Como en él es habitual, el presidente de Mercadona, Juan Roig, habló claro y directo en su conferencia, el pasado lunes, en el marco del XXI Congreso Nacional de la Empresa Valencia, celebrado en Valencia. No es que sea interesante escucharle o leerle sólo desde el punto de vista empresarial, sino que es casi imprescindible, por lo que ha logrado: 1620 supermercados y 85.000 empleados, de los que dos tercios son mujeres, y la práctica totalidad con contrato indefinido. ¿Cómo ha sorteado Mercadona la crisis?: basta recordar que en 2012 tenía 71.000 empleados y al acabar 2017 tenía 84.500. Juan Roig nunca adopta un estilo de recrearse en lo logrado, siempre está en ebullición ante nuevos retos. De lo contrario, no hubiera conseguido lo que ha conseguido. Permanente innovación, tarea en la que reconoce que ha tenido fallos, como la reticencia de la venta ‘on line’, que ahora admite que va muy bien. Ha inculcado en Mercadona un sello humano, donde no prima a toda costa el beneficio. Como él mismo dijo, es en la droga donde se gana más dinero. Él ha consolidado un modelo de empresa, que sirve de referencia nacional e internacional, pero, como él mismo afirmó el lunes, “cada empresario escribe su propio libro”.
No da lecciones, sino que expone su modelo, lo cual es más importante en la Comunidad Valenciana, donde el 91% del empleo lo generan las empresas familiares. Cuando afirmó que “las palabras conmueven, el ejemplo arrastra”, plasmó lo que se comprueba en todos los ámbitos de la sociedad, y no sólo en el empresarial: sirve para la educación, para la política o para cualquier aspecto. Juan Roig lanzó un dato revelador: entre Cataluña, Valencia, Murcia y Almería “somos el 50% del PIB nacional y tenemos que unirnos”, afirmando que “eso no lo van a hacer los políticos, tenemos que hacerlo la sociedad civil”. Si esa afirmación se completa con la que lanzó a los oyentes sobre que los empresarios tienen mala imagen por algunos malos empresarios, y que han de “salir”, hizo un auténtico llamamiento a la responsabilidad empresarial. En definitiva, que el empleo nace sobre todo de la sociedad civil, que hay que fomentar que los jóvenes sean emprendedores, y que papá-Estado no es la solución. Es una visión diametralmente opuesta a esperar todo del Estado. ¿Se imaginan a Juan Roig en política, introduciendo criterios empresariales –eficiencia, servicio, productividad- en las instituciones públicas? No sucederá, y no siempre un excelente empresario es buen político, pero sería muy interesante.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.