Opinión

El “fascista” Pemán

PemánJosé María Pemán y Pemartín. Escritor. Director de la Real Academia de la Lengua. Un busto suyo colocado apenas hace un año en el vestíbulo del Teatro Principal de Jerez ha sido retirado con motivo del acuerdo municipal promovido por doña Ana Fernández, concejala comunista. Este rencor histórico de cierta izquierda es el cuento de nunca acabar. Ya está bien. Si dependiera de esta mujer, los talibanes de Afganistan y los fanatizados milicianos del Ejército Islámico quedarían reducidos a simples aprendices de la intolerancia y del fanatismo.

Las siete vidas de Ximo Puig

El actual presidente de la Generalitat Valenciana, el socialista Ximo Puig, es un experimentado político, del que bien puede decirse que tiene 7 vidas como los gatos, o incluso más.

“Las siete vidas del gato” es una obra de teatro de Jardiel Poncela, estrenada en 1943, y que en 1970 se llevó al cine. Recoge la acepción popular de que un gato tiene una gran capacidad de resistencia, y puede salir indemne de situaciones que para otros serían fatales, mortales.

Puig es un malabarista de la política. Con su carácter afable y campechano, ha sobrevivido a mil batallas políticas, por supuesto haciendo caso del consejo que le dio su abuelo de “Tú, siempre de izquierdas”.

El orgullo de ser español

José Diaz Ramos, antiguo militante cenetista. Con el tiempo sería designado Secretario General del PCE. Enfermo terminal de un cáncer gástrico, recibe en el lecho mortal a su correligionario Jesús Hernández Tomás. Ambos están profundamente desilusionados de su experiencia al servicio del imperialismo soviético y de una manera especial por haber contribuido a borrar del alma de sus hombres “el orgullo de ser español”.

“Deberemos comenzar poco a poco…pero comenzar por algo. Un viraje de 180 grados en el Partido no lo conseguiremos no lo lograremos ni en unos días, ni en unos meses, ni quizás en unos años- expuso Díaz.

– Eso es lo que me desmoraliza -indiqué.

– Qué te parece si comenzamos a desplegar una campaña, hábilmente desarrollada tendente a despertar en nuestro Partido un sentimiento de orgullo por todo lo español?- me preguntó Díaz.

Derechos y Deberes

“Todo derecho que no lleve consigo un deber, no merece que se luche para defenderlo” (Mahatma Gandhi)

¿Por qué suenan más en nuestra sociedad los derechos que los deberes? ¿Por qué legisladores y políticos, empresarios y sindicatos o ciudadanos en general exigen y revindican más sus derechos que sus obligaciones? Con la perspectiva que me dan los años y la observación frecuente de los acontecimientos y comportamientos sociales, me da la sensación que nuestras actuaciones están cimentadas más bien en la exigencia de todo tipo de derechos, que en el cumplimiento general de nuestros deberes.

El abogado Tomás Moro: Un ejemplo para los juristas (incluídos los magistrados del TC)

1.- El londinense Sir Thomas More a sus cincuenta y siete años tenía todo lo que un hombre ambicioso pueda desear: buena posición económica, una familia estable, muchos y buenos amigos quienes se disputaban su amistad, merecido prestigio intelectual, escritor (ahí queda para la historia del pensamiento político su atrevido ensayo titulado La utopia), teólogo, jurista, publicista, íntima amistad y colaborador de Erasmo –otro intelectual a quién se rifaban todos los cenáculos intelectuales de Europa-, alumno -y administrador en el año 1524- de la prestigiosa Universidad de Oxford y de los más destacados centros universitarios ingleses, abogado con una honradez profesional a toda prueba, reconocida tanto por sus clientes como sus colegas oponentes en el foro, juez de lo civil –que diríamos ahora-, profesor universitario de derecho, etc. Esta brillante carrera profesional culminó cuando Enrique VIII le nombró canciller o primer ministro del Reino.

La consellera Montón

Tras conocerse el “gobierno en la sombra” de Pedro Sánchez, la perplejidad y las críticas no han cesado. Se han escuchado críticas que van desde la falta de apoyos que tiene Sánchez en el actual partido, la repesca de cargos de los años 90 y la abultada cifra de independientes. También los socialistas valencianos están molestos con la consellera Montón, una de las integrantes de ese “gobierno en la sombra”, que vienen a reconocer las críticas que hace tiempo ha efectuado el PP valenciano de que Carmen Montón tenía y tiene la mirada puesta en Madrid y poco en la Comunidad Valenciana.

La Catedral de Córdoba

Hace tan solo unos días el pintoresco Sánchez Gordillo, el conocido líder independentista andaluz, le reclamaba al arzobispado de Córdoba la devolución de la catedral de la Asunción de Nuestra Señora, arrebatada (sic) al Islam por derecho de conquista hace unos ochocientos años. A la petición del líder del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT) se le añadió una parte importante de la progresía andaluza y de sectores islámicos que fieles a las enseñanzas recibidas de sus líderes religiosos sueñan con la recuperación del al–Andalus.

La polémica estaba servida y un aluvión de historiadores, juristas, etc, han desfilado por los medios de comunicación exponiendo sus opiniones sobre el tema. Y hasta con indudable oportunismo electoral la Junta de Andalucía y su lideresa Susana Diaz (¿no era esta mujer la esperanza política del socialismo patrio?) han defendido las posiciones de Sánchez Gordillo.

Podemos no tiene careta

El acuerdo de Podemos con Izquierda Unida para ir juntos en las elecciones del 26-J no ha sido, precisamente, una sorpresa, sino todo lo contrario. Por eso, que el líder de Ciudadanos haya afirmado que Podemos “se ha quitado la careta” con este acuerdo, me parece que no responde a la realidad.

Albert Rivera ha calificado el acuerdo como la visibilización del nuevo comunismo en España. Pero eso ya lo teníamos claro. El heredero formal del comunismo es IU, pero el heredero real es Podemos, que engullirá más pronto que tarde a IU: ya lo ha dicho Gaspar Llamazares, que el acuerdo supone el fin de IU. Por razones ideológicas y aritméticas, el acuerdo de Podemos con IU era previsible y esperado.

El estado plurinacional de Pablo Iglesias

Hace unas pocas semanas, Pablo Iglesias, el líder de Podemos, haciendo alarde de su habitual audacia y frivolidad intelectual, tuvo la osadía de definir al estado español como un estado plurinacional. Un estado compuesto por varias naciones. No tuvo que calentarse mucho los cascos para llegar a tan temeraria conclusión. Sencillamente aplicó a España la Constitución Plurinacional Boliviana, aprobada por 164 de los 255 diputados en el año 2009 (“Bolivia Estado Unitario de Derecho Plurinacional, Comunitario. etc.”). Ni siquiera se tomo la molestia de averiguar las posibles derivaciones semánticas del término nacionalidades contemplado y consensuado en el artículo 2º de la Constitución Española.

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