Que Pedro Sánchez no es de fiar lo saben y tienen asumido en el PSOE. No es de fiar, pero ha logrado llegar a la Moncloa, y eso satisface a muchos socialistas, que entre otras cosas se han ido colocando en puestos golosos, gracias al único “principio” que tiene Pedro Sánchez: llegar al poder y permanecer en él lo máximo posible, a costa de lo que sea.
Es un discípulo muy aventajado de Maquiavelo y su libro “El Príncipe”. Todo está justificado para gobernar, absolutamente todo para él, incluido el apoyo de partidos independentistas, a cambio de lo que vamos viendo e iremos viendo.
Como afirma alguno que le conoce bien, Pedro Sánchez ansiaba llegar a la Moncloa, y ha llegado, pero a lo que aspira no es a agotar la legislatura y que haya elecciones en 2021, sino a gobernar hasta 2028, es decir, tres legislaturas, o si se prefiere dos y media.
Prácticamente todo gobernante tiene excusas para incumplir lo que prometió antes de llegar al poder, y de hecho lo incumplen con frecuencia. Puede decir que una cosa es estar en la oposición y otra gobernar, o simplemente que las circunstancias diarias van cambiando y la política es cambiante porque la realidad lo es. Mienten. No es patrimonio exclusivo de Pedro Sánchez, pero sí que lo está multiplicando, y sólo estamos en el comienzo.
Recordemos la promesa de Mariano Rajoy de reformar la ley socialista del aborto –en la práctica, regula el aborto libre-, que había recurrido al Tribunal Constitucional: Alberto Ruiz Gallardón se creyó a Rajoy, y trabajó con entusiasmo en esa reforma, pero Rajoy se lo impidió, con el argumento de que estaba recurrida ante el Constitucional. Otro elemento para dudar de la independencia de los tribunales, en este caso del Constitucional: han pasado los años, y silencio total.
El catálogo de promesas incumplidas por parte de Pedro Sánchez, de decir una cosa ante un interlocutor y la contraria en otro foro, anunciar medidas y dar marcha atrás, ya es interminable. Lo de que, una vez en el poder, convocaría “pronto” elecciones enarbola la lista. Sus reiteradas mentiras sobre su tesis doctoral enrojecerían a cualquiera, pero no a Pedro Sánchez.
La penúltima mentira de Pedro Sánchez, o promesa incumplida, se refiere a la elección de los órganos judiciales. Ha pactado con el PP la renovación del Consejo General del Poder Judicial, cuando antes de gobernar dijo en varias ocasiones que renunciaría a renovar los órganos judiciales entre los dos principales partidos, para “hacer un CGPJ verdaderamente independiente del Gobierno”. Ya hemos visto lo que ha pasado. También de Podemos se podría escribir sobre el reparto del pastel, tras defender la independencia judicial.
Las promesas suelen recoger demandas mayoritarias de la sociedad, como es el caso de cambiar el sistema para renovar los órganos judiciales, de modo que sean los jueces quienes lo hagan, no los partidos políticos. Es básico para la independencia judicial.
Si los gobernantes llevasen a cabo sus promesas, ganaríamos varias cosas: que pensarían mejor las promesas por si se tratan de utopías o demagogia barata, que los electores confiaríamos más en los políticos y que el programa electoral se planteara como un compromiso real, que ha de llevar a la dimisión si se incumple en sus líneas principales. Sánchez tendría que haber dimitido ya hace meses.
La verdad es que suena a utópico pedir que los programas estén más pensados, muy difícil que confiemos un poco más en los políticos, y a lo que tenemos que estar preparados es a las continuas mentiras de Pedro Sánchez, que sólo aspiraba a llegar a poder y ahora quiere superar a Zapatero en años ocupando la Moncloa.
Si las mentiras de Pedro Sánchez calan o no en el electorado, lo veremos dentro de un tiempo. Hay quien miente más y quien miente menos, y Pedro Sánchez gana por goleada.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.