Saltó la sorpresa, no pequeña, el martes: Óscar Puente, ex alcalde socialista de Valladolid, replicó a Feijóo, cuando todos dábamos por descontado que sería Pedro Sánchez. Sin sorpresa en el resultado de los votos: 172 síes frente a 178 noes,
Bueno, lo de sorpresa sería muy matizable, porque un presidente de Gobierno como él, que miente sin ningún pudor–no hace falta contrastar hemerotecas, dice y desdice con la misma facilidad, es algo de todos sabido-, que supedita todo a seguir en el poder, hace siempre lo que piensa que más le conviene, sin importarle respeto al Rey, al Congreso de los Diputados, a Feijóo, a los ciudadanos.
Vio que le interesaba no quemarse, no enfrentarse ante el discurso de Feijóo, que lógicamente arremetió contra la amnistía y trazó un programa de Gobierno propio de una investidura, y eligió a Óscar Puente.
El mensaje estaba claro: Puente fue el más votado en las municipales, pero no ha logrado gobernar. Eso es lo que va a pasar con Feijóo, salvo que de verdad nos sorprenda algo, que no parece.
Óscar Puente me pareció un vaquero “castigador” del Oeste. Sus broncas maneras era lo que se buscaba. Bajar al barro. Rastrear por alcantarillas. Al menos, Feijóo pronunció un discurso con altura, se apruebe o no, propio de alguien que aspira a ser presidente del Gobierno. Y además prometió un Plan Pirineos, que eso nos alegra a los aragoneses, tierra muchas veces abandonada por los gobernantes y que, a la vez, requiere más espíritu emprendedor de los aragoneses, todo sea dicho.
Cuando Puente enfatizó que el PSOE no es de los dirigentes, sino del pueblo, ya superó la indignación. Es un partido diseñado por Pedro Sánchez, del que se elimina a todo discrepante, como hemos visto con Nicolás Redondo, que ha sido expulsado: con Felipe González y Alfonso Guerra no se ha atrevido.
Si es del pueblo el PSOE, que haga una encuesta rápida sobre la amnistía. Si por pueblo entiende a todo el pueblo, parece que dos de cada tres españoles están en contra de la amnistía. Si por “pueblo” entiende a los votantes del PSOE, parece que no son mayoría. Que se atrevan a hacer esa encuesta sin trampas -¿es posible o es más bien una suma de utopías?-, y que deje de hablar del pueblo sin el pueblo.
Pablo Iglesias ha retratado el perfil y la intervención de Óscar Puente: “a veces es abiertamente un macarra”, “claro que esos perfiles funcionan en estos debates. Y más aún si la progresía mediática no les ataca y no les acusa de crispar y hacer ruido”.
Pablo Iglesias pertenece a la progresía mediática, sabe cómo mueve los hilos. Tal vez el PP debe plantearse una mejor comunicación sin caer en el barro, la mentira, pues se puede lograr sin insultar y con educación. Sin ser un macarra como Óscar Puente.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.