Empieza el curso político y los principales partidos se han precipitado a dejar las cosas claras organizando los habituales encuentros publicitarios que, en algunos casos, tienen el mérito de haberlos montado con esfuerzo y dedicación y en otros lo hicieron simplemente por cumplir y no caer en el olvido.
El PP es el que se lo tomó más en serio. Movilizó a media España, a todos sus barones, con el objetivo fundamental de deshacer entuertos y dejar claro que por encima de Ayuso, de Feijoo, de Moreno Bonilla y de todos los demás, el que manda es Pablo Casado.
Y así debe ser. Fue él quien ganó las primarias contra todo pronóstico y cuando pocos querían saltar al ruedo jugándose el tipo en una corrida arriesgada. Ahora muchos en el partido se atreven a dar consejos y a sentirse valientes. Pero cada uno de ellos está perfectamente asentado en su región, ha conseguido hacer un gran papel para el conjunto del partido situándolo por encima del PSOE en intención de voto y con claras posibilidades de victoria en las próximas elecciones que no parece vayan a ser antes de 2023.
Como resultado de su exitosa Convención, el PP salió de ella con ganas de resolver importantes asuntos pendientes e hizo propuestas al PSOE para reelegir a los titulares de cuatro instituciones fundamentales, como son el Tribunal Constitucional, el Defensor del Pueblo, el Tribunal de Cuentas y la Agencia de Protección de Datos, propuestas que quizá sorprendieron a Sánchez y no tuvo más remedio que aceptar, creando el ambiente propicio para lograr una satisfactoria solución para renovar el CGPJ, el órgano más delicado de los que estaban pendientes.
Habría que hacerlo de forma definitiva que despolitice la cuestión transfiriendo los nombramientos a los propios jueces. Ceder en este punto a las pretensiones de la izquierda resultaría muy peligroso para el PP y para España.
El Congreso del PSOE ha traído como novedades formales, la foto de los tres Presidentes socialistas en aparente armonía y las palabras de González con vocación de partido pero con todo su derecho a criticar. ZP y PS están en clara sintonía. También nos mostraron el foro las figuras de algunos ministros salientes -Calvo y Ábalos- en claro ostracismo.
La intención de este Congreso era más ideológica que la del PP. El PSOE ha querido cambiar de marca, escapando de la poca presentable titulación Social-Comunista y -aprovechando la reciente victoria en Alemania- recalificarse miméticamente como socialdemócrata. Tarea vana, ningún partido realmente socialdemócrata pactaría con comunistas, separatistas y filo terroristas. Semejante formación de gobierno no podrá calificarse de otro modo que, tal como lo hizo Rubalcaba, de gobierno Frankenstein.
Por añadidura, Sánchez y los suyos han anunciado el propósito de reformar la Constitución, peligrosa idea que puede ocultar entre otros males, el debilitamiento de nuestra Jefatura de Estado.
También han salido del foro con el hermoso proyecto de suprimir la prostitución. Tan bello como difícil de llevar a cabo. Aunque siempre podrán consultarlo con el grupo socialista andaluz.
El Congreso de VOX, antes que contra la izquierda, se centró en reforzar su identidad respecto al PP al que se empeñó en identificar con el PSOE. Fue, por lo tanto, una reunión de carácter identitario, que mantendría vivo el fuego sagrado del partido, sin posibilidades de acercarse a su rival de la derecha, con el que en definitiva, estará llamado a entenderse si es que en un par de años la derecha desea defenestrar a Sánchez.
Respecto a la reunión de UP, tuvo una apariencia de entre seminario y cursillo universitario, con el objetivo de evitar caer en el olvido. Llamó la atención que aun cuando el liderazgo de Yolanda Díaz parece estar funcionando, hayan tenido que recurrir a Iglesias para decir cuatro banalidades. Es como si el partido le echara de menos. Y los medios informativos también. No así la opinión pública en su inmensa mayoría.
Jorge Fuentes Monzonís-Vilallonga es Master en Ciencias Políticas y Económicas y Derecho.
Diploma de Altos Estudios Internacionales. Embajador de España en Bulgaria en 1993.
Primer Embajador de España en Macedonia en 1995.
Embajador de España en Bruselas WEU en 1997, entre otros cargos.