Antes se decía que un habla se convierte en idioma si es apoyada por un ejército. Ahora basta el chalaneo político en esta España herida de muerte: «El bable será cooficial al sumarse Foro Asturias a PSOE, Podemos e IU». Lo curioso e inevitable es que, a pocos años de la implantación a martillazos de una lengua, sus hablantes se sienten superiores y distintos al resto de compatriotas. Es un medio de lograr la perfecta desmembración de España e, inevitablemente, acabar a tiros unos con otros. Cataluña, por ejemplo, desea comerse al invertebrado Reino de Valencia con ayuda de los colaboracionistas que viven de ello.
Siga leyendo el artículo en este enlace.
Ricart Garcia Moya es Llicenciat en Belles Arts, historiador i Catedràtic d'Institut de Bachillerat en Alacant.