Los orígenes de la actual polémica sobre la dicotomía cultural lingüística “Valenciano-Catalán” hay que buscarlos en el florecimiento del nacionalismo político y cultural catalán de la segunda mitad del siglo XIX. Las consecuencias posteriores tomaron cuerpo de naturaleza, sobre todo, a partir de la década de los años sesenta del XX y continúan hoy en día por el impulso dado por la connivencia de entidades de las dos “Generalitats”, la catalana y la valenciana, y sus gobiernos respectivos. Ejemplo de ello, son las campañas orquestadas con ayuda de cuantiosas subvenciones a instituciones como Acció Cultural, el Micalet o Ca Revolta para que fomenten una falsa realidad que promocione los anticonstitucionales “países catalanes” en folletos como los titulados: “Simbols de Catalunya”, “Catalunya gent d’equip” o “Front nacional de Catalunya”, y por parte de la Generalitat Valenciana con la publicación Per a convèncer o con el patrocinio del polémico libro de Isidor Marí Conocer la lengua y la cultura catalanas del cual se repartieron miles de ejemplares por todo la Comunitat, en donde se refleja, distorsionando la Historia, que filósofos como Juan Luis Vives que escribió su producción literaria en latín, el escritor Blasco Ibáñez que lo hizo en español, o Luis Fullana Mira en Lengua Valenciana pertenecen a la cultura catalana; además de un amplio elenco de ilustres valencianos que destacaron en las distintas facetas del saber: el poeta Ausias March, el novelista Joanot Martorell, o la escritora Isabel de Villena; el cronista clásico Pere Antoni Beuter, el pintor José Ribera, el ilustrado Gregorio Mayans i Siscar o el historiador Roque Chabás.
Este empeño asimilador de la cultura y la lengua propia de los valencianos por parte de nuestros vecinos del Norte camina hacia su culminación al elevar las formas léxicas catalanas a lengua oficial y propia de la Comunidad Valenciana mediante el Decreto de homologación de los títulos de catalán con los de valenciano, lo que significa una flagrante vulneración del espíritu y letra de nuestro Estatuto de Autonomía, Otra muestra de este objetivo fue la creación del “Institut Joan Lluis Vives” o “Xarxa Vives d’Universitats” que coordina las Universidades de los países catalanes y que tiene su sede en la Universidad Jaume I de Castellón.
Con estas acciones y actitudes, nuestro Presidente el Honorable Ximo Puig junto con su Conseller de Educación Vicent Marzà está permitiendo, por acción u omisión, que las tierras valencianas representen la Extremadura la entelequia de los “Gran Catalunya”, como se recoge en algún libro de Historia, y entregue culturalmente nuestra Comunidad a los intereses y pretensiones catalanas del independentista Quim Torra y los partidos adláteres. La nueva Ley de Educación o Ley Celaá en la que prevalecen los intereses políticos y en la que priva la ideología sobre la libertad de elección y formación pueden hacer realidad esta quimera.
Ya el historiador Menéndez Pidal polemizó con los historiadores de la nueva mística catalana que interpretaban los documentos en función de un maniqueísmo político, redactando historias y artículos sectarios e indocumentados, sin ningún rigor científico.
Lo mismo hizo el historiador catalán Jaume Vicens Vives, cuando ya en 1935 reaccionaba vigorosamente frente a la historiografía romántica catalana, por la manera de hacer historia Ferrán Valls i Taberner, Ferrán Soldevilla y otros, a los que criticaba de hacer una historia falsa en su mayor parte, manteniendo equívocos y perseverando en los tópicos cómodos y peligrosos, olvidándose de documentos irrefutables y formulando tesis sin ningún fundamento histórico, dando imaginación a los sueños y ambiciones utópicas; una historia que obedece más a los sentimientos actuales ultranacionalistas o anexionistas que a la realidad que nos muestra la documentación. Y así ha sido puesto de manifiesto, más recientemente, en la obra La Historia silenciada compuesta por diversos historiadores catalanes.
El profesor A. Ubieto Arteta en lo referente a la nacionalidad catalana manifestó que en el caso catalán se quisieron quemar etapas y se manipuló y falsificó cuanto hizo falta. Pero sus manipulaciones y falsificaciones afectan, también, a cuestiones que tienen relación con los reinos de Aragón y de Valencia. Una de las causas es que muchos historiadores catalanes desde el siglo XIX cuando tratan de sus relaciones históricas con otros territorios tienen el “complejo de inferioridad” por el hecho histórico de no haber existido nunca el “reino de Cataluña” y sí el “condado de Barcelona”.
El medievalista Domingo Buesa subrayó: “Cuando se habla de Corona catalano-aragonesa se está mintiendo; esa denominación es un disparate”. Y en la misma línea, el catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Zaragoza y académico de la Real Academia de la Historia José Ángel Sesma señaló: “Este tipo de artimañas es muy habitual en cierta historiografía catalana”.
Los intereses políticos creados pueden llevarnos a distorsionar nuestra idiosincrasia histórica y cultural, impulsando un confusionismo que favorece el “menisfotisme valencià” sobre nuestra incontrovertible realidad histórica. El pueblo valenciano mayoritariamente quiere ser lo que ha sido, “valencià”, con su personalidad definida por su cultura, historia, lengua, etnología. etc.
Por la asimilación de la cultura se pretende enarbolar la bandera del catalanismo político. Es comprensible la transcendencia cultural que tiene la lengua; de ahí que actualmente se centre fundamentalmente en ella las grandes disquisiciones alrededor de su origen y denominación.
El historiador francés Mousnier escribió que “la lengua es el sedimento histórico de un pueblo, su extraña quinta esencia”. Por ello, no cabe duda el interés que tienen algunos políticos, instituciones y docentes de nuestros días, tanto foráneos como nativos para recoger e imponer el espíritu de Humboldt “un pueblo, un espíritu, una lengua” para llegar a dictaminar que por la comunidad del idioma se consumará la futura unidad política.
José Vicente Gómez Bayarri es Licenciado en Filosofía y Letras, Doctor en Historia,
Catedrático de Geografía e Historia, Académico de número de la RACV y Medalla de
Plata de la Ciudad de Valencia.