El caso Mediador

En cuestión de corrupción creíamos que lo habíamos visto todo, teniendo como protagonistas a gentes de todos los partidos e incluso a muchos ajenos a ellos. Pujol, Gil, los EREs de Andalucía, el caso Gürtel, el Púnica,  etc… han quedado para siempre como epítome de un mundo sórdido que se resiste a desaparecer.

Aparece ahora un caso que es conocido por el apodo de su principal protagonista, Tito Berni, un figura destacado del mundo social y económico de Tenerife, que había montado un chiringuito en Madrid al amparo de su escaño en la Cámara Baja, por cuenta del PSOE, tal como lo diseñó el Presidente Sánchez al instalarse en la Moncloa.

Aquello podía sonar como algo inocente. Se trataba de reunir a un grupo de diputados amiguetes -alrededor de una docena- todos ellos miembros del PSOE, mezclados con hombres de negocios, ciertamente no de los más grandes que figuran entre los 35 del IBEX, sino de medianos empresarios agrícolas, ganaderos, lecheros, queseros procedentes de distintas autonomías pero particularmente de las Canarias.

Los diputados podían actuar como mediadores o facilitadores para resolver dudas, limitaciones o buscar conexiones que los empresarios encontraran en su actividad. Ahí la cosa empieza a pintar peor porque en las reuniones/cena organizadas se montaba un tráfico de influencias próximo a la delincuencia, en el que por supuesto, había porcentajes a ganar -Pujol creó escuela con aquel 3%-  que no iban precisamente a engrosar las arcas del partido.

Pero es que, por añadidura, el protocolo del grupo de Tito Berni era muy particular; incluía todo un ceremonial que comenzaba con la invitación a los empresarios a visitar el Congreso de los Diputados, con lo que recibirían todo un buen baño de poder al cruzarse y codearse con los padres de la patria. Había después un almuerzo en un restaurante de lujo -la última vez fue en Ramsés- cerca de la Puerta de Alcalá, seguido de algún alterne de copas y droga en La Sombra, para terminar la fiesta en alegre contubernio en un hotel de tercera en las inmediaciones de las Cortes.

Observen ustedes que si bien es cierto que la corrupción ha campado por todos los lares, lo de droga y sexo es una exclusiva de la izquierda desde los tiempos de Roldán, pasando por los EREs y hasta llegar a estos “facilitadores”.

La cosa no ha hecho más que empezar. Por el momento el partido ha defenestrado a los mediadores más vistosos. El ex General Espinosa Navas es el único que ha sido encarcelado pues en un registro domiciliario han descubierto altas sumas de dinero de muy sospechosa procedencia en negocios africanos, que incluían la venta de drones a porrillo.

El escándalo ha estallado en mal momento para el Gobierno y sus partidos, a menos de tres meses de las elecciones Autonómicas y Municipales, cuyos resultados condicionarán muy mucho a las Generales de fin de año.

Una vez más queda bastante claro que cuantitativa y cualitativamente, el PSOE se lleva el primer premio en corrupción, aun cuando también en este terreno, haya sabido maniobrar para presentarse ante la opinión pública como moralmente superior.

Cada vez se vuelve más difícil de creer en tal superioridad cuando vemos que aparte de actuar en medio de falsedad, cohecho y tráfico de influencias, sus operaciones vienen aderezadas con banquetes, alcohol, droga y sexo en un ambiente cutre que parece arrancado de una novela negra.

Y todo ello a la par que en el Parlamento, esos mismos partidos defienden en las Cortes, el feminismo, el respeto a la mujer y el solo sí es sí.

 

  • Jorge Fuentes Monzonís-Vilallonga es Master en Ciencias Políticas y Económicas y Derecho. 
    Diploma de Altos Estudios Internacionales. Embajador de España en Bulgaria en 1993. 
    Primer Embajador de España en Macedonia en 1995. 
    Embajador de España en Bruselas WEU en 1997, entre otros cargos.