Los incendios forestales que sufrimos afloran muchos aspectos morales: antes, durante y después de los incendios. La limpieza de los bosques para evitar incendios y daños tan grandes como el vivido en Bejís y la comarca del Alto Palancia tiene un componente moral. La reacción de los vecinos ha aflorado altas dosis de generosidad, valentía y solidaridad, en medio del dolor y la tragedia. Las reacciones en el ya famoso tren conducido por Sonia el pasado martes tienen, en medio del pánico, también connotaciones morales: uno de los viajeros se cuestionaba la actitud de los pasajeros que salieron del tren olvidándose de mayores, alguna persona impedida, niños.
Los alcaldes de la zona han recordado que avisaron, hace tiempo, de que era necesaria una limpieza de esos montes, incluidas las proximidades de la vía del tren. Avisaron, y sus peticiones cayeron en saco roto. Ahora Ximo Puig ha afirmado que hay que “mirar hacia adelante”, mientras Pedro Sánchez ha insistido en no hacer de este incendio y del tren un asunto de confrontación política. Yo voy más allá: al fondo moral que tiene la prevención de los incendios como parte de una auténtica ecología, que además evitaría tantas pérdidas materiales como acabamos de comprobar, y bastantes heridos.
Cada entidad y persona ha de mirar hacia atrás, no hacia adelante como dice Ximo Puig, sacar conclusiones morales y rectificar. Si no se mira hacia atrás, no se aprende, y en la política anti-incendios abundan los lamentos y pérdidas anuales, pero falta previsión responsable, con medios y partidas presupuestarias ajustadas a las necesidades. Muy de acuerdo en mirar hacia adelante…pero mirando hacia atrás primero.
En pocas materias hay más coincidencia que en el cuidado de la naturaleza, la ecología. Curiosamente, el descuido de los montes no suscita apenas protestas de ONG, asociaciones o partidos políticos dentro de una política ecológica responsable, con evidente fundamento ético. Pedro Sánchez ha dicho que la causa de los incendios es el cambio climático: le están contestando desde toda España que la causa de los incendios está en la dejadez de los montes, que se convierten en un auténtico polvorín.
En los pueblos se dice que los incendios se apagan en invierno, limpiando los montes. Hay un abandono, una dejadez manifiesta por parte de los gobernantes –que ni hacen ni dejan hacer a los agricultores y ganaderos-, que es una omisión moral dentro de una ecología en sentido estricto. La dejadez actual de muchos montes tiene una connotación ética evidente, no es una deficiencia sin más en la gestión.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.