fue en el militar, no solo por su permanencia en la OTAN, sino por alentar la formación de un potente trío con los Estados Unidos y Australia, el AUKUS, orientado a frenar la expansión naval de China en el Pacífico.
Fue en ese campo militar, y no olvidemos que el RU tiene el ejército mas potente de Europa, en el que Johnson quiso aferrarse participando muy activamente en favor de la paz en Ucrania con frecuentes visitas a la región, como cortésmente supo reconocer el presidente Zelenski. De nada le valió.
La batalla para ocupar el 10 de Downing Street ha comenzado. Los conservadores quieren acelerar el proceso para antes del otoño. Ya hay una decena de candidatos, alguno de ellos prestigiosos miembros o ex del Gabinete. Los laboristas querrían adelantar las elecciones generales para aprovechar el momento de confusión del partido rival.
Los paseos de Johnson en solitario por las salas del museo Del Prado durante la Cumbre de Madrid, seguro que le ayudaron, aparte de admirar a nuestros clásicos, para decidir cómo y cuándo decir adios.
Jorge Fuentes Monzonís-Vilallonga es Master en Ciencias Políticas y Económicas y Derecho.
Diploma de Altos Estudios Internacionales. Embajador de España en Bulgaria en 1993.
Primer Embajador de España en Macedonia en 1995.
Embajador de España en Bruselas WEU en 1997, entre otros cargos.