Celebramos aquí muy de verdad el progresivo y satisfactorio restablecimiento en la salud de nuestro particular amigo Don Germán Reguillo, en la esperanza de que muy pronto la página digital de nuestro Club de Opinión se verá nuevamente enriquecida con sus habituales escritos de colaboración de marcado interés. Como anticipo a la normalidad que tanto deseamos, publicamos el presente articulo de Germán Reguillo que, publicado en agosto de 2014, alude a los federalismos y al problema catalán.
Durante los veranos, el antiguo Colegio Menor “Santa María del Lidon” que dirigí durante dieciocho años, se utilizaba como Albergue Juvenil, adscrito a la RIAJ (Red Internacional de Albergues Juveniles). Por allí pasaban cientos de muchachos extranjeros. Todos ellos con sus mochilas a la espalda. Me llamaban la atención, particularmente los alberguistas de nacionalidad suiza. La mayoría llevaban pegados en sus mochilas pequeños adhesivos con la bandera suiza. Cuando en la administración del Colegio les preguntaban sobre su nacionalidad de origen, la respuesta era unánime al margen de que hablasen alemán, francés, italiano o el romanche. (Por cierto, el nacionalismo catalán siempre pasa de soslayo por el caso suizo. No les interesa. ¿Por qué será?)
Para ellos, la lengua no era el símbolo determinante de su nacionalidad. No les separaba. Tenía más fuerza su origen histórico fraguado en la alianza medieval de los valles centrales de los Alpes para la defensa del comercio o de los intereses comunes. Actualmente, desde 1848, Suiza es un estado federal aunque siga luciendo simbólicamente su denominación clásica de Confederación Helvética, posiblemente para ser más fieles a sus orígenes nacionales.
Los Estados Unidos son un estado federal. La Constitución de 1778 es una de las más antiguas del mundo. Sobre la base de las trece primeras colonias han ido incorporando distintos territorios o estados. El último estado incorporado fue Alaska. Actualmente los Estados Unidos constituyen una síntesis admirable de ingeniera política. Allí se han fundido muchos pueblos. Vikingos, italianos, hispanos, asiáticos, anglosajones, africanos, etc. Salvo los pequeños conatos nacionalistas de Tejas, la mayoría de los norteamericanos exhiben con orgullo su condición nacional. Los padres fundadores ya se percataron en sus comienzos que para mantener cohesionado lo que llegaría a ser un gran imperio, era necesario dotarle de un fuerte sentimiento nacional. Quizás en la actualidad los norteamericanos sean uno de los pueblos más patriotas del mundo.
Méjico es un estado federal. Sus leyes consideran un grave delito la segregación o separación de algunos de sus territorios. Posiblemente, por la amenaza latente en este sentido que podía representar su vecino de más allá de rio Grande. Bélgica, también es un estado federal bajo una monarquía. Posiblemente si no fuera por la Corona belga y por sus Fuerzas Armadas, Bélgica como estado ya habría saltado en mil pedazos.
Alemania también es un estado federal. Con mucha visión, el canciller Adenauer se inclinó por la República Federal para dejar abierta una puerta que en su día permitiese la incorporación de la llamada Alemania del Este, como así efectivamente sucedió, sin mayores complicaciones jurídicas.
El catálogo federal podría ser muy extenso. Doctrinalmente es muy simple. Federar es unir lo que antes estaba separado. El precio de esta unidad consiste en que los estados federados ceden al estado federal parcelas muy importantes de su soberanía (defensa, hacienda pública, comercio internacional, etc.). Curiosamente, los pueblos federados (para mí, Suiza o los Estados Unidos son paradigmáticos en este sentido) poseen un fuerte sentimiento nacional.
Actualmente, el PSOE ha puesto de moda eso del Estado Federal. Y para mí, que algunos de sus políticos no saben muy bien lo que significa eso. ¿De verdad cree alguien que con un estado federal se daría arreglo al problema separatista de Cataluña?. Personalmente lo dudo. La experiencia federal de 1873 no fue muy alentadora.
El problema nacionalista catalán está basado principalmente en los oscuros intereses de cierta burguesía que se ha preocupado en mitificar hechos históricos de gran repercusión como la Guerra de Sucesión, que para ellos simplemente es de Secesión. En la actualidad, muchos niños catalanes consideran a España como un estado invasor. Sus sentimientos han sido cuidadosamente educados en el odio a España. Esto será muy difícil reconducirlo si el Estado español no asume con responsabilidad las competencias que, en materia educativa, le otorga nuestra Constitución.