Hace unas semanas, Joan Tardá i Coma, militante de Esquerra Republicana, con su bronca petulancia separatista, declaraba a la prensa sin ningún rubor que una vez conseguida la inmediata independencia de Cataluña, volvería al Congreso de los Diputados elegido por el resto de los territorios que forman los llamados Paisos Catalans.
El señor Tardá, dentro de su lógica enfebrecida, ahí nos incluía, a todas las llamadas comarcas churras (Rincón de Ademuz, Alto Palancia, Alto Mijares, Los Serranos, la Hoya de Buñol y otros municipios castellano parlantes cuya sola enumeración sería muy extensa). Tanto para Joan Fuster en su día como para Joan Tardá en la actualidad, los llamados churros no pasamos de ser unos anexos sin importancia que en nada altera la esencia de los Paises Catalanes.
La afirmación de Tardá suena a los cuentos de Las mil y una noches o a Alicia en el país de las maravillas, de Lewis Carrol. Cuesta creerlo pero así es. Para estos señores pancatalanistas, el sueño dorado de la independencia añorada pasaría por anular nuestra personalidad dual. Como han hecho en otros territorios con una feroz e intransigente inmersión lingüística y desobedeciendo las reiteradas sentencias de los tribunales sobre el bilingüismo en el ámbito escolar.
Ximo Puig sabe muy bien que no podria gobernar con mayoría absoluta y que necesitará los apoyos parlamentarios de los fieles seguidores de la estelada. Por si acaso banderas al viento- no tuvo inconveniente en Morella de fotografiarse en íntima comunión con estos señores a quienes tanto molestamos los que creemos en esa patria común llamada España. Además, algunos -y digo algunos- de sus correligionarios tampoco se sienten muy a disgusto colaborando con los que desean la aniquilación de nuestra nación y los valores y tradiciones que representa. Por ejemplo, el alcalde socialista de Vila-real siempre se ha negado a participar en los actos conmemorativos del NUEVE DE MARZO de 1810, en cuya fecha tuvo lugar la batalla contra la caballería del general Suchet y en la que murieron cerca de ciento cincuenta vecinos. Allá él.
A los churros y a otros castellano parlantes, la verdad es que se nos pone la carne de gallina el solo pensar que el Partido Popular fuese arrojado del poder. Lo primero que harían estos señores -ahora con la colaboración de PODEMOS- es suprimir el mestizaje real de la sociedad valenciana. Y a este peligro real habría que sumar el evidente peligro que representaría para nuestra recuperación económica por la desconfianza que inspiraría una coalición de fuerzas de este signo.