Amparo Marco, la alcaldesa de Castellón, puede resolver esto en junio, hasta con algún cartel que indique pon dónde pueden acceder los discapacitados. Es un suplicio para los discapacitados y sus acompañantes acceder con silla de ruedas al paseo marítimo de la playa del Pinar, o para quien usa andador o muletas. A la vez, la felicidad de esas personas cuando disfrutan del paseo marítimo es conmovedora.
Los accesos al paseo marítimo consisten en un camino empedrado que arranca del parking de coches, con losetas y huecos bastante profundos, o bien en accesos con traviesas de madera en que una silla de ruedas va “botando” con notables riesgos, y si se camina con muletas los sustos abundan pese a ir con cuidado y acompañado. La Residencia de la Tercera Edad “El Pinar” está a 100 metros del paseo marítimo, y en ella viven 130 personas mayores dependientes, que anhelan ser llevados al paseo marítimo, sobre todo tras haber pasado tanto tiempo confinados a causa de la pandemia. Ahora llega el buen tiempo y ¡cuánto se sufre al ver las peripecias de los familiares para llevar a esos ancianos en silla de ruedas hasta el paseo marítimo, o ver a alguien con muletas haciendo equilibrios, o papás con el carrito de bebé! Que no tengamos que lamentar caídas y accidentes, hasta ahora leves, al menos que yo sepa.
Accesos accesibles, valga la redundancia: hace falta un poco de inversión, solamente un poco, si se tiene algo de sensibilidad. Hay una residencia pública al lado, y otras cercanas. Es un uso diario. Repasemos: las aceras hasta el parking, pasando por allanar un par de accesos al paseo marítimo, y prolongar la escalerilla de madera de la playa unos metros más y sin tantos desniveles de las traviesas, hasta cerca de la orilla.
Los nervios e inseguridad de los que van en silla de ruedas, y quienes estable u ocasionalmente han de utilizar muletas, requieren un poco de dinero público. Al lado de los 3,4 millones que cuestan las innecesarias y polémicas obras de la avenida de Lidón, poquísimo dinero supone lo que planteo. Se adecuó la playa canina: lo que yo exijo es el acceso seguro para miles de personas todo el año. Si es complejo el acceso al paseo marítimo, es imposible llevar en silla de ruedas hasta la playa a una persona. El mar nos relaja a todos, simplemente con mirarlo y contemplar su belleza, colorido y oleaje: mucho más relaja ver el mar a quien tiene un sufrimiento físico o mental. Quimérico un voluntariado municipal de movilidad para ayudar en las playas: los ayuntamientos dejan estas carencias a ONG o voluntarios con cabeza y corazón.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.