Cuando todos dábamos por hecho el pacto entre Pedro Sánchez y Yolanda Díaz, PSOE y Sumar, a primera hora de este martes “saltaba” la noticia de que habían llegado a un acuerdo de Gobierno. Vaya noticia, a primera hora, para empezar a marcar la agenda informativa.
Es pretencioso hablar de “claves” a bote pronto, recién firmado el pacto, pero también tiene la ventaja de analizar lo más relevante, porque desde luego tiempo tenemos tiempo para irlo desmenuzando.
En primer lugar, y pienso que puede lograr su propósito, Pedro Sánchez ha visto oportuno adelantar el pacto de Gobierno con Sumar para que no se hable tanto de la amnistía. Así de sencillo. Y Yolanda, ha aceptado gustosa, porque sale ella en la foto una vez más: Pedro y Yolanda, Yolanda y Pedro, alma mater del nuevo Gobierno.
La amnistía quiere sacarla adelante –y nada parece capaz de impedirlo– disminuyendo el ruido mediático, que lógicamente es mucho, porque es una barbaridad solamente justificada por su afán de perpetuarse en la Moncloa, a costa de lo que sea, le pidan lo que le pidan Junts, ERC o Bildu.
Ya lo ha logrado, de entrada, Pedro Sánchez: los medios de comunicación, de cabeza, a recoger opiniones y analizar el programa de Gobierno que han pactado. Y no digamos el corifeo de los medos de comunicación que se benefician más de Pedro Sánchez, que se van a volcar en el programa a pies juntillas.
En segundo lugar, vuelve a demostrar que no gobierna escuchando a la sociedad, a los sectores implicados, sino a sus fieles votantes. Así es, y no hay vuelta de hoja. Reducir la jornada a 37,5 horas semanales, encarecer el despido y aumentar el salario mínimo le parece fenomenal a todo trabajador, y fruncen el ceño los empresarios.
Pero no solamente los grandes empresarios, sino los pequeños empresarios y las empresas familiares, a las que Pedro Sánchez ningunea, cuando en realidad dependen de estas empresas los puestos de trabajo. Con el nivel de paro a la cabeza de Europa, con empresas que están con el agua al cuello por el aumento de los costes y la coyuntura internacional –guerras en Tierra Santa y Ucrania-, se hace recaer el esfuerzo laboral en los empresarios, por si faltaba algo para ahogarles un poco más.
Cuando hay una situación económica y laboral difícil como la actual, no parece razonable reducir las horas de trabajo, pues las actuales son razonables. Y claro está: algún ingenuo pregunta si se reducirá proporcionalmente el salario en función de la reducción de horas. Los empresarios, a pagar igual.
Menos horas de trabajo, despido más caro y elevar el salario mínimo: parece que estemos en la mejor economía mundial. En vez de apretarnos el cinturón, ¡leña a los empresarios! Y nada de vuelos de avión que sean cortos, aunque Iberia ya ha dicho que peligran 6.000 puestos de trabajo.
A Pedro Sánchez no le importa ni el bienestar español ni la economía, sino fidelizar a sus votantes, aunque la economía vaya a peor, porque puede ir pactando legislaturas con sus votantes incondicionales –que los tiene con estas medidas– y los partidos independentistas o filoetarras. Su modo de entender la economía es regar con dinero, con subvenciones, en vez de estructurar y exigir: a lo fácil, regalar dinero.
¿Para qué escuchar a los empresarios ni a los sindicatos? Conoce la opinión de los empresarios, y se evita el choque. Sabe que los sindicatos están domesticados y quieren lo que él promete: regar con dinero fácil. ¡UGT ha dicho que le parece bien lo de las 37,5 horas, pero que no renuncia a las 35 horas semanales!
Cuando veo, un día sí y otro también, pequeños o medianos empresarios, o autónomos, que se dejan las pestañas para sacar adelante una tienda, un taller o un bar, veo el contraste con Pedro Sánchez -que no ha dicho nada de suprimir el Falcon para viajes cortos– y me irrito con ellos.
Las doce horas diarias de los dueños que regentan un bar-restaurante, con algún o algunos empleados, con lógicos dolores de espalda ante tan gigantesco esfuerzo, que se preguntan cuándo y cuánto ha trabajado de verdad Pedro Sánchez, no entienden de este programa Pedro-Yolanda.
Corolario: El valenciano Ximo Puig será ministro en el Gobierno de Pedro Sánchez, pues necesita su experiencia y habilidad para entenderse y torear con nacionalistas e independentistas, catalanes y vascos, y hasta para intentar calmar a Carlos Mazón (PP) en la Comunidad Valenciana, que será ninguneada en beneficio de los catalanes.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.