Durante diez largos años los griegos intentaron tomar al asalto la ciudad fortificada de Troya. No alcanzaron su objetivo, con la consiguiente desmoralización de los soldados atacantes. Al final, recurrieron a la astucia. Construyeron un gigantesco caballo de madera. Los troyanos se apoderaron de él y lo introdujeron dentro de la ciudad. Suponía todo un símbolo de victoria sobre los temidos griegos. En el interior del caballo se habían introducido varios soldados adiestrados, seguramente, en las técnicas de lucha por sorpresa de los comandos.
Al llegar la noche, cuando los troyanos dormían confiados, los comandos griegos salieron del caballo y se apoderaron de la ciudad. Todo ello, en la mejor narración mítica de Homero en la “Odisea” y en “La eneida”.
El ejemplo del Caballo Troyano nos puede servir para comprender mejor la estrategia del separatismo catalán en su alocado intento separatista. No lo consiguieron en el año 1640 ni en 1714, pese a la intensa mitificación patriótica de aquellas fechas. La guerra de 1714, por ejemplo, no tuvo una finalidad separatista. Como dice el prestigioso catedrático Luis Suarez, de la Real Academia de la Historia”...lo que la Diada conmemora es otra cosa de lo que ahora nos dicen (...) Casanova no estaba luchando contra España, sino a favor de ella, tratando de evitar el absolutismo. Como en toda guerra hubo vencedores y vencidos Las compensaciones en América y en la industria textil hicieron que de nuevo volviera a ser a ser el más notable pedazo de España” (“La razón”, 22.08.2015).
Los intereses de elites muy poderosas –no del pueblo catalán como tal- en algunos periodos de la historia han estado pendientes de la ocasión más propicia (la debilidad da la nación española) para conseguir la independencia. O, al menos obtener del gobierno central cierto nivel de autonomía financiera, administrativa y económica. Mientras tanto han ido construyendo su caballo de Troya con infinita paciencia e hipocresía (Pujol nombrado español del año por el periódico ABC bajo la dirección del periodista Anson).
Cuando en el año 1931 se proclamó la Segunda República, el coronel Francesc Maciá, traidor a su juramento militar de lealtad a la nación española, se apresuró a declarar el Estado Catalán Independiente. Las negociaciones entre Macia y los políticos de Madrid dejaron en suspenso aquella precipitada medida a la espera de que se aprobase un Estatuto de Autonomía. En el mes de octubre del año 1934 otra vez apareció el Caballo de Troya y Companys, traidor a la República, se quiera o no se quiera admitir, protagonizó un acto de evidente sedición, aprovechando otro momento de debilidad institucional a causa de la entrada en el Gobierno de la CEDA y coincidiendo con la revolución de Asturias. Desde el balcón de la Generalitat, Companys proclamó el Estat Catalá, “dentro de la República Federal Española”. El general Batet, cumpliendo órdenes de Lerroux, restauró la legalidad republicana. Companys fue detenido y procesado.
Pasarían los años, y en el año 1978, los catalanes aprobarían con un apabullante porcentaje del 90,46 % del censo electoral catalán, la nueva Constitución Española; la Constitución de la Reconciliación Nacional. Nuestra ingenuidad en aquel entonces, coincidiendo con el regreso del exilio de un gran hombre llamado Tarradellas _- muy escocido y decepcionado por la segunda experiencia republicana- el presidente exiliado, dotado de un gran sentido común y del pragmatismo de un excelente político, nos hizo creer que había llegado el momento definitivo de la reconciliación y del buen entendimiento entre los españoles. Estábamos equivocados.
Jordí Pujol aprovechó aquellos años de bonanza para construir, pasito a pasito, su particular Caballo de Troya y aprovechar los momentos de debilidad electoral del Gobierno Español para alcanzar sus objetivos a largo o corto plazo, de la independencia de los Países Catalanes, bajo el pretexto de apoyar la gobernación del Estado. Mientras tanto, fue consiguiendo una serie de transferencias administrativas y sabrosas subvenciones económicas. Al mismo tiempo fue creando una serie de instituciones (los Mossos de Esquadra, por ejemplo) con un gran peso en la vida civil de Cataluña. En el año 1961 Omnium Cultural comienza a operar en el ámbito de los Paises Catalanes con tres objetivos muy concretos: no tendría ánimo de lucro, difundiría la cultura catalana, promovería el derecho de autodeterminación y la independencia. Otra institución de gran influencia pancatalanista en Castellón es, por ejemplo, Acció Cultural, dirigida por Eliseu Climent en todo el ámbito regional y que dispone de eficaces colaboradores liberados (últimamente la propia Generalitat Catalana se hizo cargo de la compra del edificio EL SIGLO en Valencia, destinado a sede de Acció y abonó la hipoteca por un importe de 670.000 millones de euros, que ya es decir). El catalanismo valenciano recibe la ayuda de innumerables instituciones y asociaciones que operan bajo la influencia del pan catalanismo, sin contar con su influencia en algún sector del PSOE-PV, IU, PODEMOS, COMPROMIS, UGT, CCOO, etc. Como botón de muestra tenemos las decisiones adoptadas por algunos de sus dirigentes a raíz de la toma de posesión de los nuevos ayuntamientos (en Valencia, el comunista separatista Joan Ribó con el apoyo de PODEMOS; Mónica Oltra, de COMPROMÍS, vicepresidenta de la Generalitat que ahora nos dice que los sucesivos fracasos electorales le han hecho reflexionar sobre muchas cosas (¿qué cosas serán, Señor?); en Alcora, con un mínimo del 16 % del censo electoral, otro miembro de COMPROMÍS se ha hecho con la alcaldía, y escondió la bandera nacional detrás de unas cortinas, etc, etc, etc.
Me viene a la memoria que en los primeros años setenta un amigo mío, director de cierta entidad bancaria, me enseño la fotocopia de una transferencia hecha por Omnium Cultural desde Barcelona a favor de cierta entidad que, por entonces, ya preparaba estrategias de futuro dentro del Caballo de Troya, a la espera de la ocasión más propicia. La catalana es una hermosa lengua española. Sencillamente, solamente discrepamos de su utilización partidista para la proclamación de la República Catalana. Para mejor información, nos remitiremos a las soflamas parlamentarias del agrio diputado de ERC, señor Tardá. Hace muy poco tiempo nos dijo que en breve él sería diputado por la República Catalana.
El Caballo de Troya, a lo largo de estos años ha venido alimentándose con el pienso de cuantiosas subvenciones que le han ido concediendo instituciones varias (ayuntamientos, ANC, Omnium, Generalitat, etc). Su estrategia le ha permitido desarrollar intensas acciones en el terreno lingüístico (el “corre llengua”); en los medios informativos hasta alcanzar casi un nivel de monopolio, especialmente en TV-3, etc. , en la celebración de congresos de historia catalana, con una intención claramente manipuladora ; en la acción diplomática, con las polémicas embajadas, etc.
En mi opinión, la réplica más adecuada habría que hacerla en el mismo campo de batalla cultural y científico, invirtiendo, en proporción, los mismos recursos que emplea la Generalitat de Catalunya. El gran reto consiste en hacer llegar a todos los catalanes de buena fe el gran papel ejercido por ellos en la Historia de España.