Sin lugar a dudas, la principal sorpresa han sido los insuficientes diputados del PP (136) para poder gobernar junto con Vox (33), pese a que las encuestas apostaban por unos 150 diputados y que podría gobernar con Vox. Tezanos, esta vez, acertó la horquilla del PP, aunque pronosticaba la victoria del PSOE en número de diputados: no ha vencido, pero está claro que en Ferraz lo celebraron porque era una “derrota victoriosa”.
Pedro Sánchez ha querido tranquilizar a los españoles, afirmando que no se preocupen, que garantiza la gobernabilidad: por él no hay ningún problema en pactar con quien haga falta, esa es la fatalidad del 23-J, que se mencionaba como hipótesis, repitiendo la situación de estos cuatro años pasados, pero que se ha cumplido. Aunque no hay que descartar que haya que repetir elecciones, ante peticiones como las de Junts de un referéndum en Cataluña vinculante, por si alguien tenía alguna duda.
En el PP –no en el caso de Castellón ni de la Comunidad Valenciana, que ha obtenido resultados buenos previsibles, no como en el caso de Madrid y Andalucía– comenzó el desconcierto máximo ya con el 10% del voto escrutado la noche del 23-J. El argumento de que faltaba mucho voto por contabilizar era un frotarse los ojos ante lo que apuntaba el escrutinio. Como así fue: que ganara el PP con esa cifra de 136 diputados no era lo que esperaban.
El PP se había confiado y, una vez más, lamentan que su comunicación, en el amplio sentido de la palabra, es muy mejorable. En dos semanas Pedro Sánchez logró movilizar el miedo a un Gobierno de ultraderecha, un evidente temor a Vox que ha provocado unos excelentes resultados para el PSOE en Cataluña, con esos 19 diputados. Basta recordar cómo Zapatero y Pedro Sánchez, en esos días, hablaban de “sorpresa” el 23-J: el voto del miedo lo conocen, lo saben aprovechar y lo dosifican a su conveniencia. Han sabido utilizar la tecla del miedo a Vox, y nos han metido a los españoles en un laberinto político que no dábamos como posible, aunque se mencionaba como hipótesis para descartar. Ahora, ¡en manos de Puigdemont!
De nuevo se hace realidad que las encuestas anuncian, de modo preciso o impreciso, lo que detectan. O se llevan a cabo para orientar el voto. Sucede como en el fútbol: no es gol hasta que el balón traspasa la raya de gol… y el VAR y el árbitro lo dan como válido. Sigue habiendo políticos que tienen fe ciega en las encuestas. Pedro Sánchez ha demostrado gran habilidad en los “tiempos” y en la campaña electoral.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.