Desde los medios de comunicación y principales organizaciones “ecologistas”, se somete al hombre actual a la presión de ser el responsable de un supuesto Apocalipsis climático, una emergencia climática, un desastre medioambiental final que acabará con el planeta y del que las personas son las únicas responsables; para estas organizaciones, el hombre es culpable, el pecador, la plaga de nuestro planeta. “Arrepentíos!!!” Atronan los mesías del nuevo apocalipsis…” Sois culpables. No os reproduzcáis, no tengáis hijos, el planeta no lo soportaría”.
Por increíble que parezca, existe gente, sobre todo jóvenes, capaces de creerse estas historias, víctimas del terror climático, y que aducen estas razones apocalípticas cuando se les pregunta si desean tener hijos.
Sin embargo, cabe preguntarse si detrás de tanto teatro, de tanto terror inducido, de tanto miedo como mecanismo de control de masas, en realidad no se esconde, en realidad, la verdad.
Y la verdad es que el mundo desde que es mundo está cambiando.
Recientemente, un grupo de trabajo de la Universidad de Riverside, en California, ha elaborado un interesante trabajo respecto a la órbita de Júpiter. Según este trabajo, publicado en la revista “Astronomical Journal”, un pequeño cambio en la órbita de este planeta gigante podría tener efectos directos sobre la de la Tierra, acercándonos al sol, con lo cual se conseguiría que regiones actualmente inhóspitas de nuestro planeta a consecuencia de sus bajas temperaturas (bastantes grados bajo cero, como Siberia, Alaska), dejaran de serlo y se convirtieran en regiones habitables. Tanto “Yataka” como la revista “Esquire” se han hecho eco de este estudio.
La realidad que tal hipótesis esconde es que existen partes del planeta inhabitables por las bajas temperaturas; y dicho presupuesto, evidentemente, contrasta con la del abismo climático al que al parecer estamos abocados debido a una elevación de la temperatura, del que los gurús a los que nos hemos referido pretenden convencernos.
Tal disparidad de opiniones por parte de la ciencia nos lleva a una conclusión evidente: nos podemos poner como queramos, pero la realidad es que el movimiento “ecologista” no es un movimiento científico si no político, y como tal, carece de objetividad y argumentos sólidos.
A esta conclusión, es decir, a que el movimiento ecologista ha sido secuestrado por la política, en concreto por la ultraizquierda radical, llegó nada menos que del fundador de “Greenpeace”, Patrick Albert Moore (Port Alice, 1.947), hace ya bastante tiempo, acusando a la organización de utilizar el miedo y el terror a fin de conseguir fondos y dinero, así como de hacer política más que defensa del medio ambiente.
Según Moore, el único titulado universitario en dicha organización, ésta operaba a puerta cerrada, dejándose llevar por organismos políticos y utilizando todo tipo de argumentos falsarios e intimidatorios y aterradores para la población.
Moore, el único con formación, sabía de lo que estaba tratando, por lo que, la puntilla que le hizo salir de ésta se dio cuando en la organización se comenzó a hablar de lanzar una gran campaña mundial para prohibir el cloro, un elemento desinfectante y necesario para la humanidad, al que, sin embargo, los líderes de ésta consideraban “enemigo de todo”. Moore no pudo más y dejó “Greenpeace”.
En cualquier caso, quizás lo más relevante es que los científicos en los que dicen sustentar sus teorías catastrofistas los “ecologetas” de salón no son más que mercenarios a sueldo de intereses inconfesables, y en ningún caso les sustenta la objetividad ni tienen base científica y real alguna.
Esto lo hemos podido comprobar este verano en los incendios en España: la superficie quemada responde al nulo cuidado del monte que promueven estos “ecologetas”, prohibiendo cualquier intervención humana, con lo cual, tal descuido evidente acaba por provocar el desastre. Durante el invierno, tal como se ha hecho siempre, no se destruyen arbustos inservibles, ni se retiran hojarascas, si se podan los árboles, ni se puede realizar ninguna actividad, con lo cual, el bosque se transforma en un campo propicio para que en verano, a la menor chispa, se produzca la tragedia. La superficie quemada este verano es la mayor desde que hay registros. Otro éxito ecologista.
Ocurre igual con el resto de los argumentos.
Por ejemplo, cómo podemos creer que va a subir el nivel del mar si el hielo que se supone se puede derretir ya se encuentra en el agua…
Se nos afirma que es el CO2 el causante del aumento de las temperaturas. Sin embargo, al parecer no existe base científica real para tal afirmación. Más bien parece ser sería el vapor de agua, en todo caso. Pero se insiste en el CO2, utilizando este argumento para destruir nuestra agricultura, prohibiéndonos, al final, que podamos cultivar nada, aludiendo a que ésta genera contaminación, cuando la realidad es que es justo al contrario, dado que cada árbol vivo es un captador natural de CO2; consiguiendo así que no podamos producir nada, que seamos dependientes, que destruyamos nuestra soberanía alimentaria, que quedemos condicionados a lo que nos quieran traer las multinacionales del sector, al precio abusivo que nos marcarán, convenientemente adoctrinadas por los Fondos de Inversión y Corporaciones. Sumisión, en definitiva. Más poder para la élite.
Nada se dice, tampoco sobre el tema de que este año ha sido el más frio en los últimos 50 en la Antártida, y que la masa de hielo de la misma se ha incrementado de forma exponencial en los últimos tiempos, tal y como recoge el mismo periódico “El País”, en su artículo de 15 de enero de 2022. Es evidente que no coincide ese calentamiento con una mayor superficie de hielo.
Esto corrobora que no existe base científica.
Otro tanto ocurre con la población de osos polares, de los cuales anunciaban su extinción y que, sin embargo, ha crecido de forma exponencial en los últimos tiempos, cuando desde los servicios de desinformación ecolegetas nada se dice al respecto; una información de la que se hace eco “A orillas del Potomac”, de fecha 3 de marzo de 2021, que calcula en unos 30.000 ejemplares la población actual, cuando estaba en la mitad en el momento en que empezaron a contabilizar los ejemplares; citando el artículo de la “ineficacia previsora” de todos los organismos del ecologismo oficial, que, a pesar de los datos oficiales y reales, siguen hablando de su “extinción”, como el diario de extrema izquierda “Público”. Lo cierto, es que las campañas para la “salvación de los osos polares” hace mucho que no se realizan.
No solo crece el hielo en la Antártida, también las dimensiones de la Barrera de coral de Australia son las mejores registradas hasta el momento, tal y como ha podido comprobar el Instituto Australiano de Ciencias Marinas, manifestando que la citada barrera alcanza actualmente unos niveles no vistos en el último medio siglo, tal y como se cita en “El Agora”, en un artículo de fecha de 4 de agosto de 2022. Además se facilita el dato de que el blanqueamiento que ha sufrido la misma puede perfectamente deberse a causas naturales y que en modo alguno es irreversible, tal y como ha sostenido el científico Peter Ridd; habiendo sido despedido de su puesto de trabajo por mantener esta hipótesis, lejos de la histeria medioambientalista. Según Ridd, la barrera ha venido sufriendo cambios constantes desde siempre y ha sobrevivido a multitud de fenómenos atmosféricos en el pasado, por lo que no hay razón para alarma alguna y si para asombrarnos de su gigantesco tamaño en la actualidad, en contra de las “predicciones” de los científicos “oficiales”.
Por si todo esto no fuera suficiente, tenemos, además, el dato de que la superficie verde en el planeta se ha incrementado exponencialmente en los últimos cuarenta años, de forma que en la actualidad es un 30% más verde de lo que lo era en 1.990. Este dato igualmente se oculta, dado que no concuerda con las tesis “oficiales”, pero es un hecho contrastado gracias a las fotografías de la NASA, un hecho que acepta incluso el periódico de extrema izquierda “Público”, en su artículo de fecha 17/02/2019, en el que se dice que para llegar a esta conclusión la NASA tomó incluso cuatro fotografías de cada lugar de la tierra durante los últimos 20 años. Según los estudios de la NASA, los incrementos de zonas verdes representan incluso espacios más extensos que las selvas amazónicas, hasta el momento consideradas los pulmones del planeta.
A pesar de todas estas evidencias, las élites deciden empobrecer aún más a la gente obligándolas a utilizar fuentes de energía costosas y poco efectivas que actúan como verdaderos parásitos de la economía (según cita Patrick Moore), esclavizando a la gente. Si los recursos son escasos son un factor de dominación, si la energía es cara es un método de control de la masa.
En conclusión, la tan temida “emergencia climática” no es más que otra engañifa más, sustentada por políticos interesados, con científicos mercenarios; cuyo objetivo no es más que asustar a la población, intimidarla, maniatarla, generando una masa de población aterrorizada, genuflexa, arrepentida por la comisión de unos “supuestos pecados” en realidad inexistentes; y dispuesta a aceptar cualquier decisión que se tome al respecto por brutal e inhumana que resulte; lastrando además su desenvolvimiento económico y humano con la utilización de recursos energéticos caros, ineficientes e inservibles como la energía eólica y la solar, de la que somos líderes europeos.