Soy de los que piensan que lo menos malo para el PSOE es abstenerse y permitir que Rajoy gobierne, así como suena. Lo piensa mucha más gente, incluidos muchos militantes y líderes socialistas. En este caso, la abstención del PSOE beneficiaría a los propios socialistas, al PP y al conjunto del país: parece contradictorio, hasta rocambolesco, pero así hemos llegado a la determinación de evitar una tercera convocatoria electoral ¡que puede producirse!
Si hubiese una tercera convocatoria en las urnas, la abstención aumentaría. Se palpa un hartazgo y un hastío en la sociedad, en votantes de todos los partidos políticos, ya mareados sobremanera por programas, promesas, declaraciones contradictorias en un breve espacio de tiempo, pactos impregnados de personalismo, ofertas de gobierno donde prima el “ego”. Uno de los partidos que perdería votos y escaños en unas hipotéticas terceras elecciones sería el PSOE, por su división interna constante y por no facilitar que haya un Gobierno ya. También Ciudadanos perdería escaños; Podemos, una incógnita.
Con el calor de julio, las vacaciones propias o ajenas recién iniciadas o a la vista, son días cruciales para España. Pero si se ha hablado hasta la saciedad de unas elecciones históricas o de gran importancia, esa trascendencia la siguen teniendo en julio, a punto de comprobar si se forma Gobierno. El PP fue el partido que recogió parte del hartazgo social, aumentando en votos y escaños el 26-J. Si hubiera unas terceras elecciones, todo parece apuntar a que obtendría más diputados.
Abstenerse no es apoyar a Rajoy ni al PP en todo. Ya vendrá luego el trajín diario, pero España necesita un Gobierno, que afronte los problemas acuciantes sin provisionalidades, entre los que sigue figurando la economía, recuperar la confianza inversora, el paro -especialmente el de los jóvenes, el de larga duración y de los mayores de 45 años-, la educación, el abultado déficit de las comunidades autónomas y el cada vez más apremiante problema de la hucha de las pensiones.
Albert Rivera no puede intentar trasladar la responsabilidad al PSOE, por otra parte. Rivera también sufriría un castigo en unas hipotéticas terceras elecciones, si no apoya al PP. El líder de Ciudadanos parece un “becario” en ocasiones: aconseja en público al Rey que anime al PSOE a que se abstenga, olvidando que el Rey reina pero no gobierna; empeñado en “la cabeza de Rajoy” en vez de respetar la voluntad del PP, el partido ganador, ahora ya cede, pero sólo ofrece la abstención. Rivera debe madurar.
Javier Arnal Agustí es Licenciado en Derecho y periodista.
Escribe, también, en su web personal.