Ayer, en el Congreso, Mariano Rajoy vinculó las mejoras de las pensiones a los presupuestos. Implicó a todos los partidos, y jugó bien su baza.
Indudablemente, echaron en cara los parlamentarios a Rajoy que la presión de la calle le ha obligado a comparecer. Evidente, y al presidente del Gobierno le ha faltado calibrar la indignación de la calle, de los pensionistas y de todos los españoles, ante una materia crucial.
Que el Gobierno haya subido sólo un 0,25% las pensiones en estos últimos años, y también en 2018, choca con los mensajes de la recuperación económica de España, el aumento de los salarios, el fomento de inversiones, la remuneración y aumento salarial de políticos y asesores. Si hay que apretarse el cinturón, se puede entender, pero implicando a todos, no olvidando a los pensionistas, casi 10 millones de españoles.
Los pensionistas tienen la experiencia de la vida, y ven a su alrededor gastos e inversiones que son un despilfarro, de dudosa necesidad y de caro mantenimiento. No son sólo del Gobierno, sino de las comunidades autónomas y ayuntamientos.
Rajoy se comprometió ayer a ayudar en el IRPF a los pensionistas, y también a aumentar las pensiones mínimas y de viudedad. A la vez, descartó que las pensiones se suban de acuerdo con el IPC, por sostenibilidad presente y futura del sistema.
¡Cómo no se dio cuenta antes de que, entre el simbólico 0,25% y el IPC hay un margen para haber aumentado ya este año las pensiones, tras años de congelarlas Zapatero y subirlas muy poco Rajoy!
Tiene razón Ciudadanos al afirmar que una cosa es el populismo y otra el conformismo. Rajoy ha logrado estos años que España tenga un recuperación económica, admirada por otros países, pero pensando que los pensionistas podían quedar al margen, sin tener en cuenta que tienen derecho por sus cotizaciones a una pensión digna cada año, de acuerdo con la situación del país.
Rajoy ha embarcado en la tarea a los demás partidos. Falta ver su capacidad de recoger el guante, porque los pensionistas se revolverían también hacia los demás partidos, y no sólo –como hasta ahora– contra el Gobierno del PP.
Las reivindicaciones de los pensionistas no son sólo de ellos, también de sus familias. Quieren para ellos la dignidad y el incremento merecido y razonable, y también la generosidad que tienen los pensionistas con frecuencia para ayudar a sus hijos o nietos.
Un justo y realista aumento de las pensiones también serenan a los que todavía no son pensionistas, que no pueden ni deben ser considerados como “ciudadanos pasivos” que no tienen voz ni capacidad de movilización: han demostrado en las calle, desde hace dos meses, que no tragan cualquier cosa.
Rajoy ha de tener presente que los jubilados y otros pensionistas han estallado tras sufrir mucho. Por ellos y sus familias, van a estar muy pendientes de las decisiones de Rajoy y de los demás partidos políticos. No son personas de reacciones fugaces, y sus reivindicaciones continuarán si no se logra un merecido y posible aumento.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.