Hace unas pocas semanas, Pablo Iglesias, el líder de Podemos, haciendo alarde de su habitual audacia y frivolidad intelectual, tuvo la osadía de definir al estado español como un estado plurinacional. Un estado compuesto por varias naciones. No tuvo que calentarse mucho los cascos para llegar a tan temeraria conclusión. Sencillamente aplicó a España la Constitución Plurinacional Boliviana, aprobada por 164 de los 255 diputados en el año 2009 (“Bolivia Estado Unitario de Derecho Plurinacional, Comunitario. etc.”). Ni siquiera se tomo la molestia de averiguar las posibles derivaciones semánticas del término nacionalidades contemplado y consensuado en el artículo 2º de la Constitución Española.
Aclaremos que la plurinacionalidad boliviana esta reconocida “dentro del marco de la unidad del estado”, requisito éste de la unidad un tanto contradictorio en el líder podemita, si lo comparamos con su exigencia en España de exigir nada menos que un referemdúm para decidir el encaje de Cataluña en el marco constitucional español. Su correligionario y camarada de partido Iñigo Errejón Galván, defendió su tesis doctoral sobre el estado plurinacional boliviano en la Universidad Complutense de Madrid (tesis en la que, por cierto, algún analista, detectó algunas faltas de ortografía e incluso otros encontraron por esos lares semánticos el origen de la misma palabra PODEMOS o la frecuente utilización del termino TERRITORIOS en vez de hablar de regiones). No hay nada nuevo bajo el sol.
Bolivia cuenta con 36 etnias (el 63 % de la población), con una mezcla de afrobolivianos, blancos, mestizos e indígenas, donde alguna de estas etnias amazónicas, como por ejemplo los araonas, viven en plena prehistoria. Etnias que nunca han compartido un proyecto de vida en común, que han vivido milenariamente aisladas, y nunca se adaptaron a otras civilizaciones superiores.
En una concepción primigenia, el concepto de nación de Pablo Iglesias aludiría a la tribu, a la caverna, a la forma más elemental y simple de organización social. La nación era el lugar del nacimiento. Así lo entendía Bernal Diaz del Castillo, cuando al referirse a uno de los capitanes de Hernán Cortés afirma Ohoa, de nación vizcaíno
Deducimos que la pillería conceptual de Pablo Iglesias en aplicar descaradamente los principios constitucionales bolivianos a una de las naciones más viejas del mundo, trata de captar una serie de votos nacionalistas, tanto en Galicia, como en Cataluña, Valencia, Canarias o en Andalucía. Con toda certeza que este muchacho tan extravagante, no se ha enterado de lo que supuso el desastre constitucional del año 1873 con la llamada revolución cantonal. El proyecto de la Constitución Federal de la República Española del 17 de julio de 1873, sin mayores tapujos ni remilgos, habla de la NACIÓN ESPAÑOLA.
¿Se habrá enterado el pedante profesor de las ideas políticas de la Universidad Complutense?