Una nación sin líderes

Hace algunos años en una clase, a la que asistía como alumno, el profesor que la impartía dijo una frase que se me ha quedado  grabada  en la memoria, y ya tiene mérito con la poca que tengo. La frase en cuestión es esta: El liderazgo, como la belleza, es muy fácil de ver pero muy difícil de definir. No puedo estar más de acuerdo con la afirmación. 

Personalmente le añadiría que es fácil de ver y de sentir. Esa percepción del liderazgo se hace más patente en situaciones adversas en las que el individuo intuye el peligro. Los animales irracionales se basan en su instinto, o en señales de otros miembros de su misma especie, que les hacen ver a  quien han de seguir para salvarse individualmente y, en muchos casos, salvar al conjunto.

De igual forma que al líder se le ve, si lo hay,  en  situaciones comprometidas  también se nota, y de qué manera, su inexistencia.  El caso se agrava cuando crees que  hay alguien capaz al frente de la situación y descubres, sin margen para la adaptación, que era un muñeco de barro. A la decepción psicológica, que no es menor ya que  socaba la sensación de seguridad tan necesaria en estos casos, se une la falta de control y coordinación que tienen como objetivo la eficacia primero y la eficiencia después.

 Las he colocado en ese orden porque precisamente, en la reciente desgracia de la Comunidad Valenciana básicamente, la máxima aspiración a la que se tenía que haber dado prioridad era   la de proporcionar ayuda, fuera al coste que fuera. Sin duda, atendiendo al principio de eficacia obviando la eficiencia,  es posible que se hubieran redundado esfuerzos pero eso sería lo de menos. Lo importante es que aquellas gentes hubieran sentido,  desde el principio,  que no estaban solas, que una nación entera se ponía a su disposición con todos sus recursos. 

En esta falta de apoyo tan palmario como injustificado  no ha tenido culpa la Nación, entendida como conjunto de personas regidas por un mismo Gobierno. Prueba evidente son las muestras de solidaridad del resto del país y el generoso voluntariado de esa juventud que, a veces, tanto se critica. Los culpables sin paliativos han sido nuestros dirigentes. Esos políticos de medio pelo que en las campañas electorales nos deslumbran con frases grandilocuentes, creando el espejismo del líder cuando en realidad lo que hay debajo no es más que un aspirante a trilero.

Un líder puede equivocarse, faltaría más, es un ser  humano y ya sabemos de las limitaciones de nuestra condición. Lo que no es admisible es que haga dejación de sus funciones amparándose en artificiosos escudos legales. Las leyes se han concebido para proteger a los ciudadanos, para darles seguridad, para darles certeza sobre su futuro no para amparar desafueros ilícitos y, en este caso particular, inmorales.

No me extraña en absoluto que las personas  directamente afectadas, aunque afectadas estamos todas las gentes de bien, piensen que este despropósito es fruto de una vergonzosa intriga de poder en la que los peones a sacrificar han sido ellos.

Cuantas veces nos hemos planteado si era asumible la pérdida de cierta libertad en aras de una mayor seguridad. En ese contrato, la Constitución,  suscrito entre el pueblo y el Estado, el primero consiente en esa cesión y el segundo asume que debe proporcionar seguridad. Para ello se le reconoce el uso legítimo de la fuerza, nada más y nada menos, y los medios necesarios para llevarlo a cabo. 

Esa seguridad es la que ahora se demanda pues, no nos equivoquemos, las agresiones pueden tener orígenes muy diversos. En el caso que nos ocupa ha sido la naturaleza la que, en aplicación de sus propias leyes, ha lesionado, y de qué manera, las seguridad de muchos compatriotas privándoles de un bien superior  como es la vida o desposeyéndolos de los más elementales bienes de subsistencia. 

La Nación ha cumplido con su parte del trato sobradamente. El Estado, sus dirigentes no han sabido estar a la altura del ejercicio de liderazgo para el que se postularon. No es cuestión  de fango es cuestión de barro.

  • .Juan Manuel García Sánchez es Licenciado en Derecho.