La higiene mental, y sin querer precisar un término meramente coloquial, es muy importante, algo previo a lo que podríamos denominar “salud mental”, expresión que cada vez es más frecuente, tal vez porque observamos que se deteriora. Para que haya salud, cuidar antes la higiene, como un elemento más en el hombre.
Hay quienes defienden que la salud mental se tiene o no se tiene, como algo en lo que poco podemos influir, salvo ir al psicólogo o al psiquiatra. Discrepo. Si se cuida la higiene mental, la salud también está en buena parte en nuestro terreno.
Y estas semanas de agosto ofrecen algunos ejemplos, sobre cómo se puede cuidar o no la higiene mental. Hablaba con un colega que, en estas semanas, con tres cuestiones se llenan muchos medios de información: el asesinato en Thailandia, el calor y los viajes. Especialmente nocivo me parece el tratamiento que se está dando al asesinato en Thailandia, del que no hace falta dar ningún detalle, porque observo que la mayoría está muy pendiente del mínimo detalle, a mí me parece que con morbo excesivo, muy excesivo: familia conocida, actores, país exótico, … lo tiene todo para polarizar y obsesionar, como si en la vida no hubiera más noticias, y sobre todo que se salgan de un morboso asesinato. Aconsejo leer algún libro ameno e interesante y estar con amigos.
La higiene mental depende en buena parte de nosotros, no de la sociedad ni de ciertos programas televisivos o informaciones. Hay que tener criterio para discernir no lo que tiene interés, lo que nos ayuda, o lo que nos hace daño, a nosotros y a nuestra familia. Pendientes todos de un asesinato, pero las muertes de inmigrantes por ahogamiento en el Mediterráneo nos pueden hacer la piel dura, insensible, como alguno ya rutinario.
Echo en falta noticias estimulantes, positivas. Por ejemplo, de iniciativas de voluntariado de jóvenes y mayores en estas fechas, sacrificando sus vacaciones o una parte de ellas en beneficio de los demás. Son noticia, pero apenas se publican. Y las hay.
Sobre el “otro gran tema” de conversaciones e informaciones, el calor, pienso que es obsesivo, y hace a ciertas personas muy vulnerables psicológicamente. En vez de pensar en otras cosas, el calor les bloquea. A los mayores o niños, hay que cuidarles especialmente, pero una persona normal no puede estar obsesionada con el calor. Ahora ya hay otro tema: ¡ha empezado la Liga de fútbol! Pero de Mbappé paso, de verdad, y de las cifras desproporcinadas en fichajes y salarios de furbolistsas. De todas formas, reflexionemos: si se explota el morbo y se abunda en los futbolistas, es porque se lee.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.