EL INTENTO DE FABRICACION DE UN HOMBRE ARTIFICIAL BAJO EL ENVOLTORIO DEL MARXISMO CULTURAL
“No tendrás nada y serás feliz”, aseguran los globalistas. Este sistema, en la medida en que priva al hombre del acceso al dinero y le condena a la precariedad, necesita hacer un hombre a su medida, pues no le sirve el hombre normal, necesita una masa aborregada, confundida, desnortada e ignorante, así que se arruinan, conscientemente, los planes de estudio, y pretenden conseguir que todo lo que suene a intelectual aparezca como “demodé”, subversivo y excéntrico; se vive en un mundo escasamente formado, solo adoctrinado, emocional, superficial, lleno de prejuicios y poca o ninguna reflexión; dócil al poder y combativo con los que disientan de él.
Se utiliza la maquinaria legal, transformándola en una nueva inquisición, para conducir a la sociedad por los derroteros que a ellos les interesan. Así, se crean delitos de pensamiento que, hasta ahora, después de superada la edad media, no existían, como es el delito de odio, en el que supuestamente se condena a las personas por quiméricas interpretaciones de lo que se interprete que esté pensando.
Se persigue a las personas únicamente por razón de su sexo, intentando desterrar y excluir los valores masculinos de la sociedad, marginándolos y amputándolos, en un falso amago de empoderamiento de la mujer, a la que se le supone más práctica y menos dispuesta a cuestionar el orden establecido, en procedimientos de “violencia de género”, en los que el culpable es siempre el varón, y la víctima siempre la mujer, y en los que la presunción de inocencia deja de existir, invirtiéndose la carga de la prueba, de forma que al varón ya se le presupone culpable y tiene muy difícil evitar una condena.
De la misma forma, se intenta destruir a los niños, sexualizándolos a unas edades en las que ni siquiera están interesados en estos temas, confundiéndolos hasta crueles límites con la “ideología e género”, sustentando que el sexo es sólo una construcción social, artificial, por lo que se les enseña que ellos tienen distintas opciones sexuales en su vida, por lo que pueden ir eligiendo, y se les anima a “probar” en una serie de experiencias sexuales que sin duda pueden tener consecuencias traumáticas para ellos, marcaran su infancia y posteriormente su vida adulta, generándoles potencialmente todo tipo de traumas infantiles.
Se pretende, además, que las personas tengan dudas respecto de su naturaleza, aplicando la “disforia de género” de forma indiscriminada, consiguiendo que las personas cambien de sexo a unas edades en las que carecen de todo tipo de madurez como para saber quiénes son en realidad; otro mecanismo de destrucción de la persona. Esto ha ocurrido recientemente en Suecia, donde una joven, después de una única visita con el psiquiatra, decidió cambiar su sexo, por lo que se le extirparon los pechos, los ovarios y el útero. Diez años después de quirófanos y posoperatorios, de todo este traumático proceso, la ya mujer quedó devastada al ser consciente de que tras las operaciones a las que se le había sometido, nunca ya podría tener hijos. Esto le ha provocado tal desesperada desolación que finalmente ha procedido a demandar el psiquiatra que autorizó su transformación y cambio de sexo, según una noticia que reporta ABC en un artículo de 31/8/22, que comienza con un titular: “Suecia se arrepiente de su pasado como pionera en cambios de género”.
La demanda se ha interpuesto por negligencia profesional del psiquiatra, por los motivos que exponemos: sólo con una visita a la entonces casi niña, firmó las autorizaciones a los efectos de que se le practicasen las mastectomías. Posteriormente, se autorizó la histerectomía. Amputada de sus elementos identificadores como mujer, quedó imposibilitada para poder ser madre. Sin embargo, el problema es que, diez años después, la joven, que ya no lo es tanto, ya no se identifica como hombre, si no como mujer, razón por la cual le desespera no poder tener descendencia.
Este caso no es único. Según un artículo del propio “El País”, activista en cuanto a la incentivación de este tipo de atrocidades, publicado en 5 de abril de 2017, ya advertía de la necesidad de proceder a indemnizar a nada menos que 800 personas esterilizadas en Suecia, merced a estos procedimientos. Estas personas habían sufrido cirugías “irreversibles” a fin de conseguir obtener una “reasignación de género”.