En estos momentos tan inciertos como estamos viviendo, con la formación de las Cortes que se producirá antes de que esta columna aparezca, con el riesgo de que la catalanista ex presidenta balear, Francina Armengol, se sitúe al frente del Congreso de los Diputados, que una treintena de partidos formen un hemiciclo tan revuelto como el anterior, cuando el Rey va a tener que pronunciarse sobre a quién debe encargar la formación de Gobierno pese a no haber podido conocer de primera mano la intención de apoyo de ciertos partidos que por ser republicanos, rechazan entrevistarse con Felipe VI; nos encontramos en ese momento delicado en que parece más probable que sea Sánchez quien se sitúe al frente de un gobierno Frankenstein II, aun más anticonstitucional que el anterior, integrado por más de veinte partidos, en que junto a los comunistas, los separatistas catalanes y vascos, los filoterroristas de Bildu, los falsarios del PNV ahora habría que contar con los rebeldes/secesionistas/golpistas de JXCAT y su perseguido líder Puigdemont….
En estos momentos delicados, me permitirán que haga una última reflexión sobre este presidente al que hemos tenido que soportar durante cinco años y probablemente tendremos que soportar algún año más si no se le tuercen las cosas en el último minuto.
Sánchez ha sido titulado de múltiples formas tanto por el pueblo como por los comentaristas politicos: Pedro I el mentiroso, El Okupa, Mr Falconeti etc. el apelativo que le atribuyo , “El Apaciguador” les parecerá sumamente respetuoso y estoy seguro que el propio Sanchez firmaría para que fuera con él, con el que pasara a la Historia.
Sin duda Sánchez intentó apaciguar la tensión en el País Vasco, en Cataluña y en la relación con Marruecos. Y nadie dudará de que ese propósito pacificador fuera loable.
Pero veamos de qué forma se ha intentado alcanzar esa pacificación.
En el País Vasco, el proceso se aceleró con Zapatero quien se jacta de que fue él quien acabó con ETA, ignorando que la banda estaba derrotada antes de que empezara el desfile de presos hacia sus pueblos, que se liberara a buena parte de ellos, que se celebrara cada liberación y que se permitiera a los antiguos terroristas -Otegi es el más conocido de ellos- saltar a la política con partidos como Bildu que pronto serian decisivos no solo para la gobernabilidad de su autonomía sino de España en su conjunto. Haber apaciguado al País Vasco está bien, pero no a este precio.
Insiste Sánchez en que Cataluña está hoy mucho mejor que en los tiempos de Rajoy y del 155. El PSC ha ganado las elecciones autonómicas con lo que las negociaciones con ERC habrían dado excelentes resultados para el PSOE. ¿A costa de qué? Muy sencillo, a costa de modificar el código penal, de suprimir los delitos de sedición y de malversación de fondos, de liberar a los golpistas responsables del 1-O y ahora, mendigando el apoyo del secesionista mayor, el gran malversador, el prófugo Puigdemont quien probablemente dará acceso a Sánchez a la Moncloa previo pago de la amnistía y el referendum. Apaciguamiento en Cataluña también, pero tampoco a este precio.
Sin consultar con el Parlamento y contra la opinión de su inmensa mayoría, un día Sánchez decide ceder a las presiones de Marruecos y decidir que el Sáhara Occidental, ex colonia española y a la que nos ataba un compromiso con la ONU pasaría a ser una autonomía dependiente de Rabat. De esta forma se trataba de apaciguar nuestra relación con el vecino el Sur y evitar los miles de migrantes que Mohamed nos lanzaba constantemente sobre Ceuta y Melilla.
El regalo de Sánchez al monarca funcionó de forma extraña. En el siguiente intento de saltar la valla de Melilla las fuerzas de seguridad marroquíes ejecutaron a una treintena de migrantes lo que conllevó fuertes protestas internacionales contra el reino alauita y contra España. Por añadidura, Argelia rompió relaciones comerciales con España encareciendo nuestro gas que ahora tiene que ser importado de Rusia y de los EEUU.
Tras la cesión del Sahara, veremos hasta cuándo dura esta “pacificación” con el Magreb y cuándo el vecino rey vuelve a cargar sobre Ceuta y Melilla.
Extraña forma de apaciguar los problemas. Mucho me temo que el amable mote que he propuesto, “El Apaciguador” no va a prosperar y Sánchez será recordado más bien por alguno de los otros múltiples apelativos.
P.S. La tragedia se ha consumado. La Armengol preside el Congreso con 178 apoyos. La mesa tiene una mayoría de izquierdas. La derecha se ha fraccionado con lo que la candidata Cuca Gamarra solo ha conseguido 139 votos. Es más que probable que Sánchez repetirá.
Jorge Fuentes Monzonís-Vilallonga es Master en Ciencias Políticas y Económicas y Derecho.
Diploma de Altos Estudios Internacionales. Embajador de España en Bulgaria en 1993.
Primer Embajador de España en Macedonia en 1995.
Embajador de España en Bruselas WEU en 1997, entre otros cargos.